Hoy nos visita la poeta canaria Diana Álvarez, que reflexiona sobre el oficio de escribir y nos ofrece una muestra de su poesía.
Diana es, como se define a sí misma, escritora, redactora y poeta extravagante en ciernes. A pesar de que la escritura ha formado parte de su vida desde su infancia más temprana, no ha sido hasta este último año cuando ha decidido dedicarse a la literatura y las variantes que ofrece la red para su difusión.
Actualmente, compagina la escritura de poesía y la preparación de un segundo y tercer poemarios La disyuntiva de los amantes (aún inédito) con la publicación en su página web, www.diana-alco.com, de una sección de humor.
Diana Álvarez por ella misma
No resulta sencillo presentarse a uno mismo. Sólo soy una poeta o escritora extravagante en ciernes.
Esa simple frase me define en cierta manera aunque quizá debería comentar por qué. Considero la escritura una necesidad y al autor un mero intermediario. No creo en la dictadura del lector ni del autor, sino en la libertad de la palabra como medio de expresión por antonomasia, especialmente en la poesía.
En muchas ocasiones, el debate de la evolución necesaria de la palabra escrita, que parece haber quedado en un punto estancado mientras las demás artes han avanzado de forma notable, aparece en diferentes medios mostrando el interés dentro del mundo literario por enfocar la literatura hacia un panorama distinto, más innovador.
En esta época tal vez la tendencia sea una mirada más introspectiva que choca con la creencia de que ha sido así en los últimos siglos. La realidad como tal ya es estudiada ampliamente desde otros ámbitos de la literatura.
¿Por qué debería ocurrir lo mismo con la poesía? Considero que ésta debe permanecer en el área más libre y anárquica de las letras. Su evolución natural la aboca a erigirse como un espacio independiente, en cierto modo, de directrices o corsés.
Al menos es mi intención como creadora. Y como lectora. Disfrutar de la honestidad en verso.
Selección de poesía
USTED
Es que usted tampoco me ve
No me ve
No ve sólo huesos y piel
No ve sólo despojo
una sombra
de carne que tiemblaÉl vio entonces el filo
los ríos secos de pétalos
violeta
El terror de las auroras
y las aguas gélidas
La voz ahogada del grito
La mano enredada
en su melena
Y el viento el viento
que silba ecos furiosos
bajo una lámpara trémula
NO QUISE
No quise ver el mar.
Quise la frontera cercana,
libre de puños, de serpientes
de humo. El fuego azul
del alma enlutada, una hoja
engrietada de barrotes transparentes.
Quise la frontera desdeñada,
tomar el vuelo urgente, enterrada
en avernos de acero.
No quise ver el mar,
ni cielo abierto en las pupilas.
Quise el velo de sangre
de un adiós afilado.
Mi niña, y tiemblo,
beso, y tiemblo
por dentro. Y tiemblo
en las paredes, y tiemblo
con el viento. Pequeña,
tan pequeña y tiemblo.
El tiempo que resta y tiemblo
con tu silencio, clamor y tiemblo
en caricia que canta lo que callas,
tu piel que grita y tiemblo
en el caos de telas y vigilia, tiemblo.
Duerme la noche, yo tiemblo
latido y silencio, soledad
y viento. Tiemblo
tus manos en mis huesos.
Cómo dejar de temblar.Arde un relámpago. Hombres y mujeres
de papel. Un humo espeso
adormece los cielos.
Un trueno en la boca de un ciego.
Flores secas pasean en manos
de niño.Arde la humanidad en versos
de humo. Sus bocas no lamentan.No arrecia la lluvia.
Una anciana cubre de cenizas
sus ojos vacíos.
Muchas gracias por honrar a mis vástagos en verso en esta revista, Justo. Un abrazo muy fuerte.
Lo he leído por curiosidad, Diana, me alegro mucho de haberme encontrado con la sorpresa de tus ideas y tus versos. Sigue así. ¡Mua!
Gracias, Marian. Un abrazo fuerte :)
Un placer leerte. :)
Gracias, linda :)
~Tan bonito encontrar a Diana en este espacio! Que siga toda tu energía creativa dando más y más! Abrazos y cariños!~
Saudy ~_~.