El impostor, de Bart Layton

El impostor, de Bart Layton

En el año 1994 Nicholas Barclay, un niño norteamericano de 13 años de edad desaparecía de su domicilio de San Antonio (Texas) sin dejar el menor rastro. Tras una incesante búsqueda por parte de su familia y las autoridades del lugar el joven Nicholas era declarado oficialmente desaparecido sin volver a dar señales de vida… Hasta aquí nada nuevo, una historia sobrecogedora pero lamentablemente demasiado conocida repetida una y otra vez en todos y cada uno de los países de nuestro planeta. Sin embargo un nuevo, extraño y sorprendente capítulo habría de sumarse a dicho suceso algún tiempo después del comienzo del mismo. Tres años más tarde de la extraña desaparición el joven (que por aquel entonces habría de contar con 16 años de edad) era encontrado en España, concretamente en la localidad jiennense de Linares, a miles de kilómetros de donde había sido visto por última vez. Con una historia de secuestro, abusos y torturas a su espalda, Nicholas Barclay regresaba de nuevo a su domicilio tres años después de abandonar el mismo en una vuelta que prometía ser el comienzo de una nueva vida para Nicholas; una nueva vida que habría de interrumpirse cuando, al poco de su llegada algunas luces de alarma comenzaron a encenderse. Y es que algo parecía no encajar del todo en aquel regreso del joven desaparecido, algo con lo que inicialmente no se contaba pero que ponía en cuestión el final feliz que habría de tener aquella dramática historia…

Bart Layton recupera este extraño suceso de la mano de sus protagonistas reales para narrarnos un inusual documental que promete clavarnos en la butaca durante los 95 minutos de duración de su metraje.

El impostor es una historia de engaños, secretos y giros argumentales donde nada es lo que parece, ni siquiera el género al que por definición debería pertenecer esta película. Y es que el excelente trabajo de Bart Layton tras la cámara, el perfecto manejo de los tiempos o la habilidad para construir determinados climas y atmósferas, consiguen difuminar los límites marcados por el documental para traspasar los del más perfecto de los thrillers en una narración que resulta aún más sobrecogedora cuando somos conscientes de que lo que Layton nos está aquí narrando dista mucho de tratarse de una ficción.

Haciendo uso de imágenes reales (de incalculable valor documental pero pésima calidad), interesantes recreaciones y numerosas declaraciones de los principales implicados en la historia, Bart Layton construye una interesantísima película documental de ágil narración cuya visión artística y perfecto manejo de los elementos cinematográficos (especialmente del montaje), se convierten en los mejores aliados para un director empeñado en engañar al espectador. Y es que esa posición privilegiada del comienzo de la cinta en la que Layton decide situar al mismo, un punto de vista que convertirá al espectador en cómplice del principal engaño de toda la cinta (siguiendo esa vieja máxima de Alfred Hitchcock que reza que la tensión del espectador siempre será mayor si es el único en conocer que bajo el asiento del protagonista se oculta un explosivo) se terminará convirtiendo, gracias a un soberbio giro argumental, en una trampa letal de la que difícilmente podrá encontrar salida.

Pero El impostor no sólo resulta interesante por su perfecto tratamiento. Lo es también por convertirse en uno de esos títulos que sabe ahondar en las miserias y carencias de la raza humana, que busca esos límites a los que muchos seres humanos podrían ser capaces de llegar si se diesen las adecuadas circunstancia para ello. El interesante análisis de una humanidad disfrazada de civilización pero donde aún prima el viejo y sabio instinto de supervivencia.

Un título ciertamente recomendable que difícilmente pasará indiferente para casi nadie.

 

El impostor (2012), de Bart Layton, se estrena en España el 10 de mayo de 2013.

Autor

Licenciado en Comunicación Audiovisual. Ha sido guionista y director de diversos cortometrajes amateur y presentador de diferentes programas para radio y televisión local. Trabajó en el departamento de dirección en series de TVE y Antena 3, así como ha escrito diferentes artículos de cine en guías y revistas especializadas, tales como lanetro o Travelarte.

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