En la imagen el actor Julio Peña, elegido por Alejandro Amenábar para interpretar a un Cervantes joven humano, ingenioso, y luminoso.
De Miguel de Cervantes sabemos menos de lo que nos gustaría. Apenas unos documentos, unas fechas, un puñado de datos sueltos que sostienen la vida de quien escribió la obra más universal de la literatura española. De su intimidad, de sus pasiones, de su rostro verdadero, casi nada. Ese vacío es a la vez una pérdida y una oportunidad: cada época ha proyectado en él su propia imagen.
Frente al Cervantes cautivo real en Argel, autor universal, pero con una vida íntima opaca y llena de lagunas. Alejandro Amenábar ha elegido mirarlo joven, vulnerable y deseado. En El cautivo, Cervantes aparece en el cautiverio de Argel como un narrador que, igual que Sherezade en Las mil y una noches, recurre a la palabra para mantener la esperanza viva. Cuenta historias que alimentan a sus compañeros de encierro y, a la vez, seducen la atención del bajá Hasán, su captor. Es una tensión de poder y de deseo, pero también una metáfora: incluso prisionero, Cervantes es libre en la imaginación.

No hay documentos que respalden este retrato. El Cervantes histórico intentó cuatro fugas fallidas, sufrió castigos severos y terminó rescatado por los trinitarios. Nada sabemos de que contara relatos ni de que entablara un vínculo íntimo con Hasán. Pero ahí radica la fuerza del cine: llenar con carne y emoción los huecos de la historia. Amenábar ofrece un Cervantes sensual y carnal, un joven que sobrevive no solo con valentía, sino con la belleza de su palabra y el fulgor de su deseo.
Es una licencia, sí, pero una licencia hermosa. Porque al imaginar a un Cervantes que vibra, que inspira y que atrae, Amenábar no lo traiciona: lo rescata del mármol, lo devuelve a la vida. Nos recuerda que antes de ser estatua, nombre de instituto o calle, Cervantes fue un hombre de sangre y sueños, capaz de transformar la desdicha en literatura. Y quizá ese sea el verdadero homenaje: verlo humano, frágil y luminoso, justo en el instante en que empezó a convertirse en el narrador universal.



