No hay un lugar de memoria común ni una tristeza común
Sentada en un sofá negro, frente a un té rojo, Amelia Valcárcel mantiene el diálogo en alza. Tiene luz, su discurso alumbra y hace mejor a quien escucha. Visita Tenerife para debatir sobre el mundo que queremos, junto al también filósofo Emilio Lledó, quien fuera Vicepresidente del tribunal que juzgó su tesis doctoral. Hace tiempo que Amelia Valcárcel viene señalando los fundamentos de un mundo justo e igualitario. Fue ternura comprobar que el cauce de su conocimiento desembocara en una hermosa sentencia: amor a la libertad.
¿Le interesa más de dónde venimos o a dónde vamos?
No hay manera de saber a dónde podemos ir si no tenemos un buen paisaje que nos permita interpretar. Hay que tener un mapa y ese mapa en nuestro tiempo incluye un agudo y avezado sentido histórico. Occidente ostenta la capacidad, pero en buena parte también el deber, de tener sentido histórico. Por una parte por nuestro protagonismo en los últimos quinientos años y, por otra parte, y me apoyo en la filosofía, pues a mí no me queda más remedio, ya Nietzsche lo dijo, la gran novedad del tiempo presente es la aparición del sentido histórico.

Nietzsche: «Ser dueños de nuestras cuatro virtudes: el valor, la penetración, la simpatía, la soledad.»
¿La memoria histórica de nuestro país está a la espera de un perdón general a modo de amnistía general y alcanzar una memoria histórica responsable y que no haga daño?
Es muy difícil porque la paz no ha sido hecha, se ha hecho el olvido. Entiendo por ello no que la gente sea violenta una con otra, sino que no tenemos una versión compartida de lo que ocurrió. Cuénteme el siglo XX de España y habrá todavía dos versiones. Una dirá que se acabó con la monarquía Alfonsina y comenzó un momento distinto, que fue frustrado y abortado virulenta y violentamente por una guerra civil, cuyos contendientes son todavía una opción de gobierno… Y otros dirán que todo iba perfectamente y otras gentes, herederos de ideas exteriores, puso a España en una situación de peligro de la que hubo de salvar, y costó muertos, pero lo hemos perdonado todo. No necesito inventar nada porque esto se oye. Nadie se ha hecho cargo de advertir que lo que pasó nos pasó a todos y que los muertos tienen que reposar juntos en los mismos sitios y que tenemos que hacer la paz con esa historia. No conservamos una memoria unificada del conflicto.
¿Es responsabilidad de algún colectivo dar con la clave que permita una paz?
Esta paz puede no hacerse y cerrarse nuestra memoria en falso; y probablemente sea lo que está ocurriendo. Hace tres años formaba parte de una comisión que se había creado en Presidencia del gobierno para hacer un estudio y una valoración del Valle de los Caídos; la formábamos gentes de diversos espectros: conservadores, bastantes conservadoras, muy conservadoras, menos conservadores, de centroizquierda, de izquierdas, y muy de izquierdas. Aquel lugar representaba un tipo de memoria y, sin embargo, en ese lugar hay 30.000 personas del bando republicano más que las del otro bando dentro de un túnel al que solemos llamar basílica y que necesita un arreglo imponente. Muchas de las cosas que hemos visto allí desearíamos no haberlas visto. Pude constatar hasta qué punto era dificilísimo alcanzar una entendimiento. Si un lugar está dedicado a la memoria de las víctimas, solo puede haber víctimas. Y evidentemente Francisco Franco no es una de las víctimas. Recomendamos por mayoría que los restos de Franco fueran retirados al panteón familiar, donde por otra parte es lógico que estén. Con el honor que se les quiera dar. Eso produjo una escisión importante en una comisión que había funcionado estupendamente. Si una decisión como esta todavía no se podía tomar es porque se necesita mucho tiempo. España no está donde debía de estar, y eso me decepcionó.
¿De tal manera que vamos a heredar nosotros este conflicto? ¿O ya lo hemos heredado?
Ya lo hemos heredado. Supongo que ustedes, su generación, ya podrán solventarlo. A esta mía todavía… Cuán larga es la memoria del agravio. Cuando era más jovencita, siempre pensaba que tres generaciones dura la memoria de una guerra. Pero de esa guerra nos separan casi setenta y cinco años y no hay una versión unificada, no hay un lugar de memoria común ni una tristeza común, atenuada por la distancia. Todo el mundo tiene derecho a su memoria, pero hay una gente que se obstina en hacer de esto un motivo de litigio porque considera que tratar estos temas es avivar. ¿Avivar qué? ¿Por qué la abuela de un señor debe estar en una cuneta y la abuela de otro señor descansando en el camposanto? Aquí nadie ha escrito Lo que el viento se llevó porque no se lo ha llevado el tiempo.
Doris Lessing dijo: «La memoria y la guerra no terminan nunca». A los 92 años escribió un libro sobre el padecimiento de sus padres durante la guerra y con una memoria que abarcaba gran parte del siglo XX llegó al momento final de su vida con esta conclusión.
Ella se atrevía con cosas de las que casi nadie quería ocuparse. Era muy peculiar. Hablé con ella en una ocasión. Para demostrar que la vida literaria no era nada fácil, ya consagrada escribió una novela, la presentó a varias editoriales con un pseudónimo y coleccionó las cartas de rechazo. Tenía un cierto tipo de gracia y de valor relacionado con su pesimismo. Era dueña de un pesimismo optimista. Disiento solo en una cosa. Las guerras del siglo XX han tenido una enorme capacidad destructiva, pero las sociedades más primitivas viven en un conflicto casi continuo. Mientras las guerras no ocurren, nuestras formas de vida son las más pacíficas que hemos experimentado y el sentido histórico viene muy bien para analizar estas cuestiones porque hemos globalizado también la guerra.
¿Cuál es el porvenir del feminismo y su pensamiento?
El feminismo nace con la modernidad y tiene textos fundacionales en el siglo XVII. Nuestros días tienen el reto de convertir este pensamiento estabilizado y político en un pensamiento global. La libertad de las mujeres es un casus belli en muchos sitios donde la libertad de las mujeres no gusta nada y se resisten con uñas y dientes amparándose en la santa tradición. Para otros es un término que no saben lo que es, pero les inquieta y no les gusta. Centrarse es importante. ¿De dónde viene el feminismo? El día en que Descartes nos puso de pie. No admitas más que ideas claras y distintas. Por ejemplo, todo lo que viene existiendo puede ser un prejuicio heredado. El porvenir del feminismo dependerá muchísimo del porvenir del racionalismo, que no está asegurado.
¿Alcanzar espacios de poder como la Consejería de Educación y Cultura del Principado de Asturias, el Consejo de Estado o el Patronato del Museo del Prado ha condicionado tu trabajo intelectual en torno al feminismo?
Advierto una cosa. Cuanto más subes el monte, más paisaje ves. Y mejor ves dónde queda todo. Te ayuda muchísimo, pero precisamente a ratificarte en tus convicciones porque ves dónde están las lagunas. Es bueno realmente poder atestiguar hasta qué punto la condición de libertad de las mujeres todavía es muy imperfecta en nuestra propia sociedad. En otras sociedades nacer mujer es un castigo que dura toda la vida. Es así. Nadie en su sano entender diría que la condición de las mujeres es mucho más suave que lo fue en el pasado, dista mucho de una idea de libertad sin barreras y sin prejuicios ni estereotipos. Eso no ocurre todavía.
Además de la feminidad, ¿qué otras construcciones tiene añadidas la mujer?
Es que todo funciona en dualidad. Si construyes la feminidad, construyes también la masculinidad. No es posible una sin la otra. Nos movemos en un mundo de normas, lo que nos hace ser quienes somos son las normas que cumplimos. Ahora, en esta conversación, hablamos en un tono exquisito, pero coja una revista del kiosko. Si desayuna todas las mañanas con esa imagen de la mujer… Está todo acotado y sobresignificado. Y muchos varones creen que su libertad es seguir pensando torvamente. En este aspecto el problema no son las mujeres, son los varones. Las mujeres han cumplido su parte de la carrera. Los varones, no. Se resisten. No les gusta como viene el futuro porque se estaba mejor antes.
¿El mundo que queremos en un mundo libre, administrado por la libertad?
Sería maravilloso. No hay cosa más hermosa. Una vez, en un viaje con mi marido, estábamos tan hartos de la comida local que nos fuimos a buscar un restaurante japonés. Y lo atendía una chica estupenda que decía que lo que más le gustaba eran las palabras en otros idiomas. Nos preguntó cuál era la palabra más bonita del español. Y yo dije: libertad. Y mi marido dijo: amor. Vale. ¡Gloriosa síntesis! El amor a la libertad es lo más bonito que existe porque es hermoso amar la libertad. Somos descendientes de mucha gente que amó la libertad, y ellos eran la mejor gente, trabajaron lo indecible y sufrieron. Nadie puede asegurar que el destino del mundo sea el de un lugar libre y feliz. Esto pertenece a lo que deseó la Ilustración para el futuro. Otros concluyen que eso nos pasará cuando nos muramos. ¡A ver si nos pasa ahora!
«No se hace mujer, se llega a ser», dijo Simone de Beauvoir. ¿Se puede aplicar la célebre cita a un varón?
Sí. Usted y yo somos individuos y personas.
La ciudadanía es el punto de igualdad.
La ciudadanía tiene que estar garantizada por el Estado y ser este un gobierno bien estructurado en una sociedad abierta. Pero, ¿cuánta riqueza hace falta para mantener este tipo de sociedades? Estamos en un punto crítico porque las democracias tienden a creerse más fuertes de lo que son. Cuando los vientos económicos no son buenos la gente puede creer que la democracia es prescindible, si alguien te hace creer eso. La mayor sociedad planetaria es la china y parece ser que no tienen entre sus fines ser una democracia.

Amelia Valcárcel afirma «Mientras las guerras no ocurren, nuestras formas de vida son las más pacíficas que hemos experimentado”