Despues de algunos años en los que Daniel Calparsoro parecía definitivamente perdido en la realización de extrañas pero interesantes miniseries para televisión, en el año 2012 el director catalán volvía a la pantalla grande gracias a la quizá algo cuestionable Invasor, largometraje protagonizado por Alberto Ammann y Antonio de la Torre que supuso la vuelta a un cine del que ya se había ausentado durante siete largos años. Apenas unos meses después de esta vuelta a las salas nos llega Combustión, segunda película en esta nueva etapa que, protagonizada por el muy de moda Álex González (recientemente visto en Alacrán enamorado), Alberto Ammann y Adriana Ugarte nos adentra en ese mundo de carreras ilegales, de robos de alto standing y de chicas y chicos guapos que tanto gusta al cine norteamericano.
A mucha distancia de esas cotas de espectacularidad características del mercado anglosajón cuando gusta tratar estos temas (ahí tenemos por ejemplo la saga Fast & Furious), lo que parece del todo innegable es que Combustión consigue mantener, a lo largo de sus 104 minutos de duración, un cierto estilo responsable directo de que el coche no abandone en ningún momento las marcas de su circuito. Y ello pese a los numerosos volantazos que el conductor lleva a cabo al no ser capaz de aferrare a un género concreto, cuando la película de acción que prometía ser se termina convirtiendo en un descafeinado cóctel de diferentes pretensiones que posiblemente decepcione a su público más potencial.
La última película de Daniel Calparsoro consigue mantener una cierta dignidad y llevar su trama por camino seguro aún sorteado las muchas curvas de su propio guión, aún solventando la fragilidad de un planteamiento de escasa originalidad que podría llevar el coche a barrancos insalvables. Ayudado en gran medida por unas correctas interpretaciones (nunca brillantes pero siempre correctas) y un pulso firme tanto en la realización como en su propio montaje, Calparsoro construye una historia de cierto interés que aún podría haber brillado más de no haber recreado tanto su vista en paisajes innecesarios.
Y es que en contra de lo que reza su propio título Combustión no llega a arder en ningún momento. Cierto es que existen instantes en los que la historia parece cobrar fuerza (especialmente en su introducción y en sus momentos finales), pero también lo es que cuando la cinta empieza a alcanzar una cierta temperatura acaba perdiendo un buen número de grados gracias al innecesario protagonismo que adquieren esos otros elementos del guión (véase la excesiva atención al trasfondo de las carreras ilegales) que, a costa de añadir espectacularidad a la cinta, termina diluyendo el interés de su propia trama.
Pese a todo ello es de recibo reconocerle a Daniel Calparsoro un correcto hilvanado tanto de la historia en su conjunto como de sus propios personajes, así como ese innegable y exquisito gusto en su fotografía y en su excelente banda sonora, responsables directos de ese toque de elegancia que parece destilar toda la cinta.
Una película, en definitiva, pensada por y para un público comercial, excelente pasarela para disfrutar de los cuerpos de unos Álex González y Adriana Ugarte en estado de gracia, de buena factura y correcto ritmo pero, y aquí está su peor baza, de no pocas indecisiones.
Combustión (2013), de Daniel Calparsoro, se estrena en España el 26 de abril de 2013.
Alex está super de moda, y el comentario superior¡¡