Otro libro bonito de Impedimenta. Su disposición estética es laudable (como la palabra precedente, que huele toda ella a Le Petit Marseillais). Puede parecer un libro para feministas pero es un libro para chicas que tienen un ramito de lavanda en el cuarto de baño y coleccionan flores secas, fotos de sufragistas del siglo XIX y novios afectados con gafas de culo de botella. Y también es para mí, que lo mismo cuelgo un rama de lavanda de la viga vista de mi casa que se lo echo al pollo con miel y tomillo. Es un libro de vehículos de propulsión humana que eran bonitos hasta finales de los 80. Bicis. Luego apareció Decathlon y se jodió todo.
Las damas van a hacer los recados sobre ruedas; se dice que las princesas prefieren montar en bicicleta a montar en sus caballos.
La ciclista debe colocar el pie en ángulo recto con el pedal, del mismo modo que se pone cuando se monta a caballo, y decirle al zapatero que marque con tiza dónde deben ir las ranuras antideslizantes.
El coste inicial de una bicicleta es casi tan elevado como el de un poni.
Era muy manistream del siglo XIX esa comparativa de la bicicleta con el arte ecuestre. Ahora la comparación sería entre las propias bicicletas, que a su vez supone la confección de las personas, según donde vaya tu culo. Hay tres tipos de bicis: hipster o bonita, de decathlon o cani y de BiciMad o eléctricas, también llamada cool o híbrida. Como somos una sociedad ecléctica y conciliadora con la bicicleta, el culo de una choni de Murcia puede ir sobre una Hugo Koblet suiza del 53 y el hipster sobre una mountain bike gris metalizada del 2007, que viene a ser la bici loca del coño sensiblera, fea pero buena.
… siempre hay personas que más que seres humanos parecen moscardones en lo que a los ciclistas se refiere, gente irritable y que se comporta de modo furibundo, sobre todo si quien lleva la bicicleta es una mujer.
Los tiempos no han cambiado tanto. Este libro tiene mucha más médula que la propia simpleza que alguien pueda intuir, por tanto no es un tratado insignificante ni está escrito para tontos que se creen muy listos. Cualquiera pueda atisbar la sencillez, pero igual esta obra es para el inteligente disfrazado de borderline, es decir el intelecto humilde, preguntándose qué me estás contando aparte de que a la hora de hacer turismo en bicicleta lo mejor es llevar leche con soda y galletas. Se puede escudriñar cierta mujer culta y segura, con algún reverso feminista, tenaz, y poco proclive a dejarse manosear las tetas (metáfora, hablamos de tráfico) por el primer taxista de turno. La misma mujer que quiso renovar el dogma social y cultural de la supremacía del hombre, para darse cuenta más tarde de que había tipos que no podían ser de otra manera y a fin de cuentas los hombres y las mujeres no se mantienen como las bicicletas.
Damas en Bicicleta es un libro profundamente revolucionario, en primer lugar porque fue publicada en 1897 y en consecuencia y segundo lugar porque desafiar con este tratado los preceptos imperantes de la moral de los hombres del siglo XIX y la reina Victoria con su palo y su zanahoria, daba aún mayor valía a la obra. Entonces empezaron a llamar a las bicis ,»máquinas del diablo».
Lo primero y primordial que cabe esperar de la propietaria de una bicicleta es que la mantenga siempre limpia y brillante.
No somos tan tolerantes como los hombres en lo que a costumbres se refiere: ellos cuentan con una infinidad de círculos sociales, organizados concéntrica y jerárquicamente , lo que hace que, cuando alcancen el poder, suelan mostrarse arbitrarios y tiranos.
Es un libro que golpea violentamente los cojones del English Gentleman del siglo XIX. Una violencia de lavanda, como empezábamos.
» El uso de la bicicleta ha hecho más por la emancipación de la mujer que cualquier otra cosa en el mundo «
– Susan B. Anthony en una conversación con Nellie Bly –
Damas en bicicleta, F. J Erskine, traducción de José C. Vales, Editorial Impedimenta, 2014.