Fotografía de portada: © Rubén Mondelo
Una obra de teatro que se titula El Crédito nos hace pensar inevitablemente, dada la actual coyuntura económica, en un drama de tinte social de la que extraeríamos motivos sobrados para la crítica del sistema financiero que nos asfixia. Nada de eso. El Crédito, escrita por uno de los dramaturgos más impactantes del momento, Jordi Galcerán, autor de éxitos para la escena como El Método Grönholm o Burundanga, es una buena historia en la que utiliza la vulnerabilidad de las personas en clave de comedia como punto de partida.
La idea que vertebra la obra es la historia de un hombre desahuciado (Luis Merlo) que se ve en la necesidad de solicitar un préstamo al banco, una gestión que se complica cuando el director de la sucursal (Carlos Hipólito) se lo niega porque no encuentra en él garantías de solvencia. Es en este momento cuando el desdichado Antonio Vicente decide amenazar al crecidísimo banquero con convertir su vida en una auténtica pesadilla.
No desvelaré la naturaleza de la amenaza porque en ella radica uno de los momentos que el espectador tiene que vivir in situ, pero sí diré que ésta incide y repercute en el desmoronamiento de la felicidad personal del sujeto y que le hace treméndamente vulnerable tanto en lo social como en lo íntimo.
Bajo la aparente sencillez formal que recorre la obra, desde la idea original hasta la puesta en escena en un solo decorado (el despacho del director del banco), se esconde una trama de sorpresas y vuelcos inesperados que enriquecen la historia y que el público agradece porque agiliza la función basada en un largo diálogo entre dos actores que, aunque brillante, podría abrumar al espectador. No es el caso.
El Cerdito es una comedia en estado de gracia, una comedia pura capaz de reconciliar al espectador con la sana costumbre de ir al teatro. Es una forma de entender lo cómico con el único apoyo de la palabra y la idea, sin más artificios y, sin embargo, nos enfrenta con los universales del ser humano que todos conocemos: el miedo a la soledad, el temor a perder lo conquistado o el vacilante equilibrio de las relaciones personales.
Pero este crédito no gozaría de la misma solvencia sin la presencia de dos actores que han ido haciéndose un nombre cada vez más respetado en la profesión. Tanto Carlos Hipólito como Luis Merlo se ganan el pan en cada función interpretando a estos dos personajes de brillantes diálogos, añadiendo de sus propias cosechas todo un despliegue de matices interpretativos, una gran capacidad para hacer reír contagiados por la frescura de un texto que borda de manera asombrosa Carlos Hipólito, no en vano el público interrumpe su actuación para aplaudir a rabiar un momento que el actor debería de incluir en su curriculum vitae.
En definitiva, un inteligente guion que renueva las estructuras y los clichés de la comedia actual; una sencilla pero efectiva puesta en escena con pequeños elementos audiovisuales que podrían haberse desarrollado un poco más; una actuación, rozando la excelencia en ciertos momentos (por parte de los dos protagonistas) y el presagio de que su autor, Jordi Galcerán, nos va a seguir regalando piezas como ésta. Estamos de enhorabuena.
Autor: Jordi Galcerán / Director: Gerardo Vera / Intérpretes: Carlos Hipólito y Luis Merlo / Escenografía: Alejandro Andújar / Iluminación: Juan Gómez Cornejo /
Lugar: Teatro Maravillas, calle Manuela Malasaña 6 (Madrid)
Fechas: Desde el 27 de septiembre de 2013 / Horario: X y J a las 20.30 h., V y S a las 19 h. y 21 h. y D a las 19 h.
El texto de «El crédito» de Jordi Galcerán está publicado en Ediciones Antígona