Con Julieta, Pedro Almodóvar hace diana en la esencia de su cine

Con Julieta, Pedro Almodóvar hace diana en la esencia de su cine

En la imagen Adriana Ugalde, una esplendida Julieta joven

Es difícil escribir sobre Julieta, de Pedro Almodóvar, una película que ahonda en unas emociones que enajenan de tal manera que son imposibles de verbalizar para quien las vive. Todo son preguntas sin respuesta, y de cada enfoque se obtiene una punzada más de dolor.

El dolor por la ausencia es desazonador, y el único bálsamo que lo puede curar es el regreso del ser amado. Cuando te sumes en ese estado, no quieres tan siquiera que cese o sobreponerte, únicamente quieres poder abrazar al ausente, con la misma intensidad que lo añoras.

Almodóvar es un cineasta que ha indagado en el amor y el desamor, la separación y la muerte. Bajo el espectacular colorido de sus películas, se esconde siempre una sensación de drama, al que él, resta hierro con un humor que es ya, marca y prestigio de su cine. Julieta es una obra de contención, tanto en la forma de expresar el sufrimiento, como en no recurrir a la risa que lo mitigue.

Almodóvar, recrea de nuevo el universo femenino  y  son ellas otra vez las protagonistas, siempre dueñas del sentimiento.  Al hombre lo sigue asignando el papel de objeto del deseo, que se mueve únicamente por la brújula que marca lo que guarda su bragueta.  Aunque en este caso el autor es mesurado,  porque si bien dibuja así al padre y a Xoan el marido de Julieta. Abre un espacio de sentimiento entre Julieta y Lorenzo, un hombre «más fiel» de pelo cano, sonrisa abierta y ternura en las manos», como el que cantó Cecilia.

Una espléndida Julieta adulta

Enma Suarez, una espléndida Julieta adulta

Enma Suarez y Adriana Ugalde encarnan el mismo papel, en dos edades de la vida de Julieta. Nunca he visto una hegemonía de interpretación tan convincente, aunque se alternan la dos actrices en la pantalla, ves siempre a Julieta. Algo parecido ocurre con las dos actrices que interpretan a Antía su hija, pasamos de Priscilla Delgado a Blanca Parés como si se hubiera hecho mayor delante de nuestros ojos. A destacar la interpretación de Rossi de Palma, con una fuerza insólita.

En la parte masculina están Javier Notario, como padre de Julieta, rudo y viril, acorde con el cliché masculino en el cine del autor. Daniel Grao como Xoan, guapo para ser objeto del deseo de Julieta y peligroso, porque aún sin querer desconcertará y hará sufrir a Julia. Darío Grandinetti tiene todo lo que se puede esperar de un hombre a la sazón, fuerte para ofrecer seguridad y para el amor, pero delicado para el trato. Los tres actores encarnan estupendamente su estereotipo, y si digo estereotipo, es por la simple razón de que en el cine de Pedro Almodóvar, las protagonistas absolutas son las mujeres y sus sentimientos.

Sin duda esta película marca una pauta en la filmografía del cineasta, que sin moverse un ápice de su temática habitual, la pule y estiliza con un resultado briilante. Ofreciendo una película desalentadora de gran belleza. El cieneasta lleva la asfixia del personaje de Julieta hasta el final, en un juego de no hay salida, cuando la película parece estar cerrada, abre una ventana de aire puro que nutre a Julieta de algo que había perdido que la mera razón para existir.

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El simbolo…

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… la realidad encarnada por el magnífico actor Daniel Grao

 

 

Autor

Desde que me puse delante de una cámara por primera vez a los dieciséis años, he fechado los años por películas. Simultáneamente, empecé a escribir de Cine en una revista entrañable: Cine asesor. He visto kilómetros de celuloide en casi todos los idiomas y he sido muy afortunado porque he podido tratar, trabajar y entrevistar a muchos de los que me han emocionado antes como espectador. He trabajado de actor, he escrito novelas, guiones, retratado a toda cara interesante que se me ha puesto a tiro… Hay gente que nace sabiendo y yo prefiero morir aprendiendo.

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