Por NACHO CABANA
CRUÏLLA 2025: El día más largo de Santi Balmes.
Por muy acostumbrados al directo que estén Love of lesbian, no debe de ser fácil dar dos conciertos seguidos ante el mismo auditorio y menos con la presión que supone que el segundo de ellos esté compuesto casi exclusivamente por colaboraciones con otros artistas. Esto último implica, por parte de la banda, haber ensayado previamente todas y cada una de las intervenciones y, por parte de la organización del Cruïlla 2025, coordinar a todos los músicos para que hagan la prueba de sonido por la mañana y se suban de manera ordenada al escenario principal por la tarde.
Un esfuerzo de estas características se justifica para celebrar el decimoquinto aniversario del Cruïlla, un evento que nació en Mataró para luego mudarse a Barcelona y que, durante esta década y media, se ha convertido en un ejemplo de cómo ser internacional sin dejar de ser barcelonés; de cómo ser rentable sin venderse a dudosos fondos de inversión: de cómo atender al público más joven sin dar de lado a los más veteranos ni hacerles comulgar con ruedas de molino; de cómo es posible facilitar la asistencia a la mayoría de los conciertos sin tener que contraprogramar; de cómo se manejan multitudes sin que nadie tenga que esperar más tiempo del razonable para ir al baño o pillar una cerveza; de cómo el cruce (eso significa Cruïlla en catalán) es la única salida posible para un mundo progresivamente lleno de vetos y prejuicios.
Con lo que no contaban ni Santi Balmes (cantante de Love of lesbian) ni Jordi Herreruela (director del festival) es con la alarma meteorológica que sonó en todos los móviles de Catalunya a eso de las 15:00 de la tarde, cuando el recinto del Fórum estaba a punto de abrir sus puertas para acoger el último día del Cruïlla, anunciando una alerta roja que amenazaba con suspender el cumpleaños.
“Este ha sido uno de los días más largos de mi vida” dijo Santi Balmes a eso de las 02:00 de la madrugada cuando dio inicio, por fin, el show Love of lesbian & amics en el Escenario Principal del Cruilla 2025. Una comparecencia que estaba anunciada para seis horas antes y que pudo hacerse porque el equipo del festival fue capaz de reordenarlo todo en tiempo récord, sin saber si iba a caer una tormenta que lo hiciera inviable todo. Sacrificaron lo mínimo (se quedaron sin actuar los muy esperados Hermanos Gutiérrez, Maika Makovski, Filipin Yes y Roko Banana) e incluso hicieron a última hora un encaje de bolillos para que Kaiser Chiefs no se quedaran fuera del cartel, acortando el fin de fiesta con Elyella y alargando media hora el cierre del Fórum.
Finalmente, todo salió bien y pudimos ver no solo a Love of lesbian & amics, sino también a Alanis Morissette, Viva Suecia y León Benavente además de los mencionados al final del párrafo anterior.
No es fácil encajarse con el timbre de voz que tiene Santi Balmes, tal es su personalidad y potencia. Algunos de los amics con los que compartió escenario lo hicieron poderosamente: María Hein brilló en la versión de Lucha de gigantes de Antonio Vega mientras que Calavento y Viva Suecia se llevaron a su terreno La niña imantada y Los irrompibles respectivamente.
Uno de los duetos más esperados, empero, Valeria Vargas cantando Allí dónde solíamos gritar se resintió de los nervios de la canaria. Marc de Dorian (el primero en aparecer tras cantar Balmes en solitario Nadie por las calles) interpretó Cuando no me ves; David de La M.O.D.A, Segundo asalto y Pep de Figa Flawas apuntaló Algunas plantas. Todos resolvieron con profesionalidad el entuerto.
En la parte menos positiva, Maruja Limón (Incendios de nieve) sembraron cierto caos en el escenario principal (como si el día no hubiera sido ya lo suficientemente duro) mientras que el mexicano José Madero (¿afónico?) no dio pie con bola en La hermandad y Alizzz (elegido para la estelar Club de fans de John Boyd) volvió a demostrar lo incómodo que se siente en directo.
Una bonita tarta de cumpleaños amarilla culminó una fiesta que tuvo a Santi Balmes como un impecable maestro de ceremonias sin perder la voz en ningún momento y dejando atrás el miedo que intenta imponer el sionismo a escala occidental cuando pidió a los asistentes que gritáramos “Netanyahu hijo de puta”.
Antes habíamos tenido la oportunidad de ver en el mismo escenario a Alanis Morissette. La canadiense (al contrario que ayer la cantante de Texas) mantiene intacto su caudal de voz que aplica (sabio microfoneo mediante) en himnos para la generación que ahora anda entre los 40 y los 50 años (principalmente las mismas mujeres que habían aplaudido el día anterior a Jared Leto, pero por motivos muy distintos).
Abrió Alanis su concierto en el Cruïlla 2025 con un video recopilatorio de toda su carrera, incluidos clips de cuando era adolescente y de sus conciertos más multitudinarios por todo el mundo así como de alguna entrevistas en “late nights” gringos. Mientras, su veterana banda salía a escena ayudando a hacer crecer la ya de por sí muy alta expectativa (había costado llegar hasta aquí) subrayada porque Alanis comenzó a interpretar Hand in my pocket antes de salir a escena.
Cuando finalmente lo hizo, no paró de correr de un lado a otro del escenario y mover la cabellera durante Right Through You y Reasons I drink, siempre bien pendiente de atender a todos los espectadores, estuvieran situados a la derecha o a la izquierda del proscenio.
Hacia la mitad del concierto, Morissette enlazó tres temas en acústico (Rest, Mary Jane y Perfect) antes de atacar la parte final con All I Really Want, Sympathetic Character y You Oughta Know preludio a dos bises donde Uninvited (del film City of angels) y Thank U hicieron llorar a más de uno y una de las asistentes.
León Benavente, por su parte, siguen demostrando tanto lo arrolladores y originales que son en directo como elaboradas son las letras de sus canciones y cuidados sus discos. Abraham Boba, cada vez más vocalista y menos teclista, no para quieto un momento mientras caen temazos de su último disco como Baile existencialista, Úsame/Tírame (con la que abrieron) y otros clásicos (Ánimo, Valiente, La Ribera, California) sin que ya apenas se pueda distinguir la popularidad de unos y otros… Hasta se atreve Boba a hacer dúos consigo mismo usando dos micrófonos: uno con distorsión de voz y otro no.
Viva Suecia ofreció un bolo-puente entre la gira El amor de la clase que sea supuestamente cerrada en marzo de 2024 (su incorporación al cartel del Cruïlla 2025 fue su regalo al festival) y la que empezarán en noviembre en el Palacio de los deportes de Madrid (única gala en 2025) con motivo de la publicación de su nuevo disco del que ya hemos disfrutado de algunos temas como Dolor y gloria o Deja encendida una luz . Espléndidos de sonido y formas, con Rafa Val como carismático “front man”, Viva Suecia son, al igual que León Benavente, una banda a la que volver una y otra vez.
Elyella con su disfraz de gorila el primero y el look de Darryl Hannah en Blade runner la segunda iban a ser los encargados del fin de fiesta del Cruïlla 2025 pero la reorganización del cartel hizo que fueran los penúltimos en salir y lo hicieran a la vez que Alcalá Norte. Una sesión de hits pasados por la batidora rítmica del dueto cuyo nombre apuntamos para cualquier día que pinchen en la Apolo o La Paloma.
Y, ya al filo de las 04:30 am, los Kaiser Chiefs rompieron la noche del día más largo del Cruïlla con Na Na Na Na Naa para seguir con Everyday i love you less and less; Ruby; el cover Los Ramones, Blitzkrieg Bop y así fueron desgranaron la referencias al punk rock cervecero de los 70 que lleva inspirándolos desde 2005.
Ya clareaba cuando acabaron el show y (suponemos) Santi Balmes se encontraba disfrutando de un merecido descanso.
El Festival ha congregado el sábado a 25.000 asistentes, sumando un total de 82.000 los cuatro días.