Daniel Veronese en «Espía a una mujer que se mata», versiona ‘Tío Vania’ de Chéjov

Daniel Veronese en «Espía a una mujer que se mata», versiona ‘Tío Vania’ de Chéjov

Por Luis Muñoz Díez

 

Daniel Veronese, sitúa Espía a una mujer que se mata, su particular versiona del ‘Tío Vania‘ de Chéjov, en el mismo decorado que usó para Mujeres soñaron caballos y Los corderos. Es como si hubiera decidido instalar a sus personajes en un pequeño apartamento, en vez de dejarlos habitar donde les corresponde, en este caso en una amplia hacienda del campo ruso.

El decorado está conformado por una escuadra, en el panel izquierdo hay una puerta por la que se puede salir al exterior, en el panel derecho, un ventanuco por el que espiarán en alguna ocasión los personajes ausentes, a modo de muñecos de un teatrillo de marionetas, y una puerta que se supone conduce al interior de la casa.

Vania es un hombre que trabaja la tierra cumpliendo su destino, y ha admirado siempre al intelectual Serebriakov, viudo de su hermana. En la hacienda vive con su madre María y Sonia, la hija que tuvo su hermana con Serebriakov. Cuñado, suegra e hija trabajan sin descanso para que no le falte de nada al intelectual, ahora casado con una atractiva joven llamada Elena.

Natalia Verbeke, Alonso García Millán, Malena Gutiérrez y Jorge Boch en "Espía a una mujer que se mata" foto marcosGpunto

Natalia Verbeke, Alonso García Millán, Malena Gutiérrez y Jorge Boch en «Espía a una mujer que se mata» foto marcosGpunto

Veronese arranca la historia en un estado caótico y febril. Vania y Astrov, un médico rural, respiran con ansia el aire que espira Elena, la joven esposa del viejo Serebriakov, mientras su joven y poco agraciada hija, se enciende ante la presencia del médico.

El intelectual desea, no la carne de su joven esposa, si no la gloria y el aplauso que siente que se le va ya de las manos. Elena se deja querer, pero también desea, quizá un hombre joven o simplemente ser deseada.

El febril deseo de los cinco personajes está sitiado simbólicamente por las paredes de la casa de muñecas, y el estrecho espacio en les sitúa Veronese.

Únicamente María -madre, suegra y abuela- asiste cual esfinge al decadente espectáculo de su ex yerno, al encelamiento de su hijo por Elena, que se resuelva como se resuelva acabará mal, y al empeño de su desdichada nieta de ser amada por el médico. La tensión del drama, la descarga Teleguin, una especie de amiga pegada que vive con ellos.

Veronese propicia que los personajes se consuman en su propio jugo. Y después de un violento desencuentro familiar, resuelve la historia echando tierra para apagar el incendio. En un acto de profunda hipocresía en que Serebriakov impone, que lo ocurrido jamás ha pasado.

En la imagen Pedro G. de las Heras, Ginés García Millán, Malena Gutiérrez, Susi Sánchez y Marina Salas Foto marcosGpunto

En la imagen Pedro G. de las Heras, Ginés García Millán, Malena Gutiérrez, Susi Sánchez y Marina Salas Foto marcosGpunto

Serebriakov volverá a Moscú con su joven esposa, para que prenda ardores en otros hombres, el medico Astrov, alcohiolico y ecologista no volverá por no hacer más daño a la desdichada Sonia. Vanía, su madre y su sobrina taponaran la ausencia trabajando para que viva con desahogo el intelectual, como parece que está marcado en su destino.

El trabajo de los actores es tan carnal que huele, Serebriakov a sovervia, Vanía y Astrov a testosterona, y Sonia a un deseo que le cala.

Pedro G de las Heras, compone perfectamente al intelectual egocéntrico que es Serebriakov. Susi Sánchez maneja con empaque un personaje que es tan consciente de lo que ocurre, como de que no está en su mano remediar nada. Jorge Bosch y Ginés García Millán, tienen mucha química juntos, son colegas, rivales y se quieren. Malena Gutiérrez es el cascabel de la función, igual que lo amargo se lo lleva el personaje de Sonia, interpretado por Marina Salas, que al final endereza la vela de tío Vania. Ser el objeto del deseo es difícil, y más cuando se desea también, y ese el papel Veronese se lo ha encomendado a Natalia Verbeque.

Espía a una mujer que se mata, es un Veronese en estado puro

 

Autor: Antón Chéjov Versión de Daniel Veronese Compañia: Centro Dramático Nacional Director: Daniel Veronese Intérpretes: Jorge Bosch, Pedro G. de las Heras, Ginés García Millán, Malena Gutiérrez, Marina Salas  Susi Sánchez y Natalia Verbeke Duración: 1 h 20 min

En cartel desde el 27 de octubre al 10 de diciembre de 2017 en Teatro Valle-Inclán (Centro Dramático Nacional). Sala Francisco Nieva

Autor

Desde que me puse delante de una cámara por primera vez a los dieciséis años, he fechado los años por películas. Simultáneamente, empecé a escribir de Cine en una revista entrañable: Cine asesor. He visto kilómetros de celuloide en casi todos los idiomas y he sido muy afortunado porque he podido tratar, trabajar y entrevistar a muchos de los que me han emocionado antes como espectador. He trabajado de actor, he escrito novelas, guiones, retratado a toda cara interesante que se me ha puesto a tiro… Hay gente que nace sabiendo y yo prefiero morir aprendiendo.

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