Por NACHO CABANA.
¿Puede el encierro hacer aflorar sentimientos entre dos personas que difícilmente se hubieran relacionado en el mundo exterior? ¿Es el trauma la semilla de una relación condenada a la extinción pero que a la vez salva? ¿Es lícita la traición si supone la supervivencia? Cuando no existe el mundo más allá de los muros de una celda (y cuando, más allá de esta, solo existe otra prisión sin rejas)… ¿es el recuerdo de las películas vistas la única vía de escape?.
De todos estos temas habla la muy popular novela de Manuel Puig, El beso de la mujer araña publicada en 1976, adaptada por él mismo para la escena en 1983 y objeto de una versión cinematográfica dirigida por Héctor Babenco en 1985 que le valió el Óscar a la mejor interpretación protagonista a William Hurt. Hay también una versión musical de Harold Prince estrenada en 1992.
Es precisamente la versión teatral dramática la que, hasta el próximo domingo se puede ver en el Teatre Goya de Barcelona, interpretada por Eusebio Poncela e Igor Yebra, en versión de Diego Sabanés y dirigida por Carlota Ferrer.
Eusebio Poncela se lleva a su Molina a un territorio entre la esperanza y desolación, buscando el personaje entre sus diálogos los resquicios para crear un canal de comunicación con su compañero, un Igor Yebra que no se limita, Ferrer mediante, a ser la pared de los diálogos de su compañero sino que conforma con este un espacio relacional donde no se puede renunciar a la ternura mediante la fabulación.
Es el del protagonista de Arrebato, un excelente trabajo donde modula sin aparente esfuerzo cada frase, cada gesto, cada frase no dicha; la ayuda, la calma, la posible traición. Y eso que, escuchadas desde la escena, las largas descripciones que de la versión de Jacques Tourneur de Cat people no funcionan tan bien como deberían.
La estilización escenográfica de Eduardo Moreno no ayuda, sin embargo, a subrayar las lamentables condiciones de vida de los dos presos. Los ladrillos blancos parecen elegidos más para poder proyectar sobre ellos unas no demasiado bien utilizadas proyecciones que para dar al drama de los protagonistas toda la dimensión que reclama.
El otoño que viene se podrá ver en las pantallas de toda España la adaptación que Lone Scherfig ha hecho de la novela de Hernán Rivera Letelier La contadora de películas que utiliza una idea similar a la de El beso de la mujer araña para volver a reivindicar el arte, ahora en desuso, de narrar lo narrado.