Me dijo el faquir Bolo que si me apetecía entrevistar a Cristina González Narea por su último disco, le dije que me lo mandara. Lo escuché con atención y lo disfruté, y al cabo de poco tiempo quedé con ambos en casa de Cristina para tener un encuentro con ella. Me recibió como a un amigo al que aún no conocía, y según avanzó la entrevista, después de intercambiar preguntas y respuestas, y más tarde, a grabadora apagada, de charlar y enseñarnos historias y canciones, actualizamos esa amistad.
Huesos de mar es su tercer disco, y lo primero que diré de Cristina tiene que ver con su voz, porque dentro de esta moda de lo indie, gusta encontrar una que no sea, como dice mi amigo Luis DelRoto, voz de “pajarillo anglo”, sino por el contrario fuerte y racial. Sobre las canciones, destaca su cuidada instrumentación, se ve que están grabadas a fuego lento, cuidando el detalle, que Cristina está acompañada de músicos que hacen algo más que cumplir con su trabajo, porque sus aportaciones son exquisitas. Algo que también podemos ver en la producción. Otra diana son las letras, que tienen pulso de poesía, pero eso sí, de poesía que sabe agarrarse y empastarse bien con la música.
Huesos de mar es un disco optimista, y no hablo de un optimismo bobito, si no de uno que ha surgido de una persona viajada, nómada, que ha aprendido a decir sí a la partida que es la vida, que ha aprendido a confiar en la polifonía del acontecimiento.
De lo que hablamos aquel día, dejo aquí una mirilla para que el lector se asome al afortunado encuentro, y el deseo que Huesos de mar encuentre a muchos amantes de la música que lo sepan disfrutar. A ello, por lo menos invito, y además Cristina lo ha puesto muy fácil, porque su escucha está abierta a cualquiera en su página web.
¿Cómo hay que escuchar este disco?
Para mí, Huesos de mar es como un poemario, y propongo a la gente que lo escuche de arriba a abajo, desde la primera canción a la pista de los agradecimientos. Es una invitación a navegar, aunque luego, como hacemos con un libro de poemas, lo revisitemos de manera libre.
¿Qué tipo de oyente quieres para él?
Todas las personas, para mí es importante no discriminar. Ojalá lo escuche gente muy distinta a mí y les emocione. La experiencia de grabar un disco tiene que ir más allá de la masturbación. Quiero que lo goce la mayor cantidad de personas, personas con ganas de sentir. He viajado mucho y creo que son más las cosas que nos unen que las que nos separan.
Has trabajado con gente como Luis Eduardo Aute, Sabina, Carlos Goñi, Nacha Pop, ¿qué has aprehendido con ellos?
La valentía de ofrecer la creación, de ofrecer tu propuesta, de quedarte en pelotas. Ese arrojo. Y eso acompañado a que logran comunicar, que logran llenar teatros, estadios. Pero también esas 24 horas dándolo todo. Y que cuenten conmigo, la generosidad de que compartan eso conmigo.
Cuando estaba haciendo mi viaje por Huesos de mar, llegó la canción Historias y me caí dentro, en especial en el verso “disfrazado de fuego tierno que al final quemará”. ¿Me puedes hablar de ella?
La escribí hace años en una gira en la que acompañé a Sabina, y cuando la publiqué en Huesos de mar se la regalé a un compañero de trabajo que me contó una historia brutal que me impactó mucho. En ella intento mostrar como los cuentos, las historietas, te pueden hacer caer en trampas, perderte y perder todo. Aunque a veces también eso puede significar ganarlo todo, porque como se dice: “no habrás llegado hasta que no hayas pisado fondo”.
Es un disco optimista, pero dentro de esa luz hay pequeñas vetas de oscuridad. Te quiero preguntar por ellas.
Es la nostalgia, la melancolía. Para mí este disco ha sido la necesidad de expresar una voz que latía dentro de mí, que tenía que salir y que hasta hace un año no sabía cómo encajar, es reconocer tu propia voz con toda su alegría y con todo su lamento.
Mi voz, mi voz física, es íntima y eso no se disfraza, ese el mayor regalo que te puedes dar a ti mismo. Mi voz está llena de alegría, pero también de melancolía, porque está ahí mi mestizaje, ese no saber de dónde eres exactamente: no tienes tu barrio, tu farmacéutico, tu frutero, etc. No lo tienes, estás siempre como en movimiento, siempre todo es nuevo, esto tiene una parte A que es fantástica, y es todo lo nuevo que conoces, pero por otro lado, te falta un lugar en el mundo.
Te voy a decir qué es Huesos de mar, huesos de mar es un título de Pollo, un poeta, y quiere expresar la huella del ahora y su memoria.
En cualquier caso, y sobre todo, creo que este disco es un gran sí.
Desde que hay un play hay un sí. El sí es “vamos para adelante”, y funciona.
Para terminar, te propongo un juego, voy a ponerte los arcanos mayores del Tarot y te voy a pedir que intuitivamente elijas uno que asocies con Huesos de mar.
(Cristina acepta el juego pero yo rompo las reglas contando un poco de cada carta. Las mira con atención y después de un pequeño rato responde como si ya lo supiera antes de que yo abriera la boca)
La templanza y La estrella.
Me parece muy buena su elección, y en especial por La estrella, porque para mí simboliza algo que pude ver en Huesos de mar, y que tiene que ver con ese momento vital en el que uno ya está capacitado para devolver al río, que es el mundo, el agua que éste generosamente un día prestó.
Ahora sólo queda que, como dice Cristina, des al play de este Huesos de mar y hagas el viaje.