Por Luis Muñoz Díez
Miguel del Arco nos presenta una versión totalmente libre de La noche de las tríbadas de Per Olev Enquist. Se trata de la obra sueca mas traducida y representada en el siglo XX, que narra el posible encuentro en un teatro de Copenhague en 1890 entre el célebre autor August Strindberg, Siri, la mujer de la que se estaba divorciando, y Marie, la «tríbada lesbiana» amante de ésta.
El encuentro es obligado, al autor le ahogan las deudas y para Siri es la única oportunidad de volver al escenario. Per Olev Enquist pretexta un ensayo de la obra “La más fuerte” para verbalizar los mil y un ruidos que guardaban los ex esposos y la amante.
La obra aborda la fina línea que delimita la vida de un autor y su obra, en este caso al enfilar palabras y puntuación, el autor enfila sus propios sentimientos, por otro lado está el hombre al que se le ha educado en la falsa creencia de que la mujer es siempre madre y le perdonará todo como el niño que es. August Strindberg sufrirá una dicotomía entre la teoría y la práctica, si bien en 1884 escribirá una contundente declaración de los derechos de la mujer, renegará dos años después de lo escrito. El velo de la realidad se rasgará y le cogerá con el paso cambiado cuando descubra que su mujer lo quiere hombre y no niño y que a la hora de sustituirlo lo hará por una mujer, asumirá con dolor que prefiere pasar por todo con una pareja que estar solo, por otro lado las alas de independencia de Siri pasan por aceptar el trabajo que le ofrece su ex marido, todo ello alumbrado en la última decenas del siglo llamado de las luces.
Los personajes en el teatro de Miguel del Arco están siempre vivos, y al poner en pie La noche de las tríbadas contextualiza el texto, lo limpia de decadencia moral y resignación, la «tríbada Marie» ni es oráculo ni decadente en su discurso de alcohólica, es una mujer enamorada, como lo es el propio Strindberg, y ninguno renuncia a su lucha.
El drama de Per Olev Enquist en manos de Miguel del Arco pasa a ser una comedia dramática, ácida, caliente y apasionada, despeja brumas y pone luz. El texto en el teatro de del Arco es piedra angular que invita a los actores a hablar alto y claro, en este caso atrincherados entre un decorado que recorta el espacio escénico en forma de muralla de cajas de cerveza, situando a los personajes al borde del escenario o directamente en el patio de butacas, esa cercanía sitúa al espectador dentro del ficticio escenario de Copenhague, donde se debería ensayar pero lo que se realiza es un sarcástico y desazonador ejercicio de tejer amor con desamor, sintiendo así el público el temblor y el calor de unos personajes que de pronto resultan tan tangibles como sus compañeros de butaca.
En la obra es Strindberg el que está llamado a ser el personaje abominable, el icono de una sociedad machista, opresiva y patriarcal, pero al estar tratados todos los personajes de una manera tan vital, el opresor se convierte también en víctima por haber luchado en una batalla para la que no le habían avisado que precisase armas, cuando tuvo que vérselas en la campiña con las «tríbadas» y cuando conoció el error de su comportamiento y que aquello sí que iba con él era demasiado tarde.
El trabajo de los cuatro actores es brillante, en una representación en la que la voz es protagonista, a veces es lo único que percibimos de ellos. La noche de las tríbadas es una cubertería de lujo en que todas las piezas encajan, iluminación, escenografía, vestuario, la interpretación tanto en gesto, presencia y voz de Manuela Paso, Jesús Noguero, Daniel Pérez Prada y Miriam Montilla es luminosa, por lo que se puede decir que Miguel del Arco ha vuelto a realizar un trabajo extraordinario.
La noche de las tríbadas, con versión y dirección de Miguel del Arco, se estrenó el 29 de noviembre de 2016, en El Pavón Teatro Kamikaze –Madrid-, más información de fechas y horario de funciones aquí.
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