En la imagen Lluís Homar, un actor en sazón y cálido para «El templo vacío», dirigido por Lluís Homar y Brenda Escobedo para CNTC ©Sergio Parra
«Con templo vacío nos referimos al alma, limpia y desocupada de miedos y vanidades»
Brenda Escobedo -dramaturga de El Templo vacío-
Por Luis Muñoz Díez
En El Templo Vacío, podemos oír las voces de Ibn Arabi (Abenarabi de Murcia), Calderón de la Barca, Ramón Llull, Maestro Eckhart, Miguel de Molinos, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, Angelus Silesius, Jacint Verdaguer. Con ellos, Brenda Escobedo ha hilado una dramaturgia, que ha puesto en escena junto a Lluís Pascual, con dirección de musical Xavier Albertí.
En el escenario el actor Lluis Homar alterna reflexiones y versos, acompañado por un cuarteto de voces que componen Manon Chauvin, Lluís Frigola, Simón Millán, Clara Serrano, interpretando música coral de J. S. Bach, e iluminados por Pedro Yagüe.
El templo vacío nos avisa de que no basta la barra libre del consumo, algo quiero, algo compro, para que estemos colmados. Y esta insatisfacción no tiene solo la vara de medir en el número de personas que acuden a psicólogos y psiquiatras, también se apuntan a sectas inauditas para calmar una ansiedad, a veces tan grande que hace eco, aun contando que la venta de ansiolíticos es un mercado en auge, porque los recetan ya, los médicos de familia, y se consumen por toneladas.
Lo anterior viene a cuento, porque el nivel de ansiedad se mide por lo alejados que estemos de nuestro centro, que es el único lugar donde podemos tener verdadera calma.
Los místicos pusieron todo su empeño en buscar en su interior, en la mayoría como hilo conductor con Dios, pero a ese Dios no hay porque ponerle nombre, porque es un ejercicio para despojarnos, de prepotencia y complejos que tanto dolor causan a nosotros mismos, y fomentar un lugar en que nos reconozcamos, nos aceptemos y nos amemos. Nadie puede amar, sino se ama a sí mismo.
Las inquietudes interiores, parece que siempre se quieren ligar a lo religioso, y si, es un camino, pero también está la palabra, la poesía y la música. Se dice, y yo lo creo firmemente, que «una manifestación artística que no sane, no es arte», lo que no nos estimule a mirar a nuestro interior para ordenarlo, es ausencia, requisito indispensable para poder razonar.
Puede que piensen que me alejo de la pieza que dirige Homar y Escobedo, pero disfrutando de la palabra de los que dedicaron su vida al empeño de la trascendencia, podemos hacer un cotejo con nosotros mismos, por pequeño que sea, pero la mera reflexión de parase a pensarlo, ya es mucho.
Las voces de Manon Chauvin, Lluís Frigola, Simón Millán, Clara Serrano, que conforman el cuarteto con dirección de Xavier Albert suenan impecables.
Lluís Homar es un actor extraordinario, con una presencia cálida sobre el escenario, por su destreza de para interpretar hace que suene fácil, aquello que leído nos parecería abstracto, sin alcanzar los matices.
La pieza que nos proponen Lluís Pascual y Brenda Escobedo, con dirección musical de Xavier Albertí. Es un espectáculo para ser visto, no para escribir sobre él, y si lo hago es únicamente para señalar su vigencia, y animarlos a que acudan a una función de El templo Interior.
El templo Vacío es na producción del CNTC, en cartel en la Sala de Tirso de Molina del Teatro de la Comedia de 7 al 24 de marzo de 2024, mas información AQUÍ.
Dramaturgia: Brenda Escobedo Dirección Brenda Escobedo y Lluís Homar
En escena Lluís Homar y el Cuarteto Vocal: Manon Chauvin, Lluís Frigola, Simón Millán, Clara Serrano.
Iluminación Pedro Yagüe Dirección musical Xavier Albertí Asesor de palabra Vicente Fuentes
Ayudante de dirección Yolanda de la Hoz Música Música coral de J. S. Bach
Una producción de la Compañia Nacional de Teatro Clásico