El quepis y otros relatos, de Sidonie-Gabrielle Colette

El quepis y otros relatos, de Sidonie-Gabrielle Colette

Escrutaba su reflejo muy de cerca, como si estuviera sola. Unos kilos de más hacían de ella otra mujer o, mejor dicho, otro tipo de mujer. La carne se repartía de una manera poco afortunada sobre su osamenta liviana. <<Tiene culo de zapatero>>, pensé. En mi región, dicen que el trasero del zapatero, que se pasa el día sentado, se aplana hasta volverse rectangular. <<Y además unos pechos como medusas, anchos y flácidos>>. Porque las mujeres, por mucho afecto que se tengan, siempre se juzgan con dureza.

Basta un solo relato de Colette para asociarlo con la belleza, el humor, la ironía, la recreación hipócrita y estética de París, y a su vez con el escándalo. En la lectura de El quepis, casi excitante, qué demonios, absolutamente embriagadora y sensual, se atisba ironía, maldad, bisexualidad, feminismo y un carácter libertino y rompedor con la literatura imperante de la época. El vínculo entre las dos mujeres es lo que realmente late en el corazón del lector, y resulta en cierta manera muy estimulante, bastante más que la relación epistolar de Marco con el teniente, que da lugar a una historia de amor y la subsidiaria dejadez, que acaba ajando el físico de Marco, hacia la obesidad, la papada y el culo de zapatero. Entretanto Colette, siempre suspira por todo aquel erotismo, humor y belleza que vivieron juntas. Y nosotros, ante tal plasticidad en la descripción, en las emociones y en el paisaje con Colette, casi queremos que Marco fracase con el teniente para desacatar a la moral francesa y reivindicar la seducción total y las ganas de vivir.

En La mocita hay una seria discrepancia con el matrimonio y una querencia no tanto a la belleza como a la juventud, concretamente a la juventud de Louisette una campesina de dieciséis años, mucho más erótica que guapa, mucho más agreste que cosmopolita, y la excitación llega del verano, la naturaleza y la lozanía de la muchacha, todo muy literario y detallista con el paisaje de los campos, la piel de la muchacha, las sombras de la noche y la venganza por la honra mancillada; con un final maravilloso, ligeramente premonitorio y dotado de cierto terror psicológico y angustia. Se cierra el erotismo, se abre de repente el honor, incluso el horror, ¿quién ha mancillado a mi hija? Cierra con un final casi gótico.

El lacre verde, continúa con la finura y la delicadeza narrativa como estandarte de todo el libro. Colette, el maravilloso romanticismo de los objetos de papelería, las librerías y los despachos, una herencia en un sobre con seis lacres verdes, unas tisanas amargas y una intriga que es una incertidumbre casi humorística sobre la muerte del señor Hervouët, en la que son igual de ingenuos, verdugo y muerto. La originalidad abrumadora, otra divisa de maison Colette.

Amande tiene el aroma amargo y graso de los ríos bajo los puentes, del almizcle y el limo, pero también huele a perfume parisino, a la bisoñez del amor prematuro, al regreso del frente, a lavanderas, lámparas de araña, tarimas de madera e incierto destino. A sangre. De igual manera se podría haber titulado Maxime o La mano. Un auténtico deleite de relato. Dos palabras definen la literatura de Colette: belleza e intriga.

Y todo viene a ser lo mismo: las diversas formas de aparecer y manifestarse el amor, con un tono muy de comedia negra y poco eufórico y alegre con los beneficios del amor, pero profundamente realista y moderno. Colette no solo es elegancia pura, sino algo más, quizá subsidiario de la inteligencia: provocadora y libre.

Louisette me respondía sin volver la cabeza, y yo estaba contentísimo de poder observar a placer la nuca que aquel moño tan alto dejaba al descubierto, las orejitas de un rosa ardiente, los omóplatos bien puestos, apenas marcados, y la sutil y sinuosa curva de las caderas debajo del cinturón de cuero muy apretado…Ya le digo, una obra sin asperezas ni defectos, aunque sin otra virtud que aquella perfección precoz.

Autor

Javier Divisa
Javier Divisa. Mercader a tiempo parcial y escritor a intervalos fragmentarios. Autor de la novela Tres Hombres para Tres Ciudades, su segunda obra vio luz bajo el título Valientes Idiotas. Desarrolla su cáustica y rigor literario en reseñas literarias para Eñe y Revista Cultural Tarántula. Ejerce como articulista y cronista en CTXT y compagina la literatura con el business de la moda. Ha ganado algunos premios narrativos, todos sin la pertinente dotación económica, aunque eso es algo que podría lograr un mono con lobectomía cerebral. También ha sido incluido en diversas antologías de jóvenes autores de libros que están enterrados hace años en el cementerio de Père-Lachaise y no leyó nadie. Actualmente muere en Madrid, escribe varias veces todos los días a lapsos de quince minutos y nunca aparenta estar feliz en Facebook. Su tercera novela se llama Magdalena.

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