Lo encontró de pronto en el salón, abriendo y cerrando cajones. Ella dio un grito. Luego se ajustó el batín y, conteniendo la voz, dijo que quién era, que cómo había entrado y que por favor no le hiciera daño. Él, sin dejar de rebuscar desesperado, la miró un instante, le contestó que si se había vuelto loca y que cerrara la boca, anda; seguido, que si no había pilas para el mando a distancia en esa puta casa. Desconcertada se alejó. Fue en busca de la foto de su boda, la miró largamente. Entonces, después de vestirse, se dirigió al juzgado y allí presentó una demanda de divorcio contra ese extraño que era ahora su marido.
Autor
Miguelángel Flores
Ver las entradas por Miguelángel Flores →
Nacido en Córdoba en el 67 y emigrado a Sabadell en el 68. Escribe microficción y teatro, de oído y sin mala intención. Tiene relatos publicados en recopilaciones y antologías del género, como Relatos en Cadena, de Alfaguara, o De Antologia. La logia del microrrelato, de Talentura. En teatro es autor, entre otras, de Anda Que No Te Quiero, La Vida Qué Bailo y coautor de Consuélame, Consuelo. En noviembre de 2014, Talentura publica su primer libro de microrrelatos titulado De Lo Que Quise Sin Querer.
Entradas relacionadas
-
«Esto no es un país»: incertidumbre y orgullo para vivir, soñar y ser libres.
09/11/2018 -
Las demás muertes, de Pepo Paz Saz
04/11/2018 -
«Memorias inventadas». Performance de Elena Urucatu y Carlos Maté
13/06/2018 -
«Fueradcarta»: pequeños grandes libros, por y para el arte
04/04/2018 -
Starring Juan, de J.S.T. Urruzola
02/03/2018
Muy bueno. La verdad es que sucede en muchos matrimonios. Si miras a la persona con la que compartes tu vida, normalmente no la identificas con aquella con la que te casaste. Y lo peor es que no sabes responder cuando la perdiste.