Confía en el técnico local.
Por NACHO CABANA
Dicen los que han trabajado en el backstage de conciertos que cuando una banda llega a un escenario e impone a su técnico de sonido despreciando a los propios de la sala que conocen bien tanto ésta como la mesa de mezclas es muy fácil que el sonido final que le llega al espectador se acabe resintiendo.
No sé si fue esto lo que sucedió durante la actuación de Jamiroquai en el Crüilla 2017 pero de nada sirve tener muchos y buenos músicos sobre el escenario si el sonido final está empastado, es plano y apenas se pueden distinguir los instrumentos. Eso fue lo que ocurrió el viernes pasado con uno de los cabezas de cartel del festival. No fue tan grave como lo ocurrido con Bumbury en 2016 pero lo cierto es que la actuación de uno de los los cabezas de cartel no levantó el vuelo en ningún momento.
Todo lo contrario de lo que sucedió en el mismo escenario principal el sábado cuando, todavía con luz de día y el personal llegando al recinto del Parc del Forum, Little Steven & the disciples of soul dieron una clase magistral de rock soul clásico que fueron hacia el final deslizando hacia el reggae e incluso una peculiar y muy gringa visión de los ritmos latinos. El componente de la E-street band y ex Soprano pone la voz con habilidad a una banda donde tu oído puede pasar de la percusión a la batería, la sección de vientos y las coristas sin esfuerzo aparente pero virtuoso en extremo. Y todo profesionalmente pasado por la mesa de mezclas.
A la misma hora, el día anterior, Two door cinema club confirmó con su directo las mismas virtudes y las mismas carencias que en su trabajos discográficos. Tienen melodías pegadizas y muy agradables que marca Sam Halliday marca con la guitarra y cuentan con un contundente Benjamin Thompson a la batería. Pero sus temas se acaban pareciendo todos demasiado al confiar su eficacia siempre a los mismos elementos.
Finalmente, los Pet Shop Boys fueron tan fieles a sí mismos como a su público desgranando unos temas de Undertow su último disco que son tan buenos como los clásicos (porque solo les falta el paso del tiempo para serlo) apoyados en una puesta en escena con un punto retro en algún momento y apabullante en un uso de lásers análogo al usado por The Chemical Brothers en su gira 2015. Estupenda la violinista y todo elegancia Neil Tennant yendo de un lado a otro del escenario para que todo el mundo estuviera feliz de escuchar It´s a Sin o West End girls con el mismo placer que dentro de quince años escucharán Groovy.
Un Crüilla 2017 excelente y exitoso, con un cartel variado y estelar en el que han cabido grandes descubrimientos; en el que pedir una cerveza y evacuarla no es un problema y que quizás el años que viene debería dejar diez minutos entre el final de la actuación en un escenario y el inicio de la siguiente en otro para dar tiempo al personal a reubicarse.