Justo hace una semana estuve en una cena en la que sufrí un interrogatorio por parte de una pareja. Justo hace una semana alguien dio el soplo, me delató como tío que tenía escritas algunas novelitas. Justo hace una puta semana me preguntaron cosas como ¿Por qué escribes? ¿En qué te basas para escribir? ¿En quién te inspiras para escribir? ¿Desde cuándo escribes? Justo hace una maldita semana, yo tenía un hambre demencial y el lomo alto de vaca me miraba a mí y yo le miraba a él, el vino también me hacía ojitos y mi interacción preferida eran los productos de la mesa. Justo hace una jodida semana, yo era consciente de que nunca he sabido contestar esas preguntas correctamente, pero sobre todo era consciente de que había que ser muy hijo de puta y muy malísima persona porque, queridos, y aquí va el tema pérfido y cruel, esas preguntas me las estaban haciendo en inglés (ellos eran hindúes), y asumí el riesgo de decir cuántas veces fuera necesario “the wine is wonderful, guys” y “talk about you, son of a bitch”. Fuck off.
(Modifico el post, porque recuerdo ahora un matiz importante, hubo un momento en el que el tipo se quitó las gafas, se acarició la barbilla y preguntó severamente ¿Qué es la literatura? Ahí os prometo, mi introspección tuvo una respuesta evidente, clarísima: la literatura es tu puta madre)
*
Hay mucha gente forzando la retórica a tope, haciendo malabares con las palabras, dando rodeos increíbles al escribir; y paradójicamente lo hacen casi siempre para esquivar las medias tintas, los grises, para intentar hacernos creer que con un lema basta. El eslogan es blanco y/o negro. Hay muchas formas aparentemente sofisticadas de decir que sólo hay buenos y malos. En Facebook la mayoría de veces no podemos mantener un debate productivo porque no somos capaces de ser honestos con nosotros mismos; cómo cojones entonces lo vas a ser con el otro. En mi caso parto de una base desde mi frivolidad, mi veleidad, mi esnobismo contraproducente; yo tengo gente en Facebook (y para mí se lo han ganado ellos con su trayectoria) que digan lo que digan, estaré con ellos, o de otra manera más fácil, y sin retórica ni magnificencia, me interesan más las personas que sus ideas.
*
En mi mesa de noche, entre viejas revistas porno y calendarios de tías en bolas, yo escondía El Principito, para que no lo viera nadie.
*
Hay gente que siempre está en una “etapa de su vida que…”, no como yo que vivo en un sarcófago medieval.
*
Estoy jugando a una cosa muy interesante que es aguantarme a contar que el análisis médico me ha salido a “haz lo que te salga de las pelotas, chaval, aquí no vengas más” y me ha parecido infinitamente dolorosa la cara de la doctora por tener que dar tan buenas noticias y corroborar mi ser inmortal e indefectible. Sabiendo ya, que podría vivir perfectamente 147 años, porque los resultados son tan prodigiosos, casi de que el prójimo tenga ganas de matarme, diría: (y yo casi que entendería mi asesinato) no sé si comer con aguardiente, ginebra o heroína.
*
Habéis tocado techo, aliados. Os dimos una oportunidad, pero ya está bien. Se acabaron las rebajas. Asumamos que un hombre que necesita identificarse TODO EL DÍA como feminista es lo menos feminista que puede haber en el mundo. Punto. Y ahora voy a decir algo de malísima persona: menos feminismo de post y más tratar con empatía y respeto a las chicas en la vida real, incluso a las que tienen el pelo azul, un colgante tribal, son brujita84 en Messenger y las enanas que tienen pinta de contratar sicarios.
*
He pedido café con churros por puro impacto visual, después de unos 7500 días sin hacerlo, y sólo puedo aseverar que son una masa infame para malísimas personas y que la gente con tostadas de aceite y tomate miran con superioridad a la clientela de los churros, y hacen bien. Solo me salvaguarda una escena de esta humillación: una familia que está escribiendo su propia tragedia; comen porras y dicen que están buenas los hijos de puta. Muy mal les ha tenido que tratar la vida.
*
Esta mañana como es habitual no tenía leche. He salido a comprarla con pantalón de pijama, espardeñas, pelo alborotado, sudadera y abrigo. Ese aspecto de superhéroe en el que se te cruzan de acera los que vienen del After, y el rumano del gorrito de lana te mira mosqueado porque eres su competencia en la indigencia. Ese momento en el que la china te dice “otra vez tú no tiene leche” y al salir decides llevarla en la mano, sin bolsa, y te abres el abrigo, y se ve una infantil sudadera de anclas de 1986, y la aureola del snob contraproducente cobra sentido total.
*
– Jajaja. Ya, también. ¿Cómo apoyas al feminismo?
– Comparto noticias de malos tratos, escribo “ni una más”, lazo morado, apoyo a Juana, de todo, lloro, agredo, estimo y decido qué puede ser humor, lo típico. Si se pasan digo cosas como “eres la peor mierda que ha podido cagar una madre” ¿Y tú?
– Soy abogado defensor de la mujer, llevo casos de violencia de género, explotación sexual y convenios colectivos en fábricas de textil, pero hago chistes de lo que me sale del rabo.
– Bah, tú ni eres feminista ni ná, puto personaje.