En la imagen Irene Serrano, velada como Astrea en «La gran Cenobia» de Calderón de la Barca, en versión Luis Sorolla, con dirección de David Boceta Foto Sergio Parra
Por Luis Muñoz Díez
Luis Sorolla adapta y David Boceta dirige La gran Cenobia de Pedro Calderón de la Barca, para la Compañía Nacional de Teatro Clásico. La obra de don Pedro no puede estar más vigente, no solo por tratar un tema eterno como es el poder con mayúsculas, también por la demanda de independencia que está sobre la mesa de varios gobiernos europeos, y porque vivimos un momento en que por las redes sociales podemos apreciar que, es más codiciado presentarnos como deseamos ser, que como realmente somos.
El poder es irresistiblemente adictivo, pero una vez logrado hay una necesidad de entrar en la galería de los salvadores históricos, y para ello, es imprescindible controlar el relato como indica David Boceta en el programa de mano. Un relato que opaque las tropelías cometidas, y ennoblezca al «elegido» sin necesidad de que los actos atribuidos sean ciertos o no.
El texto tiene su mensaje ejemplarizante, no olvidemos que está escrito por un clérigo, que marca las líneas del bien y el mal. De hecho, en el texto se dice: “el mayor éxito del diablo es hacernos creer que no existe”. Luis Sorolla y David Boceta traducen de una manera casi didáctica el barroco texto de Calderón, y la alambicada historia que abarca la obra, para ello cuentan con la voz de Astrea interpretado con aplomo y rigor por la actriz Irene Serrano, que a modo de jefe de pista circense nos sitúa en una Roma que se rompe por sus costuras, como todos los Imperios que se erigen por la invasión de pueblos con cultura propia, que quieren liberarse desde el minuto cero. Sumado a las luchas por el poder internas, materializadas por un golpe de estado, por medio del asesinato del emperador a manos de su propio ejército.
El montaje en la manera de llegar al publico, tiene un gran transmisor el trabajo musical de Antonio de Cos, que tras la voz de Astrea que nos anuncia los acontecimientos, sitúa un grupo musical. En que sus componentes a ritmo musical narran la epopeya, tras unos velos que separan el espacio escénico, sobre los que se proyectan unas imágenes muy precisas, en plano corto vemos formaciones militares o botas, que con su pateo marcial pisotean la coherencia.
El laurel del poder lo ciñe Aureliano interpretado por el actor José Juan Rodríguez, que representa con acierto un tirano de libro. Otro personaje que pertenece al equipo del mal es Libio, un resentido dado que el poder de Palmira -en su pretensión de independencia-, ha recaído en Cenobia. A pesar de las maniobras para que fuera suyo con asesinato incluido perpetrado junto a Irene, una guardia traidora de la propia reina de Palmira. El actor José Luis Verguizas pone todo el rencor y la mezquindad que Libio precisa. A Irene su compañera de tropelías, le pone resolución y sensualidad la actriz Marta Guerras.
En medio está Decio. Un militar fiel a Roma, enamorado de Cenobia enemiga de Roma por su afán liberar Palmira de la ocupación imperial, pero la lealtad de Decio a Roma es tan inquebrantable que, a pesar de su amor por Cenobia, permanece fiel al imperio. Su lealtad es tan firme, que es leal aún ostentado el poder Aureliano, que no merece su respeto.
El actor Mikel Arostegui se hace cargo de Decio. Un personaje complejo de interpretar, por la barroca dramaturgia de Calderon. Su leguaje lirico está sazonado de símiles para expresar la realidad en su vocación de trascendencia, en que simboliza un afán de poder tan ciego, que hace olvidar que vivimos de paso. Un mensaje con tan altos empeños, que gracias a Sorolla y Boceta llega integro, y de una manera diáfana al público.
Del diseño de iluminación es responsable Vítor Longas que realiza un trabajo muy delicado de sortear la luz entre los velos, que separan los dos espacios que marca la acertad escenografía de Almudena Bautista, sobre los que se proyectan las videoimágenes de Álvaro Luna.
El vestuario de Paola De Diego es otro acierto del montaje, al actor José Juan Rodríguez, interprete del malvado Aureliano. Lo reviste con un abrigo rojo con cuello de piel, para pronunciar el potente discurso maniqueo de las razones del poder, que sin duda ayuda al actor a representar ese poder que a todo mortal en su arrogancia le viene grande.
El otro malo, Lubio y a su cómplice Elena los viste con una ropa casi futurista, funcional y clara como sus propósitos. A Cenobia en su intención de no ser adulada sin motivo, lleva un pantalón y una camisa ceñida dorada que significa su poder y su feminidad. Cenobia es con Decio son los personajes honestos que luchan únicamente guiados por los ideales. A Cenobia cuando es poderosa. De Diego le pone un abrigo a modo de manto, y cuando está presa y humillada le despoja de él. A Irene Serrano en su función de oráculo como De Diego le viste de negro porque lo importante es su discurso.
El actor Mikel Arostegui como Decio, el personaje depositario de todos los valores de la coherencia honradez y justicia, le viste con ropa militar en su derrota, pero sobre esa ropa le sobrepone una falda gris de forma escocesa, pero con intención de significar su condición de romano inquebrantable.
En el montaje quiero significar el excelente trabajo de Antonio de Cos, como director musical, autor de la música original y del espacio sonoro, por lo que, responsable del grupo musical que marca con desazón el carácter velico de la epopeya. Aporta fuerza a la dramaturgia con la voz de los músicos actores Cristina Arias, Mariano Estudillo, Alejandro Pau y Víctor Sainz, músicos y a la vez que soldados, cuando dejan de estar velados, si en su función de soldados realizan un trabajo eficaz, en su labor de músicos narradores realizan un trabajo de gran belleza.
La labor de David Boceta como director es muy sugerente creando espacios simultáneos sin solapar las acciones, y con los actores hila un trabajo compacto, uniforme en la manera de moverse y de decir el verso, algo que no es tan habitual como debería de ser, cuenta con la asesoría de verso Alejandro Saá, y la coreografía de Eduardo Carcano.
La función se cierra con una escena coral en que el integro Decio es coronado, con un parlamento realmente hermoso dicho por Cenobia en la bien timbrada voz de la actriz Isabel Rodes, en la que reclama ser dueña de su propio relato, con una intensidad que emociona. Decio le pide a Cenobia que sea su emperatriz, pero sentado en su trono dueño ya, del poder, no escucha los ruegos de clemencia de Cenobia, en favor de los traidores Libio y e Irene, a los que ejecuta.
La gran Cenobia estará del 13 de enero al 6 de marzo en el Teatro de la Comedia -Madrid-, más información y compra de entradas AQUÍ
Título La gran Cenobia Autor Calderón de la Barca Versión Luis Sorolla Dirección David Boceta Elenco Cristina Arias, Mikel Arostegui, Mariano Estudillo, Marta Guerras, Alejandro Pau, Isabel Rodes, José Juan Rodríguez, Víctor Sáinz, Irene Serrano y José Luis Verguizas.
Escenografía Almudena Bautista Iluminación Víctor Longás Vestuario Paola de Diego Coreografía Edu Cárcamo Dirección musical, música original y espacio sonoro Antonio de Cos Videoescena Álvaro Luna Asesor de verso Alejandro Saá
Ayudante de dirección Vanessa Espín Ayudante de escenografía Igone Teso Bravo Ayudante de iluminación Marina Palazuelos Soto Ayudante de vestuario Guillermo Felipe Señaris Ayudante de videoescena Elvira Ruiz Zurita Producción Compañía Nacional de Teatro Clásico