-Buenos días, me gustaría que recogieran: El sillón donde hice el amor cuando pintaba las paredes de una casa en común, la taza especial en la que me servía el desayuno el día de mi cumpleaños; la lámpara de segunda mano que paseamos por la ciudad cogidos de la mano.
Quiero que se lleven también el vestido del día que engendramos a nuestro hijo y el reloj con el que me media las contracciones.¡Ah¡ y también el baúl lleno de libros comunes …
Hubo un silencio denso al otro lado del teléfono. Una voz de hombre ruda respondió:
-¡Perfecto! Tenemos un servicio rápido que lo recogerá en menos de 24 horas…
La mujer se miró las uñas ajadas desde la última vez que las miraba. Dudó.
– ¿Sólo 24 horas?-dijo.
-Le puedo sugerir que quizá le interese un servicio de guardamuebles, por si algún día quisiera recuperar sus enseres…
Una lágrima se deslizó por la mejilla de la mujer recorriendo la trayectoria del teléfono. Colgó. Dudó por unos segundos sin saber si los objetos seguirían siendo los mismos en el caso de recuperarlos. Marcó de nuevo el número y con firmeza pidió que se los llevaran para siempre.