Por NACHO CABANA
La sección Un impulso colectivo nos regaló ayer por su décimo aniversario una estupenda película española que, si bien no encaja en lo que se suele asociar con el tipo de cine que impulsa Carlos Losilla desde el D´A, si resulta ser un apasionante thriller verbal (un poco en la línea, aunque no tiene nada que ver argumentalmente, con la muy reivindicable Jusqu’ici tout va de Francesc Cuéllar).
Upon entry de Alejandro Rojas y Juan Sebastián Vásquez se centra en uno de los temores que tiene todo viajero que llega a EE.UU, especialmente si lo hace con un pasaporte de un país considerado “peligroso” como Venezuela. “No todos los pasaportes valen lo mismo” (dijo uno de los dos directores de la película que nos ocupa en el coloquio tras su presentación en el D´A 2023) aunque tengan estampado dentro idéntico visado.
La paranoia gringa por la seguridad (actualmente es obligatorio en todos los centros educativos de California celebrar simulacros de supervivencia en casi de ataque nuclear acompañados por clases de survival) ataca, muestran Rojas y Vásques, directamente no solo los derechos civiles de los ciudadanos que quieren entrar legalmente en USA sino también el más elemental sentido común.
No hay nada sospechoso, nada ilegal en la documentación que la pareja protagonista de Upon entry presenta al llegar Nueva York, primera escala en la república de las barras y estrellas antes de instalarse en Miami. Y, sin embargo, el simple hecho de que el hombre sea venezolano y la mujer española ya los hace candidatos a interrogatorios destinados a hacer aflorar sentimientos de culpabilidad y verdades no dichas.
Excelentemente dialogada y actuada por Alberto Amman y Bruna Cusí (el padre de esta agarro el micrófono durante el coloquio posterior a la proyección de Upon Entry en el D´A 2023 para decir que le había parecido la mejor interpretación de su hija), el film, basado en casos reales vividos por los directores y guionistas en aduanas de todo el mundo (españolas incluidas), concluye con la inutilidad de un procedimiento legal más cercano en sus objetivos a la humillación que a la seguridad.
Menos debió gustarle al padre de Bruna Cusí el film que la actriz presentó la misma mañana del domingo. El fabuloso caso de Golem es la primera película de Burnin´ Percebes rodada con un presupuesto, por así decirlo, profesional y actores conocidos. Brays Efe, Luis Tosar, Roberto Álamo y Anna Castillo se dan cita junto a la protagonista de Verano del 93 para levantar una comedia que parece, en su arranque, seguir los pasos de la bestial Espíritu sagrado de Chema García Ibarra proponiendo dos ideas muy, para entendernos, Black Mirror (en clave low-fi) y que desarrolla con descaro y gracia en su primera mitad para luego perder fuelle, comenzar a repetirse y extraviarse en una trama secundaria legal que no tiene el interés suficiente como para llegar al desenlace con brío.
También hemos visto, fuera ya del Impulso colectivo, la película colombiana candidata al Goya 2023, La Jauría de Andrés Ramírez Pulido, un film que tiene muchos puntos en común con Los reyes de la noche de Laura Mora en el sentido de que, como la ganadora de la última Concha de oro en San Sebastián, está protagonizada por niños de la calle colombianos reales, introduciendo en su peripecia documental elementos propios del realismo mágico colombiano.
Aunque en La jauría, los protagonistas habitan un no-lugar desde el comienzo, una suerte de centro de rehabilitación a base de trabajos forzados que denota el fracaso de la sociedad colombiana durante décadas; no tienen los chicos de Andrés Ramírez Pulido, por tanto, esperanza alguna que pueda ser truncada por el sistema; son tan prescindibles y molestos para el país como los de Laura Mora… y acaban codeándose, como estos, con sus propios fantasmas.
