Por NACHO CABANA.
Comentábamos en estas mismas páginas, a partir de la proyección de Ahed´s knee de Nadav Lapid en el D´A 2022, las fugas que con la cámara perpetraba el director en la planificación de su película así como otras vías de escape que trasladaban el film del drama al otros territorios más comentativos que narrativos.
Petrov´s flu de Kiril Serebrennikov se nutre extensamente de estas disgresiones. La nueva película del director de Leto (este año va a la sección oficial de Cannes con su nuevo film Tchaikovsky’s Wife) quiere ser una visión de la Rusia contemporánea a partir del periplo de un personaje central aquejado de una gripe que le hace ver y participar de una suerte de realidad aumentada y habitada por la violencia. Algo, que también sufre, y de manera más explícita, su esposa.
El film es espléndido mientras se mantiene fiel a sus propias reglas; la escena inicial con los asaltantes portando máscaras de luchadores mexicanos, el polvo en la biblioteca, la paliza que el personaje interpretado por Chulpan Khamatova le da uno de los asistentes a su club de lectura poética etc. Pasado el arranque, Serebrenikov introduce una suerte de agujeros de gusano entre las diferentes capas que tiene su discurso y que empiezan a sobrecargar este al tiempo que prolonga más de la cuenta algunas secuencias y situaciones hasta llegar a una media hora final en blanco y negro que resulta ser otra película insertada dentro de la inicial y que traiciona esta, llevando Petrov´s flu a concluirse con la más aburrida de sus pretensiones.
En un entorno mucho más desolador (que ya es decir) se desarrolla la muy interesante coproducción entre Francia, Holanda, Egipto y Grecia, Plumas de Omar El Zohairy. La acción tiene lugar en el penúltimo de los países citados pero el planteamiento bien agradaría al más excéntrico de los cineastas helénicos.
Una mujer casada y con hijos, que es un cero a la izquierda en la vida de su familia, que solo calla y sirve “a los suyos”, ve como, durante la celebración del cumpleaños de uno de sus retoños, un mago convierte a su marido en una gallina dejándolos sin ingresos ni sustento.
Y es a partir de la búsqueda de una solución a tan peculiar problema cuando aflora el instinto de supervivencia de la mujer, cuando usa su coraje y su dolor no ya para salir adelante sino para no caer aún más bajo en el ya de por sí insoportable nivel de miseria en el que vivían cuando el hombre proveedor estaba con ellos. Un marido al que, convertido en ave de corral, encierra en el dormitorio y con el que la mujer se limita a hacer lo mismo que hacía antes, esto es, echarle de comer y llevarle al médico (ahora veterinario).
Rodada en planos generales donde la ubicación de la protagonista es progresivamente relevante, Plumas flirtea abiertamente con la “pornomiseria” aunque a El Zohairy le redime en parte ser natural de El Cairo así como lo delirante metafórico de su planteamiento. Ambas circunstancias le permiten ¿exagerar? en la composición de encuadres y descripción de ambientes tan abyectos como sorprendentes (el dormitorio con una ventana que da a las chimeneas de la fábrica, la comisaría, la clínica veterinaria, el circo…)
La resolución abraza el realismo que su autor negó al planteamiento sin perder director y guionista (Ahmed Amer) el tiempo intentando conectar uno y otro.