Desnudando a Eros, de José María del Castillo & Antonio Rincón-Cano ©Danilo Moroni/@Juan Carlos Toledo
Por Luis Muñoz Díez
Bajo el título Desnudando a Eros, José María del Castillo como autor y, codirector junto a Antonio Rincón-Cano, nos presentan un espectáculo inesperado qué, al margen de señalar que el amor se vive con alma de bolero. Con un final inexorablemente trágico como canta la copla, ofrece números realmente cómicos, coreografías flamencas, con rigor y estética que firma Benjamín Leiva, y variadas composiciones musicales originales de Alejandro Cruz Benavides.
Coplas rancheras y tangos son loas al masoquismo moralista, que presagian como un drama, dejarse llevar por el amor y el instinto natural del deseo, con el agravante de que a veces los limites no nos los marca la norma, si no, que somos nosotros mismos los que no nos permitimos, para lo que autor y director hacen un recorrido por la dramaturgia y sus «Mitos» de la antigua Grecia a Carmen, fijándose más en el desamor femenino.
Los personajes son cinco Almas que bagan cautivas en el desamor, que han vivido en sucesivas vida. Se han reencarnado varias veces, incluso su alma habitó a los personajes femeninos de la tragedia de la Grecia, que serán interpretados con una ductilidad asombrosa por los cinco interpretes que componen el elenco. Así darán voz a Penélope, Ariadna, Fedra enamorada de su hijastro, sin remedio, a Medea que fue capaz de sacrificar a sus hijos por no resistir el abandono de su amado, o a Elena de Troya, que se siente acreedora por haber abandonado todo por amor el amor de un hombre, sin recompensa.
Pero el espectáculo, aunque se ocupe en incidir en cómo los actos amor y deseo, los volvemos contra nosotros mismos, en vez de disfrutarlos con libre albedrío, que poco tiene que hacer el «libre albedrío mentado», con la censura ajena y la propia. Autor y directores juega con un humor soterrado y juguetón, durante toda la representación.
Tratan también el amor imposible de Romeo y Julieta, con un humor lírico al que sacan mucho partido los que escuchan las palabras entregadas de los enamorados, y miran sus gestos, reaccionando ante ellos de manera jocosa e incrédula. El amor siempre tiene un punto cómico, cuando lo sienten otros.
En la función también cave la queja de Eva, Dulcinea, Ofelia y Cleopatra, en una escena cómica en la que los cuatro personajes literarios acuden a una terapia de grupo. Conducida por una profesional, a la que saca mucho jugo el actor José María del Castillo, que actúa canta y baila en la función. Con una vis cómica importante el actor Guillermo de los Santos, representa a un Adán, con su uniforme de hoja de parra, y a Eva, siendo uno y otra en lo que tarda en cruzar las piernas.
Saúl Cusac, se encarga de encarnas a la pareja Hamlet y Ofelia, con una facilidad pasmosa, para encajar lo que tenemos entendido como femenino y lo masculino. Los Leiva, recrean a una Cleopatra, transfigurada entre Lola Flores cuando se indigna y cruza los dedos o Sara Montiel con su hablar lento y pastoso, y su promiscuo y tedioso Marco Antonio, y a un Quijote, que pretende una dama para loarla con versos, mientras Aldonza quiere un marido de manos rugosas con menos lírica, y más acción en lo carnal. La escena que componen los cinco personajes es realmente divertida, al publico le llega, y la disfruta.
Pero sí hay una escena hilarante es cuando se representan cómo, en el Olimpo reclutan voluntarios para bajar a la tierra, y saber porque las cosas del amor y la pasión, siguen sin funcionar. Los intérpretes haciendo un alarde de masculinidad sin pudor, se contornean en calzoncillos estampados de corazones con gafas de sol caladas. Primero en una coreografía que, parodiar el masculino orgulloso de no atender más que a sus apetitos del estómago y de la entrepierna. Y no bajaran a la tierra la viril cuadrilla, si no, al patio de butacas, logrando que el público interactúe, participe y se divierta, hasta la carcajada.
En los números de baile, hay dos momentos muy vistosos como cuando una a la atribulada doña Inés, se ve envuelven por cuatro bailaores con capotes, que mientras ejecutan la danza, recitan partes del texto con desparpajo torero. Un momento de la danza realmente espléndido, es cuando el bailaor Benjamín Leiva, a pecho descubierto y mantón de Manila, recrea un pasaje de Carmen.
José María del Castillo y Antonio Rincón-Cano, con Desnudando a Eros«, componen un mosaico diverso y mestizo en el que tocan los palos de la comicidad directa, la estética de la danza con rigor, con canciones cantadas en riguroso directo, en una función que caben los místicos, con su poesía de un encendido erotismo, para un espectáculo que ronda las dos horas, y en el que Mario Leiva, Saúl Cusac, José María del Castillo, Guillermo de los Santos, Benjamín Leiva y Alejandro Molina, se entregan sin usura.
Texto Original: José María del Castillo Dirección: José María del Castillo/ Antonio Rincón-Cano Coreografía Benjamín Leiva Composición Musical: Alejandro Cruz Benavides
Alma 1: Héctor Garijo Alma 2: José María del Castillo Alma 3: Guillermo de los Santos Alma 4: Benjamín Leiva ALMA 5: Alejandro Molina
Madre (OFF): Natalia Millán Dios (OFF): Juan Motilla/ Karmele Aranburu Covers: Mario Leiva/ Saúl Cusac
Asesoría verso: Karmele Aranburu Vestuario: Enrique Vincent Atezo: Atelier de Porca Iluminación y Sonido Miguel Guirao Escenógrafa: Alejandro Arce Regiduría: Miriam Gómez/ Raúl Benrez Cartel y fotos de estudio: María la Cartelera Fotografía espectáculo: Danilo Moroni/ Juan Carlos Toledo Vídeo: Vértigo 360 Producción: María Eugenia Vaquera/ Miguel Ángel Medina