El acento andaluz: Gracioso o criado

El acento andaluz: Gracioso o criado

La imagen pertenece a una representación de Bernarda Alba en la ESAD de Sevilla.

Por Sergio Baños

No importa que Don Juan, Leonardo o Bernarda sean personajes de teatro manifiestamente andaluces. No son graciosos ni criados. Están condenados al olvido de su procedencia. No habrá rasgo que identifique su origen, pues serán interpretados por actores castellanoparlantes con perfecta dicción vallisoletana. Desde dirección quizá se obvie esta seña identificativa o, a lo sumo, se piense innecesaria para su interpretación.

Sin embargo, tampoco importa que Tello, Clarín o los sepultureros de Hamlet no sean de naturales de la parte meridional de la península. Serán numerosos los montajes en los que el espectador pueda oírlos cecear, sesear, comerse letras o todo a la vez, que resulta siempre más vistoso. Al estar diseñados para la servidumbre o el divertimento el acento andaluz les viene que ni pintao.

Gracias a este fenómeno, ya transformado en convención, oiremos en boca de Bernarda Alba expresiones que nunca ha escuchado pero que quizá conozca por ciencia infusa. Leonardo será un campesino que habla como un urbanita. Y los personajes del Tenorio o del Burlador no son sino un puñado de forasteros que coincidieron en la ciudad de Sevilla.

El uso reiterado del habla andaluza para señalar a los personajes de baja clase social no hace sino profundizar en el tópico del andaluz como ignorante y paleto. Un cliché enmascarado que hace las delicias del público.

Soy consciente de que no hay intencionalidad directa de burla o menosprecio, pero su uso inconsciente y por inercia está haciendo que pierda la capacidad de reírme de mi mismo. No puedo sino librar la batalla contra el prejuicio. Si el teatro es un espejo, como dicen tantos, que no sea cóncavo. Importa cómo contamos las cosas al público. Todo trasciende al imaginario colectivo, al subconsciente de la sociedad.

Siento que el teatro se devalúa a sí mismo cuando veo la propuesta de un personaje andaluz sobre el escenario, al que le han puesto un tonillo como a quien se le coloca un sombrero, únicamente regido por el criterio del así funciona. Se ignora el desacertado retrato que se hace de la sociedad andaluza.

Fuera del gracioso y del criado, que también pueden serlo, el personaje andaluz necesita ocupar otros espacios en la escena. No hace falta siquiera inventarlos; existen. Sólo hace falta una cosa: Capacidad de riesgo. Seamos capaces de ofrecer al público lo que no acostumbra.

Autor

Sergio Baños, nacido en Marbella el otoño de 1987, estudia Arte Dramático en Sevilla y se traslada a Madrid en 2012, donde reside actualmente. Ganador del Premio Letras Hispánicas por su obra Desconocidos, se desarrolla como director y dramaturgo. Ensayo sobre el Demonio es su segunda incursión en la dirección después de Eurovegas.

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