Las grabaciones caseras se han convertido en una fuente inestimable para aquellos documentales que indagan en la vida privada y familiar de las personas que pretenden perfilar. DocumentaMadrid 2018 fue un ejemplo de ello con dos filmes dirigidos por mujeres que se ganaron un hueco en el palmarés del certamen dentro de la sección Competición nacional de largometraje: El señor Liberto y los pequeños placeres, cinta de la española Ana Serret ganadora del premio a la Mejor Fotografía, y Ainhoa: yo no soy esa, filme de la chilena Carolina Astudillo merecedora de la Mención Especial del Jurado de esta edición.
Curiosamente, ambas utilizan las películas de Súper 8 y 8 mm. de manera muy distinta. Mientras la primera lo hace como apoyo a la hora de reconstruir la personalidad de un hombre afectado por el Alzheimer, el padre de la propia cineasta, la segunda las usa para mostrar que la mujer protagonista, aquella que aparece en filmaciones y grabaciones de audio, distaba mucho de ser aquella que se mostraba ante la gente, aunque fueran amigos y familiares.
La realizadora se apoya principalmente en las anotaciones del diario de la homenajea, leídas por una escritora que tiene más de un punto en común con la retratada, para dejar constancia que el perfil público era muy distinto al de la verdadera Ainhoa, una mujer de apariencia dura y muy frágil en su foro interno. Incluso las declaraciones de familiares y amigos ponen de manifiesto que ellos tampoco conocían verdaderamente a una joven con numerosas inseguridades y tormentos interiores.
Por otra parte, el largometraje traza conexiones entre las inquietudes de la retratada, las de la propia directora o las de otras féminas ilustres, como Frida Kahlo y Virginia Woolf, para plasmar que los retos y problemas a los que se tienen que enfrentar las mujeres son similares, aunque no lo sean su nacionalidad o condición social. El resultado es un emocionante documental que se convirtió en una de las favoritas de los informadores cinematográficos que cubrimos el festival.