Aquellos días azules y aquel sol de la infancia.
¡Menos conversación y seguid quitando la nieve!, exclamó el soldado francés. Ya que habéis venido desde tan lejos, continuó, lo lógico es que limpiéis la carretera para que nuestros coches puedan pasar. Él levantó la vista, pero no llegó a observar la expresión de apatía de aquel tipo. Para esto hemos perdido una guerra, susurró un oficial del ejército que le doblaba la edad, al que había conocido en la frontera y que no dejaba de hablarle del encuentro con Machado y su madre, unas semanas atrás, en una pequeña fonda del camino. Yo no quería disparar mi arma, dijo él entre susurros moviendo la pala con dificultad. A mí me ocurría lo mismo, dijo el militar con las manos ateridas. Y añadió: Ya ni siquiera nos quedan las palabras de los poetas, esa sensación de pertenecer a alguien, de que nada de lo que nos ocurra dejará de ser inútil. Quizá la vida no sea tan absurda, dijo él cogiendo una margarita que sobresalía en la nieve.
Tardaste varios años en regresar a España.
Para entonces ya sabías que la infancia nunca desaparece del todo.
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Entrañables días azules y sol de infancia de un relato que entraña dulzura por todos los poros de su piel. Recuerdos de su infancia, anhelo del padre que un día le contó una anécdota que le hizo mella; la eternidad y la inmortalidad, las guerras y las amor que invaden el mundo, el sentido de la vida cuando lo buscamos aunque a veces `se piense en que no lo tiene; la infancia nunca desaparece, siempre existe un niño dentro de un nosotros que siente la misma ilusión y deseo de vida y más en un día como hoy, el Día de Reyes ¡¡¡¡¡¡¡Cuántos recuerdos tiene nuestro querido amigo Justo Sotelo!!!! La figura de su padre, el recuerdo, la añoranza, sus palabras, lo que aprendió le influye mucho en su vida, en su forma de ver y percibir el mundo; la figura del padre aparece como tema clave en todas sus novelas..es muy significativo…y placentero…ver cómo tiene en su mente ese eterno reflejo paterno..Palabras de los poetas, lenguaje…
Es un cuento que nada más leerlo me recordó a «La flor amarilla» de Cortázar donde el borrachín encontraba una flor amarilla común y corriente al borde un cantero.En esa flor encontró la belleza del mundo que está entre nosotros y la importancia de nuestras vidas; así en el relato nuestro querido escritor a través de la margarita que cogió de la nieve, nos dibuja la belleza de la vida, la ternura de la infancia, los recuerdos a su padre, las lacras de las guerras…en medio de todo eso, están «los niños» que entrañan la belleza del mundo. Gracias querido Justo Sotelo por tu maravilloso y entrañable regalo de Reyes, el año pasado fue música, este año un cuento…siempre te das a nosotros hasta en este día mágico de Reyes. Un abrazo Justo y mi más sincera enhorabuena.
una muy buena anécdota, si perdemos el espíritu perderemos también la infancia… y todo lo que nos trataron de enseñar nuestros padres, lo importante de la vida, vivir y soñar, que nunca lo pierdas…
Efectivamente… Nos pasamos la vida, como le sucedió a tu padre, tratando de recuperar el único paraíso que existe. La infancia.