Por NACHO CABANA
Con un éxito rotundo de público (10.000 espectadores más, una ocupación un 30% superior a la del año pasado) se ha cerrado esta edición 2016 del Docs Barcelona, un certamen que en su momento decidió sacrificar el número de días de proyecciones así como la cantidad de películas exhibidas en aras de contar con la presencia de los directores y (algunos) protagonistas en sus actividades. Un interesante extra para el espectador inquieto que además provoca en éste inesperadas emociones al poder hablar con quienes vivieron y/o filmaron las historias que acabamos de ver. La ausencia de traducción simultánea dinamiza los debates y optimiza el tiempo de éstos aunque hubiera sido deseable que no se marginara al castellano en beneficio del inglés en los subtítulos.
Nadie se fijó en la mujer ciega antes de que se iniciara Niña sombra pero resultó apasionante poder preguntarle a María Teresa Larraín cómo le transmitió a su director de fotografía en qué medida se iba transformando su visión y con ella la percepción del mundo según su ceguera anunciada desde la infancia iba ganando terreno. Larraín , veterana y experimentada documentalista chilena, maneja muy bien en esta su película de transición entre la luz y las sombras el contraste entre el Toronto en el que vive y su Santiago de Chile natal donde descubrirá a los vendedores ciegos de la Alameda a los que al principio temerá por verse reflejada en su discapacidad y que acabarán siendo sus mejores amigos.
Tanta es la perplejidad que tiene Veronika Lišková hacia el pedófilo en potencia (que no en acto) que protagoniza Daniel´s world que la directora checa parece no saber qué gramática audiovisual aplicarle. Lišková se encontró por casualidad con el Daniel del título que le abrió la puerta a una de esas matizaciones de las que la sociedad actual huye y rechaza llevándose por delante a los ciudadanos que las provocan. Al igual que durante décadas sucedió con los gays (cualquier homosexual era un violador de niños) pero sin solución posible a su conflicto, Daniel se siente atraído por menores de edad pero nunca ha abusado de uno ni ha consumido pornografía infantil on line. Sabe que toda su vida sexual y amorosa estará obligatoriamente cercenada, con la castración química o la abstinencia como únicos horizontes posibles. Ahora bien, Daniel no es una personaje interesante más allá de su condición. No trasmite nada, no es especialmente brillante ni dramático explicándose y lo que cuenta provoca un irremediable y comprensible rechazo en espectador aumentado por la carencia de punto de vista de la encargada de llevar su historia a la pantalla. Una película incómoda con tan poca solución como sus protagonistas.
Como ya viene siendo habitual, no atino a ver las películas que luego acaban en el Palmarés. La familia chechena del argentino Martín Solá obtuvo el premio a la mejor película gracias a “una manera poética de hacer sentir al interior de una comunidad y de mostrar la identidad de un pueblo en un contexto de violencia histórica, a través de un fuerte compromiso con la forma”.
El cuarto de los huesos, de Marcela Zamora conquistó el Premio Amnistia Internacional así como una Mención Especial del jurado mientras que el Premio Nuevo Talento optó por la transexual que Karolina Bielawaska retrata en Call me Marianna.
El documental colombiano Paciente, de Jorge Caballero (un retrato de la lucha de una madre contra el sistema público de salud colombiano) se impuso en la nueva sección Latitud DocsBarcelona al tiempo que la producción catalana Metamorphosis, de Manuel Pérez fue reconocida por los espectadores con el Premio del público y por el jurado con una Mención especial.
Algunas las películas de esta edición se puede ver hasta el 8 de junio en filmin