Bartleby Editores publica por primera vez en edición bilingüe la obra completa del poeta modernista irlandés Thomas MacGreevy ,con una cuidada traducción y notas de Luis Ingelmo. Y lo que parece una promesa de satisfacción acaba convirtiéndose en una enorme sensación de pesadez tras su lectura. Desconozco las razones por las que mis admirados bartlebyanos han apostado por una obra que, en general, se encuentra demasiado apegada al ambiente literario e histórico en el que fue escrita, y que, por lo tanto, soporta muy mal cualquier cambio de clima.
Es indudablemente cierto que los diferentes ismos literarios han desempeñado (y siguen haciéndolo) admirablemente sus funciones. Cada vez que la creatividad literaria se apoltrona en los caldeados salones de la burguesía es imprescindible azotarla hasta despertarla de sus sueños acomodaticios. Pero no es menos cierto que la mayoría de los seguidores de esas mismas corrientes, en exceso fanatizados y repletos de autoimportancia, creyeron haber encontrado en cada momento la realización definitiva del arte en sus respectivos Manifiestos.
Son precisamente aquellos autores que participan de su tiempo desde una sana distancia escéptica los que pueden absorber lo mejor de sus tradiciones y ponerlo al servicio de una voz única que debe constituirse como radical experiencia del mundo.
Desde luego, no es la impresión que me ha dejado la lectura de MacGreevy.
Ya en el Manifiesto que abre el libro (“Poetry is Vertical”), y que el propio MacGreevy firma junto a otros autores como Beckett o Sweeny, comienzan a revelarse algunos síntomas preocupantes:
La desintegración final del yo en el acto creador se hace posible gracias a un lenguaje que funcione como vehículo divinatorio y no vacile en adoptar una actitud revolucionaria en lo referido a la palabra y la sintaxis, llegando incluso al extremo, si es preciso, de idear una lengua hermética”
¿Vehículo divinatorio?
¿Lenguaje hermético?
Siéntome tentado de abrazar este nuevo evangelio, pero mucho me temo que acabaríamos por no entendernos…
El poemario, por lo demás, avanza en un correcto despliegue de figuras retóricas , referencias pictóricas y culturalismos varios, que bien podrían deleitar a un coetáneo de MacGreevy que a la sazón compartiera sus refinados gustos, pero que difícilmente pueden trasladar emoción o revelación alguna a este humilde reseñista.
En definitiva, mucho cuidado con los católicos devotos irlandeses, más aun si se adhieren con entusiasmo a Manifiestos Literarios. Alguien que escribe en revistas como “Father Mathew Record” y “The Capuchin Annual” no posee un historial demasiado acreditado de salutífero escepticismo.
Poesía completa, Thomas MacGreevy, Bartleby Editores, 2013.