D’A 2024: El placer y Teherán.
Por NACHO CABANA
Vera y el placer de los otros de Federico Actis y Romina Tamburello hace un excelente programa doble con la ya comentada en estas páginas Edge of everything de Sophia Sabella y Pablo Feldman. No solo porque ambas se puedan considerar “coming of age” (etiqueta que, desde ya, juro no volver a utilizar por muchas más películas programadas en este D’A 2024 que puedan encajar en el subgénero) sino porque están protagonizadas por actrices que exceden, con mucho, la edad de sus personajes.
No obstante, la primera diferencia entre ambas es que, en el largometraje argentino que nos ocupa, Ofelia Castillo tiene 24 años pero sí te crees que esté en torno a los 15 ó 16. Un acierto que sus directores usan para contar la historia de una chica que le roba a su madre las llaves de uno de los pisos propiedad de un amigo de la familia que se dedica a alquilar para rentarlo ella por horas a parejas de su edad que no tienen dónde echar un polvo.
Con esta curiosa variación de El apartamento de Billy Wilder, Sabella y Feldman exploran diferentes vías argumentales, sin llevar hasta sus últimas consecuencias ninguna de ellas para no perder la veracidad ni apartar su film de la comedia dramática que es.
La primera es la del despertar del morbo en la improvisada casera adolescente, que se queda en el descansillo del edificio escuchando los gemidos de sus inquilinos y que después se masturba sobre el colchón donde ha tenido lugar el encuentro sexual. La segunda es el descubrimiento de un secreto familiar que cambia la visión que tiene de sus padres y la tercera, a modo de conclusión, las dotes para el capitalismo de la joven protagonista.
Abusa un poco, aunque sabe disimularlo, de las casualidades pero, en un tiempo donde escasean las secuencias de sexo en el cine (quizás porque los productores prefieren ahorrarse al “coordinador de intimidad”) Vera y el placer de los otros nos ofrece un relato mucho más amable (pero solo ligeramente menos explícito) que el de, por ejemplo The Feeling That the Time for Doing Something Has Passed, también vista en el D¡A 2024 y comentada en estas páginas.
Y constituye un sólido argumento más (supongo que, de haberlos visto, los títulos de crédito iniciales habrán desatado las iras de Milei) para defender la existencia de un cine argentino amenazado por la imbecilidad de su gobierno actual.
Critical zone.
Los admirables y complejos dramas familiares y relacionales de Jafar Panahi sacaron, afortunadamente, al cine iraní de debajo del olivo al que el reconocimiento internacional de Abbas Kiarostami parecían haberlo condenado.
Ali Ahmadzadeh, en esta Critical zone, va mucho más lejos mostrándonos el periplo nocturno de un camello en la Teherán actual en una suerte de versión lumpen de Posibilidad de escape de Paul Schrader. No hay exotismo pero sí sorpresa en la descripción de ambientes y personajes que el actual régimen iraní negará hasta su derrocamiento que existen.
Rodada clandestinamente (como buena parte de las películas persas que viajan a festivales internacionales), la estructura episódica convierte Critical zone un trabajo bastante irregular. Secuencias tan brutales como el ataque al protagonista y la azafata en mitad de un descampado deberían haber marcado el tono general, pero no es así ya que aparecen de repente momentos más “buenrrollistas” que son acompañados por una música extradiegética tan obvia que parece parodia.
Con un, por otro lado, buen trabajo de sonido, la sensación final de Critical zone (una de las películas más esperadas del D’A 2024) es que “hay un hombre en Teherán que lo hace todo”… aunque no todo lo que hace sea igual de interesante.