CÓMO SER CONCHITA PIÑA y no morir por un verso

CÓMO SER CONCHITA PIÑA y no morir por un verso

“Cómo ser Conchita Piña y no morir por un verso” es un espectáculo plagado de guiños sicalípticos donde el humor, el pensamiento trágico y la ironía son las herramientas poéticas necesarias de las que se sirve la autora para indagar sobre la búsqueda de la felicidad.

Por Luis Muñoz Díez

Cuando vemos un desfile, paseamos por una playa en agosto o acudimos a un concierto desde la grada la singularidad se uniforma, pero a veces hay una persona que nos llama poderosamente la atención. Exactamente eso pasa con Concha Piña.

Su estatura discreta, contrasta con una mirada de las que te invita a navegar en el mar de las curiosidades. Su piel es suave y muy blanca, y su escote es de los que hacen derrapar miradas.

Concha es muy niña, muy adolescente y muy mujer todo al tiempo, una condición que le permite viajar en sus tiempos con toda facilidad: guarda la curiosidad de la niña, la capacidad de enamorarse de la adolescente y el manejo de la mujer para poner orden.

No tengo claro cuando fue la primera vez que la vi. En mi recuerdo aparece como cuando se materializa el amor en un ser mortal, que crees conocerlo desde el principio de los tiempos. En cambio, tengo muy presente cuando conocí un poemario completo de su verso sensual, vibrante y valiente. Fue barruntando San Isidro, en una función que decidió contar ‘Lo que nunca contó Isabella Más‘.

En “Cómo se Conchita Piña y no morir por un verso”, estrena poemas y recrea los de Isabella, pero que en este caso suenan diferente, como cuando el bolero Lágrimas negras pasa por el tamiz de Bebo Valdés y los metales del jazz.

Me explico. La función de ‘Lo que nunca contó Isabella Más‘, narraba el descubrimiento decisivo de la joven e inexperta Margarita, que encontraba en un baúl los poemas escritos por su abuela Isabella.  Su lectura fue un tónico para su existencia, que alivió su alma de mártir y le reconcilió con sus carnes. La función y la edición del poemario, eran un homenaje a Belle Époque. Una época de progreso, culturalmente fértil, un sueño lúdico, que tajó con un golpe seco en 1914 la primera guerra mundial.

El mismo verso dicho en el OFF Latina, bajo la atenta mirada de César Barló, se torna urbano, como el cuero que luce la triConchita. Sitúa piel y sentimiento sobre el asfalto, porque el verso de Piña es un verso castizo, que viaja en metro, vive de alquiler y comparte litrona.

Es vivencial, muy valiente porque juega con las cartas de la vulnerabilidad al descubierto, lo que indica que la autora es una mujer sabia: sabe que la honestidad desarma, que nuestra fortaleza reside precisamente en que somos efímeros y mortales.

Los momentos de fortaleza son más valiosos porque existen los de debilidad, y que por rozar la utopía de la felicidad, y el espejismo del amor, merece la pena tirarse sin red, y eso lo sabe Conchita Piña, y lo sé yo, aunque cada uno lo hayamos aprendido en distintas trinchersas, y si en la refriega se llora o se ríe únicamente certifica que aún seguimos vivos.

Los otros dos tercios del la Conchita Piña que no quiere morir en un verso, son Olga Goded y Eva Egido Leiva, dos actrices luminosas, dos vértices perfectos para cerrar el triángulo de “Cómo ser Cochita Piña y no morir por un verso”,

 

COMPAÑÍA: Las Micromachines  DIRECCIÓN: César Barló INTÉRPRETES: Olga Goded,Eva Egido Leiva y Conchita Piña AUTOR-ADAPTACIÓN: Conchita PiñaCésar Barló

 

Se representa en el OFF Latina, más información de fechas y horas aquí

Autor

Desde que me puse delante de una cámara por primera vez a los dieciséis años, he fechado los años por películas. Simultáneamente, empecé a escribir de Cine en una revista entrañable: Cine asesor. He visto kilómetros de celuloide en casi todos los idiomas y he sido muy afortunado porque he podido tratar, trabajar y entrevistar a muchos de los que me han emocionado antes como espectador. He trabajado de actor, he escrito novelas, guiones, retratado a toda cara interesante que se me ha puesto a tiro… Hay gente que nace sabiendo y yo prefiero morir aprendiendo.

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