Por NACHO CABANA
El primer día de los festivales suele estar cargado de una atmósfera especial y no fue menos la primera de las cuatro jornadas en las que el Cruïlla ocupará el recinto del Parc del Forum de Barcelona hasta su clausura el próximo sábado.
Un poco por azar, el Cruïlla dedica desde hacer algún tiempo esta jornada inaugural al rap y sus derivados atrayendo a un público mucho más joven que el asistente a sesiones posteriores. Para entendernos, ayer estaban los hermanos pequeños que hoy irán a ver a Molotov y Residente, los hijos de quienes acudirán a brincar el viernes con Duran Duran y Hot Chip, y los nietos de los que darán todo de sí el sábado con Juan Luis Guerra y Rubén Blades.
Añádase a ello un día entre tormentoso y soleado y se tendrá una idea de cuál es el ecosistema al que se enfrentaron Tote King, 31 Fam, Leiti Sene, Ill Pekeño & Ergo Pro, Judeline o Free sis Mafia (atención a estas últimas, lo pueden petar la temporada que viene).
El miércoles despegó en el Cruïlla enamora con la actuación del argentino Trueno que fue mezclando progresivamente el rap con el trap, unos toques de reggaetón y unas cápsulas de pop rock tradicional gracias a una estupenda banda que incluía teclados, bajo, guitarra, batería.
La chavalería aplaudió y coreó a rabiar temas como Fuck el police, Tierra Santa o Mamichula, exponente la letra de esta última de una suerte de nuevo romanticismo expresado a golpes:
Mami, no me digas que no
Si sos la lluvia del Trueno
Mami-chula, si te vas
Voy a morir más famoso que Lennon
También hay bastantes baladas en el repertorio de la actuación estrella de la primera sesión Cruïlla 2022. El mallorquín Rel B lució talante de estrella en el escenario más grande del festival en temas como Buenos genes, La prisión. Si no te veo, Yo tengo un ángel (con la que abrió) La última canción (con la que congruentemente, cerró). Sorprendente su descaro al no disimular lo más mínimo que, como muchos otros de su generación y talante, canta encima de su propia voz grabada.
Resultaba, en todo caso, divertido ver entre el público, haciéndose los distraídos, a los padres de niñas que apenas llegaban a los doce años y que, ya vestidas de futuras traperas, cantaban a pleno pulmón los temas Rels B mientras se hacía selfies:
Hey shorty, mueve ese body (uh)
Préndete el «philly» (yeah), gástate el money (ouh)
Quiero otro «Mili», quiero otro «Rollie» (rollie)
Fiesta en mi casa hasta que venga la poli (aha)