¿Es drama? ¿Es romántica? ¿Es fantasía? ¿Es misterio? Pues resulta que Cuento de Invierno lo es todo a la vez.
Akiva Goldsman, responsable de la dirección, producción y guion de esta adaptación de la novela de corte fantástico de Mark Helprin publicada en 1983, parece verse sobrepasado por una labor que le queda bastante grande, y eso queda patente en el resultado final de un film tan tedioso como vacío. Mano derecha de Joel Schumacher durante los noventa, década en la que el tándem director-guionista nos traería sendas adaptaciones de novelas de John Grisham (El Cliente, 1994, y Tiempo de matar, 1996) además de ese díptico kistch y aberrante que fueron la tercera y cuarta entrega de Batman; y habiendo formado este nuevo milenio equipo con Ron Howard (Una mente maravillosa, 2001; Cinderella Man, 2005; El Código Da Vinci, 2006; y Ángeles y Demonios, 2009) he aquí la muestra de que no cualquier refutado guionista puede llevar a cabo una buena labor de dirección.
A camino entre un cuento de hadas, la película romántica de turno (su programado estreno mundial para el 14 de febrero ya lo dice todo) y una película fantástica dispuesta a reventar taquillas, Cuento de Invierno se queda un intento de todo lo citado, y es que estamos ante uno de esos casos en los que la adaptación de una novela hace aguas por todos lados y se hunde hasta lugares inhóspitos de los que a medida que avanza el metraje sabes que no logrará emerger. Unos muy desubicados actores que llegan a desprender un cierto aire de comedia involuntario (y eso es una de las peores cosas que le puede pasar a una película de corte “serio”) son lo que hace falta creer que tenemos ante nosotros una bizarrada de serie B en la que Russell Crowe (¿de verdad no había otra opción?) hace de malo malísimo dentro de un cuento sobre la eterna lucha del bien y el mal en la que el antaño prometedor Colin Farrell vive su particular historia de amor con una bella y enferma Jessica Brown Findlay, amor que perdurará durante más de un siglo y en la que un caballo blanco volador cual Pegaso jugará un papel fundamental en el cumplimiento de los milagros, que es el verdadero leitmotiv de la película, una película en la que tampoco faltan pinceladas acerca de la mitología de ángeles y demonios, con aparición estelar del propio Lucifer (Will Smith) como momento ¿cómico? de la película.
Si nos quitamos los lastres que suponen las etiquetas y nos plantamos ante ella dispuestos a ver una casi divertida pseudo-producción fantástica con un argumento loquísimo y le restamos la seriedad con la que se nos ha vendido, podríamos entender el verdadero trasfondo de una historia que, si bien sale airosa en el apartado artístico y de diseño, se desmorona por completo por culpa de una horrorosa dirección de actores (entre los que destaca en su tramo final una Jennifer Connelly que tampoco parece saber muy qué está haciendo ahí) que se traduce en que la historia de amor, el esperanzador mensaje final y demás banalidades místico-románticas se quedan en eso, en banalidades tan sólo aptas para fanáticos acérrimos del género romántico.
Cuento de invierno de Akiva Goldsman se estrenó en España el 14 de febrero de 2014