El nombre de Cioran brilla como un ónix negro dentro de la Historia de la Filosofía, y lo hace porque pocos pensadores han llegado a su pesimismo. Los títulos de sus obras ya ponen al lector sobre la pista: Del inconveniente de haber nacido, Breviario de podredumbre, En las cimas de la desesperación, Ejercicios negativos, etc. En 1911 abrió los ojos en Rumanía, pero siendo joven viajó a París y se instaló en esta ciudad. En ella, y en francés, desarrollaría su obra filosófica. Sin hogar fijo, viviría en diferentes pensiones, llevando siempre consigo un retrato de Schopenhauer. Un día, la encargada de limpiar las habitaciones le preguntó que si era su abuelo, él contestó que en cierta manera sí, algo que sus obras confirman: lee a Schopenhauer, lo trabaja bien y toma mucho, muchísimo, del padre de El mundo como voluntad y representación. Y lo que parecía imposible, Cioran lo consigue: logra ser aún más oscuro y pesimista que su maestro.
En las primeras páginas de este libro, se señala que Cioran es un autor aún poco conocido en nuestro país. Ciertamente, no es un filósofo al que la Academia quiera y cuide, reservándole un lugar en sus planes de estudios, pero sí tiene un lugar entre los lectores, algo que confirma el que toda su obra esté disponible -ni más ni menos que en una editorial como Tusquets-, y que varios de sus libros cuenten con varias ediciones. Lo que sí es cierto, es que su obra, por cómo está escrita, en fragmentos, y el número de libros en los que se despliega, corre el riesgo de ser mal leída, en el sentido que el lector piense que se encuentra ante algo así como unos apuntes filosóficos y no ante una filosofía completa y bien definida. Contra esta dificultad parece estar escrito este Cioran. Manual de antiayuda, ya que en sus páginas el pensamiento de Cioran se expone de manera sistemática –tal vez de manera excesivamente escolar.
En primer lugar, porque Cioran es un autor al que merece la pena conocer, se esté o no en sintonía con su pesimismo. Y en segundo lugar, porque en estos tiempos de manuales de autoayuda en los que todos tenemos el deber de ser felices, no está nada mal que recordemos que la insatisfacción también es provechosa y que no hay nada obsceno en sentirse decepcionado y en guerra con la realidad. En esa decepción y en esa guerra, Cioran era maestro, y paradójicamente leerle no produce un efecto desalentador, al contrario, funciona como un veneno que tonifica, que eleva y redirige, que ayuda a digerir las trampas que habitan el día a día y el vacío en el que nuestra sociedad parece flotar sin conseguir dar una respuesta. Extraña medicina, sí, pero funciona. Algo tiene su oscuridad de liberador que merece la pena que todo hombre conozca, y esta obra de Domínguez no lo puede poner más fácil.
Cioran. Manual de antiayuda. Alberto Domínguez. Alrevés. 2014
Esta reseña apareció por primera vez en Filosofía Hoy.