Por NACHO CABANA
Aunque, probablemente por motivos de las fechas disponibles de Black Eyed Peas, el Cruïlla 2019 se inauguró el miércoles, no fue hasta el viernes que los cuatro escenarios existentes programaron sus conciertos, eso sí, en grupos de dos en dos.
La actuación, a priori, más esperada de la cita era, al menos para los más talluditos, la de Garbage que se presentó sin Butch Vig a la batería donde fue sustituido por Matt Walker. Son Garbage, sin embargo, una banda que se apoya fundamentalmente en el carisma, voz y presencia de su cantante Shirley Manson quien, cabeza medio rapada y vestido blanco, conserva intactas sus cualidades vocales aunque le queden ya lejos la época en que fue la musa indiscutible del grunge.
Su música, melodías pop cantadas sobre guitarreo apoyado en la batería, sigue teniendo la potencia que inspiró a bandas españolas como Dover o Killer Barbies aunque su sonido esté más vigente en clásicos como Stupid Girl o, sobre todo, Only happen when it rains que en otros más recientes como Blood for poppies. Manson, cierta incontinencia verbal, recordó que vivió en Barcelona con un novio catalán que le puso los cuernos antes de ser famosa y que su mejor venganza fue regresar a la ciudad condal convertida en estrella de rock.
Previamente, con el público aún llegando de trabajar (muchos sin comer a tenor de las colas ante los food trucks) y con el sol todavía iluminando el cielo (lo que merma la puesta en escena de cualquier banda) tocaron Bastille en el escenario grande. Su vocalista, Dan Smith, no paró un solo segundo de saltar e ir de un lado a otro llegando incluso a bajarse a cantar un tema entre el público a mitad de su actuación, momento de la gira a buen seguro temido y detestado por los miembros de seguridad que le protegen de los móviles de fans que prefieren grabar a su ídolo antes que darle la mano o abrazarlo.
Fue tal la actividad física desplegada por Smith que para interpretar Doom days le sacaron un sofá situado sobre una plataforma giratoria en el que cantar el tema que da nombre a su último álbum. Tuvo también a su disposición una escalera a la que subirse para darle introspección a una canción o abrir el momento karaoke con su estupenda versión de The Rhythm of the Night de Corona. Es Bastille un grupo con varios temas muy pegadizos y alegres, acorde con el espíritu festivo del Cruïlla pero cuyos recursos compositivos se revelan limitados a lo largo del concierto, resultando intercambiables sus «wooow» de un tema a otro. Un concierto que disfrutó mucho el público milenial y al que la banda quiso dar un toque de intelectualidad dividiéndolo en tres actos.
También se lanzó a cantar entre el público, Pucho. el vocalista de Vetusta Morla. Tengo que confesar que con esta banda tengo un problema personal. Suenan cada vez mejor en directo, de hecho van endureciendo su sonido lo que beneficia al conjunto de su repertorio, cuentan con algunos temas francamente buenos (Un golpe maestro) tienen carisma y actitud…. Pero no me acaban de convencer. Quizás sea porque la voz un tanto nasal y arrastrada de su cantante me acaba cansando pero Vetusta Morla están para mí lejos de la pasión que despiertan en su público. Me gustaron Copenhague o Te lo digo a ti, me entretuvieron en todo momento pero…
Zaz sonó bien en el segundo de los escenarios del Cruïlla en cuanto a tamaño aunque su carisma no pueda compararse con el de Shirley Manson en las mismas tablas un poco después.
Y Els Pets, perfectos para tomarse una cervecita escuchándolos y reponiendo fuerzas.