D’A 2024: De Geer, Tellenne y Bucarest.
Por NACHO CABANA
En el mundo de los “emprendedores” (sean desarrolladores de apps o simples“greenwashers” de cualquier ingeniería) son muy comunes los cursos / concursos de «pitchings» en los que sus participantes tienen que vender a un grupo de inversores sus proyectos. También son habituales en el mundo audiovisual, aunque, en este caso (muy coherentemente con la idiosincrasia del sector) se han acabado convirtiendo en ejecutivos de plataformas y cadenas de TV esquivando a productoras y productoras esquivando a guionistas.
En uno de estos foros se desarrolla la muy inteligente y divertida (sí, ambos términos pueden -y deben- ir juntos) película sueco-noruego-francesa Hipnosis de Ernst De Geer (escrita conjuntamente con Mads Stegger), vista en el D’A 2024 que encara este fin de semana su recta final.
Partiendo de un recurso cómico de deshecho (la hipnosis de un personaje modifica su comportamiento público y privado para crear situaciones divertidas a su alrededor), De Geer y Stegger logran una comedia sobre una pareja en crisis en la que van aflorando determinados micromachismos sin que el discurso igualitario supere al sentimental.
Porque los dos personajes principales de Hipnosis (encarnados por la pareja protagonista de La peor persona del mundo: Asta Kamma August y Herbert Nordrum, ambos espléndidos) son una pareja que se quiere y trabaja junta, sin grandes conflictos aparentes pero muchos soterrados. Y cuando estos estallan ya no hay nada nuevo que discutir porque, intuimos, todo ha sido discutido ya. Entonces solo les queda (como a Ethan Hawke y Julie Delpy en la última secuencia de Before midnight) la complicidad privada, lo que no puede ser entendido fuera de ellos dos, lo que les ha servido para hacerse la vida más divertida durante toda la vida en común.
¿Será eso suficiente?. Hipnosis lo deja en manos del espectador en un final abierto. Una película que, aunque fuerza la credibilidad más de la cuenta en algún momento, no pierde el tono cómico elegido y transmitido con éxito al espectador.
Y si lo dudan, piensen en como sería su posible remake ibérico.
L’homme d’argile / The dreamer.
También hay mucho amor en la película francesa L’homme d’argile de Anaïs Tellenne, vista en el D’A 2024. Amor de la directora hacia su personaje central (una suerte de golem con el físico del clásico luchador André el gigante) y de este hacia la perfomancer dueña de la casa de campo en la que trabaja.
Una relación que vemos nacer y crecer literalmente desde el barro, con pocas palabras y algo de gaita en un film que se va paulatinamente centrando en su subtexto, que sorprende en sus momentos más cómicos y conmueve en los dramáticos.
Tanto Raphaël Thiéry, como Emmanuelle Devos están muy bien dirigidos por Tellenne al igual que los secundarios entre los que se lleva la palma la singular empleada de correos encarnada por Marie-Christine Orry.
Cine feel good de autor que conmueve.
No esperes demasiado del fin del mundo.
También conmueve, por lo que es capaz de irritar, No esperes demasiado del fin del mundo, la nueva película de Radu Jude que solo tiene de bueno su título y es, con diferencia, la peor película de las que el que esto escribe ha visto en el D’A 2024.
Un troleo al espectador (y a los críticos que aplauden estas propuestas al tiempo que desprecian, por ejemplo, a Iñárritu o Sorrentino) en la que su protagonista (una auxiliar de dirección de unos comerciales para prevención de riesgos laborales) se pasa más de media película conduciendo por Bucarest sin que (a diferencia del camello de Critical zone) ni lo que dice, ni con quien se encuentra tengan el más mínimo interés o gracia.
Por supuesto, no hay trama ni construcción dramática alguna pero tampoco la más mínima intención detrás de lo rodado y editado. Para intentar parecer más o menos artista (tampoco tengo claro que sea eso lo que quiere) y estirar el metraje más allá de lo razonable, Jude alterna las secuencias rodadas por él con otras de una película de la época de Ceaușescu, Angela merge mai departe (1981) de Lucian Bratu, con las que el metraje actual supuestamente “dialoga”… aunque, en realidad, se limita a ralentizar algunos planos y a que las protagonistas de ambas son taxistas (alarde de complejidad).
Para asegurarse de agotar sin duda la paciencia del espectador, el director de Un polvo desafortunado o porno loco (película que por lo menos conseguía un efecto «watafak») inserta los videos que la protagonista hace desde su móvil con una máscara digital y, lo que es más grave, corona los 163 minutos de metraje con un un plano de casi una hora sin editar del supuesto clip sobre riesgos laborales.
La nada.