El Corredor del Laberinto, de Wes Ball

El Corredor del Laberinto, de Wes Ball

Una imagem de «El Corredor del Laberinto» dirigida por Wes Ball

El arrollador éxito de la saga cinematográfica de Harry Potter (2001-2011), hizo que las productoras se frotasen las manos e iniciaran una carrera de fondo en busca de otra saga literaria juvenil que adaptar. Mientras una revolución hormonal hacía que las quinceañeras de medio mundo suspirasen, llorasen y se desmayaran por sus ídolos en forma de licántropos de peluche y vampiros brillantes, en una de las mayores aberraciones fílmicas de la historia (ese manual de vida mormón disfrazado de triángulo amoroso entre la chica más rancia y sosa del planeta y sus dos monstruitos con corazón), la explotación de la Saga Crepúsculo (2008-2012) también iba llegando a su fin, por lo que debía aparecer una nueva panacea sustitutiva para alimentar las cajas de las majors a costa del público adolescente. Mientras el fenómeno fan ha revertido hacia ese plagio descarado de Battle Royale (Kinji Fukasaku, 2000) con protagonista oscarizada y cuya nueva entrega está a punto de llegar; y teniendo en cuenta que han sido muchos los intentos por crear nuevas sagas con las que lucrarse y que han fracasado estrepitosamente en taquilla (Percy Jackson, Eragon, Las Crónicas de Narnia, La Brújula Dorada, La Huésped, El juego de Ender, Soy el Número 4, Hermosas Criaturas, Cazadores de Sombras: Ciudad de Hueso o las más recientes Divergente y Vampire Academy), ya era hora de que un producto de este tipo sorprendiera, y para bien.

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Una imagem de «El Corredor del Laberinto» dirigida por Wes Ball

Llegados a este punto podemos comprobar que, sin ser defensor de este tipo de cine (y es que casi podemos decir que las «adaptaciones de sagas juveniles» conforman un subgénero por sí mismas), «El Corredor del Laberinto» aporta algo más al universo cinematográfico teen, dejando el romance adolescente a un lado y apostando una historia de supervivencia dentro de un futuro distópico con una pincelada de El Señor de las Moscas, un laberinto con criaturas con aire steampunk y un poco del Gran Hermano que a todas horas vigila. No, no he leído el libro, ni tenía intención de hacerlo, pero el visionado del film de Wes Ball, el primero como director, ha abierto una pequeña ventana de curiosidad en mi interior, dejando un ápice de curiosidad por saber cómo continuará la historia (la secuela ya ha sido confirmada por Fox) de Thomas (Dylan O’Brien, joven estrella de la serie Teen Wolf de MTV) y sus compañeros desmemoriados.

Decantándose hacia la ciencia-ficción pura, su éxito quizá venga dado por haber querido desligarse de la ñoñería típica de este tipo de productos, demostrando que los adolescentes, aunque exaltadores de las incomprensiblemente exitosas sagas de Bella y Katniss, a veces responden con buen criterio ante un producto bien llevado a cabo. O puede que, debido a su carácter más adulto, el éxito de «El Corredor del Laberinto» no responda esta vez al fenómeno fan, sino que se convierte en buen ejemplo de cine de entretenimiento por méritos propios, ayudado por un despliegue visual de aúpa y una historia que, aunque manida (y un tanto previsible), engancha, y en la que no pueden faltar los personajes buenos, los malos, los no tan buenos y los que esconden algo. ¿El resultado? Algo más que digno y recomendable.

El corredor del laberinto (2014) de Wes Ball, se estrena en España el 19 de septiembre de 2014

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