En 2007 tuve la suerte de asistir a uno de esos espectáculos que se recuerdan toda la vida: la adaptación teatral que Álex Rigola y Pablo Ley hicieron de 2666, la obra magna de Roberto Bolaño. Un proyecto tan ambicioso como imposible que sus creadores saldaron con cinco horas de talento capaz de crear adicción teatral en cualquier alma sensible. 2666 se ha representado pocas veces pero sale en cualquier conversación con alguien que ame a Bolaño, a Rigola o simplemente, el teatro
El regreso de Rigola, pues, al universo Bolaño no podía despertar más expectación. El policía de las ratas se estrenó el 2 de agosto en el marco de la Biennal de Venecia y ahora llega al barcelonés Teatre Lliure de Gracia donde permanecerá en cartel hasta el 24 de noviembre. Rigola, esta vez en solitario, adapta un cuento corto del autor de Los perros románticos y el resultado es una pieza en cierta forma paralela a cada una de las cinco que componían su visión de 2666 sólo que en esta ocasión el que fuera hasta 2010 director del teatro en el que ahora estrena ha reducido al mínimo la puesta en escena para dejar que sea el texto el que, como la sangre que brota de un gotero y que a partir de un momento de la representación va manchando de rojo el blanco inmaculado del suelo del escenario, inunde los oídos del espectador.
![Joan Carreras y Andreu Benito en 'El policía de las ratas' de Roberto Bolaño dirigida por Álex Rigola El-policía-de-las-ratas2-1024x684[1]](https://revistatarantula.com/wp-content/uploads/2013/11/El-policía-de-las-ratas2-1024x6841.jpg)
Joan Carreras y Andreu Benito en ‘El policía de las ratas’ de Roberto Bolaño dirigida por Álex Rigola
Parte Rigola de una lectura dramatizada pura y dura (de hecho, así fue el primer contacto del director con el texto, en Marzo de este año en el CCCB) a la que poco a poco va añadiendo elementos que la despojan de sus limitaciones para darle presencia escénica. El primero de estos recursos son los micrófonos, tan caros en buena parte de las puestas en escena de Rigola, que ahora utiliza para crear distintos planos sonoros dentro del discurso del mismo actor. El segundo elemento es el antes mencionado goteo de sangre sobre el suelo del escenario que con su lentitud puntúa la segunda mitad del montaje. El tercero (y más llamativo) es la rata gigante que visualiza con gran realismo lo que en el texto es una metáfora de las sociedades urbanas.
Añádanse a todo eso la perfecta interpretación (y declamación) de Joan Carreras y Andreu Benito capaces de transmitir con sencillez cada derivación de la historia y sus posibles significados.
Pero, como ya hemos dicho, es el texto original el principal protagonista de la función. Un texto que, al igual que en 2666, es representado en el castellano original y que se revela de una trágica actualidad (fue publicado por “Anagrama” en 2003 como parte de la recopilación El gaucho insufrible) a la hora de juzgar y sacar una descarnada conclusión de los ilusorios tiempos de bonanza que ya se han ido sin que sepamos exactamente “en qué momento se hizo demasiado tarde”.
No se puede pedir más a los 55 minutos que dura el espectáculo y que son susceptibles de ser leídos como una propina de lujo, un bis, a las cinco piezas que conformaron la obra magna que supuso para su creador 2666 y que no hacen sino desear una nueva inmersión más larga y profunda de Rigola en el legado literario de Bolaño. ¿Se atrevería con Los detectives salvajes?
Autor: Roberto Bolaño
Director: Álex Rigola
Elenco: Andreu Benito, Joan Carreras
El Teatro de La Abadía de Madrid
Funciones del 29 enero al de 23 febrero de 2014
Se representó Teatre Lliure de Barcelona, hasta el 24 de noviembre de 2013