Entrevista a Juan José Campanella, director de “Futbolín”

Entrevista a Juan José Campanella, director de “Futbolín”

Con una envidiable carrera a sus espaldas, el aclamado Juan José Campanella visitó Madrid recientemente para promocionar su nueva y sorprendente obra, la coproducción hispano-argentina de animación en 3D “Futbolín”. Una divertida historia con el fútbol como telón de fondo en la que se tratan temas universales y tan importantes como la amistad, las relaciones entre padres e hijos, el amor, la resistencia al cambio, el afán de superación basado en el respeto y aprender a valorar lo que realmente importa.

Nos encontramos en el majestuoso Palacio de Linares, sede de la Casa de América. Edificio que guarda una tenebrosa leyenda muy popular en la rumorología madrileña, y que en 1981 fue empleado para el rodaje de la película Patrimonio Nacional de Luis García Berlanga. Este fue el lugar elegido para sentarnos a conversar en una mesa redonda, juntos a otros compañeros del medio, con el oscarizado director argentino, que nos presenta su debut en el cine de animación y nos desvela algunos puntos interesantes de su producción.

Según nos cuenta Juan José Campanella, director de películas imprescindibles como El hijo de la novia o El secreto de sus ojos, se embarcó en el proyecto de rodar un filme de animación ya en el año 2005. Y la jugada parece haberle salido redonda, Futbolín (Metegol en Argentina) ha logrado el mejor estreno de la historia del cine argentino, obteniendo en su primer fin de semana medio millón de espectadores aproximadamente. Éxito que su director espera se repita en España. Una apuesta que compite en taquilla con las grandes superproducciones estadounidenses y que, como ya reseñé en mi crítica, nada tiene que envidiarle en factura a los estudios con mayor reconocimiento en el cine de animación.

En un tono distendido, junto al resto de mis compañeros en la mesa, comenzamos una ronda de preguntas con las que conoceremos en mayor medida las inquietudes personales con las que abordó Campanella este interesante proyecto de animación.

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“Futbolín» de Juan José Campanella

Tu trayectoria se ha encontrado íntimamente relacionada con la de conocidos actores argentinos como Guillermo Francella, Eduardo Blanco y, especialmente, Ricardo Darín, protagonista de El mismo amor, la misma lluvia, El hijo de la novia y El secreto de sus ojos. Sorprende no encontrar a ninguno de ellos poniendo voz a ninguno de los protagonistas de Futbolín. ¿A qué es esto debido?

Estuvimos desde un principio buscando alguna forma en la que pudieran participar en la película, sin embargo no encontramos ningún personaje en el que sus voces pudieran resultar adecuadas. Los jugadores de fútbol suelen ser más bien jóvenes. Conozco muy bien sus voces, y son voces que transmiten una edad algo más avanzada. No terminaban de casar para los roles representados. A excepción de Pablo Rago, que trabajó conmigo en El secreto de sus ojos y que interpreta a Capi en la película, es mi primera colaboración con todos los actores que ponen voces a Metegol (nombre argentino de Futbolín).

Futbolín se dirige fundamentalmente a un público infantil, sin embargo cuenta con muchos elementos que la hacen disfrutable para un público más abierto. ¿Tenías claro desde el principio que no querías cerrarte a un solo tipo de público?

La animación moderna ha demostrado que da mucho juego para el público adulto. Una clara muestra la encontramos en las películas de animación realizadas durante los noventa, que mantuvieron una cierta magia para el público más infantil, pero también supieron incluir varios guiños para los adultos. Tenían un humor muy sofisticado. Es cierto que tenía que tener presente el no ser demasiado sarcástico porque tenía que ser cuidadoso con el público infantil, pero sin verme obligado por ello a renunciar a hacer algo que también pudiesen disfrutar los adultos.

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“Futbolín» de Juan José Campanella

¿Qué fue lo que te llevó a dar este giro hacía el cine de animación?

Desde siempre me ha gustado la animación. Por ejemplo, me declaro admirador de las películas de Bill Plympton. Sin embargo, siempre la consideré como un género totalmente ajeno a mi mundo hasta que descubrí la animación por ordenador. Yo, además de director, soy montajista, y cuando vi el potencial que se abría para mí en este campo, comencé a estudiarlo. Fue en 2005 cuando comencé lejanamente a preparar Futbolín. Estábamos preparando un piloto para televisión que entremezclaba imágenes reales con animación, cuando Gastón Morelli, el productor de la película, me ofreció involucrarme en este proyecto. La idea me encantó, abandoné el proyecto de la serie para la televisión, y me metí completamente de lleno con Futbolín.

En la película no sólo se habla de la amistad, sino que plantea también desde un cierto punto de vista crítico la relación entre el futbol y el dinero. ¿Tuviste en cuenta la posibilidad de que esta crítica pudiese ser un aspecto que no iba a gustar al público?

Sinceramente, cuando realizo una película no suelo pensar a priori si al público le va a gustar o no el tema del que trata. No es este el principal baremo que me motiva a llevarla a cabo. Elijo el tema por propia voluntad, cosa que a veces me entraña alguna dificultad. De hecho, recuerdo que cuando buscaba financiación para rodar El hijo de la novia, varios productores no consideraron el proyecto viable e incluso interesante. Nos costó muchísimo sacarla adelante. De todas maneras, el tema que toca Futbolín, esa comercialización extrema más allá del fútbol, es algo que se puede extrapolar fácilmente a casi todas las artes de hoy en día, sobre todo a la música, el cine o la literatura.

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“Futbolín» de Juan José Campanella

Dirigir una película de estas características requiere trabajar con un número muy elevado de técnicos de animación. ¿Cómo resultó el proceso de dirigir una película de animación tradicional, especialmente en comparación con una digamos tradicional?

Es verdad que fue un cambio muy grande. Sin embargo, como director debo ser capaz de cumplir con todos los roles. Yo estudié cine, gracias a lo que poseo cierto dominio de todos los aspectos necesarios para la realización de la película, o al menos para salir del apuro. En la animación, efectivamente, todo va pasando por los ordenadores y lo que ves en un primer momento son solo números, pero todo esto se traslada luego a imágenes y la imagen se dirige exactamente igual que en cualquier otra película. En cierta manera, con los animadores el proceso es muy parecido que con los actores, pero con una vuelta de tuerca más. El proceso consiste en reunirte con los animadores que van a participar en el diseño de una escena, y explicarles de manera similar a lo que hago con los actores los aspectos más importantes de la toma. Por ejemplo, trato de que sepan exactamente qué es lo que se quiere contar y transmitir, su contexto en la película y el subtexto, es decir, si los personajes están mintiendo, si están enfadados, etc.. Entonces, los animadores realizan un primer boceto, que, pasadas una o dos semanas, tratamos de pulir en conjunto. Después de otras dos semanas, empezamos a concretar y a definir detalles como puede ser la posición de las cejas de un personaje. Date cuenta que cuando vemos una secuencia terminada, a color y con sus texturas, puede que hayan pasado hasta dos años. Tienes que pensar más a largo plazo, en cierta forma.

Uno de los mensajes que transmite Futbolín es el de creer en uno mismo, la auto-superación. ¿Podemos decir que son valores que han funcionado como un motor en tu vida?

Desde luego. El creer en ti mismo me motiva realmente para afrontar mis películas. Es algo que se necesita de veras, especialmente en medios no convencionales como en el caso del cine. Esto es algo aún más palpable cuando vemos como varios sectores han sucumbido terriblemente debido a la crisis. Sin embargo, creo que lo primero que uno tiene que hacer para lograr un objetivo es creer en él, creer que es posible. Esa creencia tiene que ser fuerte para afrontar las cosas cuando se ponen difíciles.

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“Futbolín» de Juan José Campanella

En estos últimos años estamos viendo como el cine de animación se pasea con éxito por festivales tan importantes como Cannes, y en el caso de Futbolín fue la película de apertura de San Sebastián, ¿podemos hablar de un auge en este género?

Yo diría que sí, pero todavía tenemos que romper el prejuicio de que esto sólo pueden hacerlo Pixar o Dremaworks. Es un prejuicio difícil de superar, porque está muy interiorizado en los compradores, en los exhibidores, en los distribuidores, e incluso en el mismo público. Era una barrera con la que sabíamos debíamos enfrentarnos mientras hacíamos Futbolín, y nuestro objetivo durante la realización fue precisamente tratar de eliminarla. Aquí en España, Futbolín se va a estrenar el mismo fin de semana que Lluvia de albóndigas, y te puedo asegurar que irá más gente a ver este último título simplemente porque es una película “Made in Hollywood”. Luego ya se verá que ocurre en la segunda semana en las salas, cuando el boca a boca comience a funcionar. No pretendo con esto justificar que el público deba venir a ver mi película porque es una producción hispano-argentina, no es mi estilo apelar al nacionalismo, pero tampoco quiero que el público deje de venir a verla justo por eso, porque es una producción nuestra. Sólo pido que aquí la juzguen como película porque la recepción en argentina ha sido muy buena y el público infantil no entiende de prejuicios.

¿Te planteas una segunda parte?

Sí, pero siempre que encontremos una buena idea que justifique realizarla y realmente merezca la pena. Lo que no me gustaría, y me daría mucha pena que sucediera, es que la segunda parte se convirtiese en un mero capítulo más. Por ejemplo, mi película de animación favorita es Toy Story 2, que es obviamente una secuela y una magnífica película. Sin embargo, con algunas otras secuelas uno tiene la sensación de que son más de lo mismo. En cualquier caso, trataré de ejercer mi pequeño porcentaje de propiedad intelectual para que esto no ocurra si se preparase una segunda parte.

¿Por qué hacer dos versiones, una argentina y otra española?

Porque los destinatarios son los niños, y pudiera confundirles determinadas expresiones que son muy típicas en Argentina, pero que aquí en España son diferentes. Si la película estuviese planteada para un público adulto principalmente, probablemente no existiría la duplicidad de versiones. Pero en el caso de Futbolín, yo creo que muchos niños no entenderían muchas de las expresiones de la versión argentina, sobre todo algunos matices. La versión española se trabajó con mucho cuidado y yo no la definiría como doblaje, sino como una versión también original. Con respecto a la versión argentina, sólo hemos mantenido la voz de “Loco”, una interpretación maravillosa, y reconozco que la versión española tiene algunos toques de humor muy buenos que no están en la versión argentina.

¿Tienes en mente ya un futuro proyecto?

Si te soy sincero, después de Futbolín hice una obra de teatro y un programa de televisión en Estados Unidos. Estoy realmente cansado, así que ahora toca descansar y ya iremos vien

 

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