El abismo se repuebla

El abismo se repuebla

Estamos ante una obra breve pero mercurial, en la que el pensamiento crítico revolucionario crece, avanza y golpea con una sorprendente musculatura. El abismo se repuebla (Pepitas de calabaza, 2016) no es sólo un ensayo, tiene una lírica oculta que lo supera, un estilo que hace que los conceptos caigan en nosotros como gotas de fundido metal en la geometría de nuestro espíritu.

El abismo se repuebla semprunJaime Semprun (1947-2010) inaugura su ataque con una sentencia tan dura como el granito: el mundo de hoy es un cadáver en descomposición, un lugar poblado de laberínticas putrefacciones. Pero no se trata de aullar, Semprun quiere pensarlo, salir de la “noche de la razón”. De su intento nos llegan preciadas llaves para abrir jaulas.

Nuestra sociedad busca abolir la Historia, y así vivimos en una rueda que en el barro derrapa furiosa sin moverse a ningún sitio. Éste es el círculo neurótico que habitamos, una cárcel circular que compartimos con una venenosa fiera: la técnica que todo lo entreteje fagocitando la posibilidad misma de lo humano. Sin Historia, atrapados en un presente que flota desconectado de todo pasado y de toda posibilidad de futuro, instalados en “una vida simplificada, mecanizada y sin espíritu”, la humanidad se transforma en barbarie: hombres y mujeres que repoblando el abismo lo hacen crecer.

Pero en esta oscura noche, aún quedan pinceladas negras por dar, y así Semprun sentencia: “Todo ocurre, pues, como si, merced a un desastre confusamente sentido por todos como irreversible, los de arriba se hubieran liberado de la obligación de mantener el mundo actual y los de abajo se hubieran librado de la necesitad de transformarlo”. Porque, “En realidad ya nadie quiere, sobre todo entre los pobres, asumir la menor responsabilidad en la marcha catastrófica del mundo. Cada cual, rico o pobre, quiere ir por el atajo para participar de los mismos placeres, reconocidos por todos como tales, la única diferencia es que este atajo es necesariamente más violento para los pobres”.

Triste narración aquella en la que la verdad se ha vuelto inofensiva, esto es, en la que ésta ya no nos obliga a posicionarnos y a actuar, y si se pierde la verdad, su verdadero valor, entonces todo está permitido. Un nihilismo ácido que convierte la faz del planeta en una horrenda calavera y que anuncia un futuro que en realidad no es más que una vuelta la pasado:

una cosa es cierta: el hecho de que el capitalismo tenga toda la pinta de regresar a la infancia – es decir, a la sangre y el fango de sus orígenes-«

Quien quiera libritos de autoayuda, panfletos de superación o manuales del buen emprendedor, que huya de este texto visionario legado por Senprum. Pero una cosa parece clara, sea cual sea nuestra postura, el cielo de la verdad terminará cayendo sobre todos nosotros y ese día -lo queramos o no- estaremos obligados a actuar.

Gracias Pepitas por la publicación de otra gota de lucidez.

Autor

Soy filósofo y hago cosas con palabras: artículos, aforismos, reseñas y canciones. De Tarántula soy el cocapitán y también me dejan escribir en Filosofía Hoy. He estado en otros medios y he publicado algo en papel, pero eso lo sabe casi mejor Google que yo.

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