CRUÏLLA 2023: El nasal rock reina

Por NACHO CABANA.

Con las fuerzas mermadas y el cuerpo pasando factura, llegamos a la última jornada del Cruïlla 2023 a tiempo de escuchar como Leiva recordaba su actuación en ese mismo escenario hace dos años, cuando, con todo el público enmascarado y un perímetro acotado para poder beber cerveza, comenzaba el fin de la pandemia y, con él, el inicio de esta época dorada del festivaleo ibérico que estamos disfrutando.

Fue la de Leiva una actuación prácticamente idéntica a la de 2021, desplegando los hits de un repertorio lleno de ellos y sonando junto a su banda de manera excepcional. Arrancó con Sincericidio, siguió con Guerra Mundial, volvió a emocionar con La llamada y cerró con Lady Madrid ante un público de fans que sabía todas y cada una de las letras de sus canciones. Que es la manera en que más se disfruta de un concierto, claro.

Y después, corriendo a ver al cabeza de cartel de la noche y uno de los nombres más esperados de este Cruílla 2023 (llevaban 6 años sin pisar la Ciudad Condal). Y, al contrario que Franz Ferdinand el día anterior, Placebo compareció centrándose en sus temas nuevos, los pertenecientes a su primer disco de estudio de 9 años, Never let me go, que suena, básicamente, igual que los anteriores, tal es la personalidad del timbre de su cantante y líder Brian Molko quien podría formar el coro de pop nasal definitivo junto a Eros Ramazzoti, Iván Ferreiro y Un pingüino en mi ascensor.

Stefan Olsdal complementa a la perfección al vocalista (estupendos los temas en los que se puso a los mandos de un piano blanco) mientras que el violín añade complejidad al conjunto. Tocaron también algunos de sus composicones clásicas pero ignoraron Every you and every me, decepción, que compensaron abriendo los bises con una versión de Shout de Tears for fears. 

No cabe sino el aplauso a la negativa de Placebo a que el publico dejara de disfrutarles por culpa de los teléfonos móviles, pero no hubiera estado de más que se avisara antes del concierto en vez de darles a los seguratas la oportunidad de darse importancia, linterna en mano, durante las canciones.

Fue la de Moderat una actuación repesca de la que dieron en el Sónar del año pasado, solo que sin agobios, con sitio para respirar y bailar. Son las del trío alemán unos temas en constante crescendo, una suerte de abertura que (casi) nunca llega a explotar, una variación de acordes que van subiendo de tonalidad mientras se complementan con otros sonidos y que solo puntualmente dan lugar a canciones tarareables como Bad Kingdom con la que acabaron.

Vino muy bien, en cualquier caso, este oasis electrónico antes de despedir el Cruïlla 2023 con la entregada actuación de Carlangas, lúdica pero sin llegar a los extremos de Ladilla rusa de la noche anterior. En todo caso, sus temas oscilando entre el pop setentero, la bossa nova y Manu Chao están muy bien ejecutados en directo, a pesar incluso de las altas horas de la noche .

Acaba de esta forma una edición de un Cruïlla que sigue siendo el más cercano de todos los festivales que se celebran en Barcelona, tanto más valorable si lo comparamos con los errores organizativos que están sufriendo una y otra vez los eventos madrileños.

76.000 personas en las cuatro jornadas y ni un solo retraso ni un fallo logístico relevante. Sería estupendo, eso sí, que los responsables del Forum construyeran baños de obra para complementar los portátiles.

Un Cruïlla que, para años venideros, debería plantearse un servicio de bus lanzadera gratuito y constante que facilite el regreso a casa por mucho que este año, con la línea 4 de metro y el tranvía cortados, el servicio de bus municipal haya resultado sorprendentemente resolutivo.