En «12 años de esclavitud», McQueen, pinta un retrato de la insensibilidad

En «12 años de esclavitud», McQueen, pinta un retrato de la insensibilidad

La esclavitud ha sido un tema recurrente en la literatura occidental desde el auge del abolicionismo en el siglo XIX, y en el cine desde inicios del XX. En todo este tiempo hemos visto todo tipo de aproximaciones al tema desde diversos puntos de vista, desde las más políticas, como Espartaco de Kubrick (1960), hasta las más existencialistas, como Blade Runner de Ridley Scott (1982). Pero en la mayor parte de las ocasiones se trataba de denunciar el vergonzoso comercio de esclavos africanos, que llevaron a cabo las potencias europeas entre los siglos XVI y XIX. El tema, la verdad, ha proporcionado bastantes éxitos en el mercado editorial, cinematográfico y televisivo, muchas veces abusando del melodrama y evitando hacer reflexiones mucho más profundas sobre la condición humana y los límites que la definen. Quizás esto se debe a que preferimos seguir viendo la esclavitud como un fenómeno circunscrito a una época ya pasada, algo propio de mentalidades diferentes a la nuestra. Porque nos incomoda pensar en las múltiples formas de esclavitud que siguen anidadas en nuestra sociedad o que están directa o indirectamente provocadas por ella. Porque no nos gusta darnos cuenta de que nuestro modelo económico es responsable de que haya esclavos trabajando en países remotos, para que nuestras empresas puedan proporcionarnos productos baratos, que permitan un margen de beneficios siempre creciente, siguiendo las leyes del mercado; o que aquí mismo, en nuestras propias ciudades, se trafique con mujeres, explotadas sexualmente a la vista de todos.

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Chiwetel Ejiofor es un Solomon Northup aún libre en «12 años de esclavitud», de Steve McQueen

12 años de esclavitud es la adaptación del libro homónimo, escrito en 1853 por Solomon Northup, un negro estadounidense y un hombre libre, que narra cómo fue secuestrado y vendido como esclavo. Steve McQueen, el director de la película, ha declarado que llevaba años dándole vueltas a la idea de contar una historia sobre un hombre libre que es sometido a la esclavitud. Cuando encontró la obra de Northup se dio cuenta de que esa era la historia que había estado buscando. El proyecto llevaba bastante tiempo anunciado y, la verdad, no dejó de sorprendernos a los que habíamos seguido un poco la brillante carrera de McQueen. Hagamos memoria, McQueen se hizo conocido como videoartista en 1999 al ganar el prestigioso premio Turner. Su primer largometraje, Hunger (2008), fue un debut excelente, más que excelente, una película fascinante en la que demuestra un dominio total del lenguaje cinematográfico. Una obra de arte precisa y consciente, meditada en cada detalle. Tras ella llega Shame (2011), otra gran película, otra demostración de virtuosismo narrativo y visual de su director, otra vez interpretada magníficamente por Michael Fassbender. En ambas películas la mirada de McQueen es limpia, dura, distante. En ambas nos muestra el proceso de autodestrucción de dos personajes (un terrorista del IRA en huelga de hambre y un adicto al sexo) de una manera dolorosamente realista, aunque no exenta de poesía. El punto de vista que utiliza impide la empatía con el personaje, pero te permite entrar en su mente y comprender la terrible realidad por la que está pasando. Son películas absorbentes, opresivas, que se resuelven en espacios cerrados y tiempos cortos. Nada que ver a priori con la historia que se cuenta en 12 años de esclavitud ¿o sí?

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Chiwetel Ejiofor es Solomon Northup ya esclavo en 12 años de esclavitud, de Steve McQueen

Ésta es una película diferente, es verdad, se nota que McQueen ha tenido que cambiar de registro, se nota que, por primera vez, no ha escrito él el guión. También, por primera vez, ha tenido que contar una historia que se extiende durante muchos años en la vida de un personaje. Además es una historia con muchas implicaciones emocionales, en la que resulta muy difícil no sentir empatía por el protagonista, que sufre prácticamente todas las injusticias y crueldades de las que puede ser objeto una persona. También se nota que en esta ocasión a McQueen le ha costado más ser imparcial (él mismo se declara descendiente de víctimas del tráfico de esclavos). Pero aún así es una película genuinamente suya. Está contando la historia de Northup, pero también está haciendo una reflexión constante y continuada sobre el ser humano y sobre los valores que lo componen. Nos enseña meticulosamente el proceso de degradación de una persona, cómo alguien puede pasar de ser una persona íntegra moralmente y respetada socialmente a ser poco más que una bestia, alguien que ha claudicado de sí mismo siguiendo únicamente su anhelo de supervivencia, ese proceso que hace que el superviviente, al cumplir su objetivo sienta una terrible vergüenza. Un sentimiento de culpa semejante al que sintieron los judíos que sobrevivieron a los campos de exterminio, víctimas de un nivel de deshumanización tal, que la vida les parecía menos digna que la muerte. Otra novedad respecto a sus anteriores películas es la mayor cantidad de personajes que aparecen. Novedad que aprovecha McQueen para pintar un retrato de la insensibilidad, ceguera interesada e hipocresía moral de la sociedad esclavista. Actitudes de una sociedad egoísta, demasiado preocupada por sus propios intereses y que recuerda escalofriantemente a la nuestra.

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Michael Fassbender el amo en 12 años de esclavitud, de Steve McQueen

Desde su estreno en octubre en Estados Unidos, 12 años de esclavitud es una seria candidata a película del año, de hecho es ya candidata a siete globos de oro, incluyendo mejor película, mejor director, mejor actor protagonista, mejor actor de reparto y mejor actriz de reparto. Sin duda un reconocimiento merecido a las grandes interpretaciones de Chiwetel Ejiofor, el imprescindible Michael Fassbender y Lupita Nyong’o. En definitiva se trata de una muy buena película, probablemente no tan perfecta como Hunger, o incluso Shame, pero, quizás por eso, accesible a un público mucho más amplio.

 12 años de esclavitud, (2013), de Steve McQueen, se estrenó en España el 13 de diciembre de 2013

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