“Cena de amigos en Nochevieja de Manuel Benito

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La siempre caótica e imprescindible “Cena de amigos en Nochevieja”

Manual práctico para devorarse entre comensales

En Cena de amigos en Nochevieja, Manuel Benito toma un cuento de Alberto Moravia y lo sirve bien caliente: una mesa, cuatro parejas, vino suficiente y la certeza de que nadie va a salir con la dignidad intacta. No es una cena de amigos; es una auditoría moral cuyo postre traiciona el pacto de la mesa.

Este año se ha hecho cargo de la dirección de la lectura dramatizada, con ocho actores en escena, Alex Tormo Ballestero, quien confirmó haber aceptado el trabajo a ciegas, sin haber asistido a ninguna de las seis lecturas anteriores. Esa mirada nueva juega a favor de la obra porque, aunque los personajes están perfectamente dibujados por Benito, el director —sin traicionar el texto— gobierna el estado de ánimo, el tempo y el pulso del diálogo. Tormo ha afilado los cubiertos para las puyas de unos y otros y, además, ha resignificado a Julián, redimiéndolo de su papel de ángel exterminador para devolverlo al redil común: el de los tenderos que también ostentan, aunque en su caso la moneda sea intelectual.

En ese clima, el mercado deja de ser solo escenario y se convierte en pasarela moral. Matilde, la francesa (Chupi Llorente), avanza por los pasillos como si fueran suyos, exuberante, demasiado visible, del brazo de Pepino (Riccardo Rigamonti), el italiano de mano larga, que entiende el mundo como un lugar donde manda quien se impone antes, más inquietante por lo que parece a punto de hacer que por lo que efectivamente hace. Mariano (Juan Luis Urgel), el charcutero, mira sin mirar, consciente de que en ese mercado los rumores circulan con más rapidez que la mercancía y de que hay comentarios -sobre cuerpos, vientres y fidelidades- que no necesitan firma para hacer daño. Desde su librería, Julián (Marcos Toro) observa el conjunto con la serenidad de quien se sabe a salvo: su capital no está en la caja, sino en las estanterías, y desde ahí ejerce una superioridad distinta pero no menos ostentosa. María (Carmen Mayordomo), su mujer, intenta rebajar tensiones y recordar que el mercado iguala más de lo que distingue. Y flotando sobre todos, sin esperar turno, María Rosa (María Pastor): faltona incluso con la francesa que no se calla, ejecutora verbal con lengua afilada que no necesita anuncio.

La tradicional “Cena de amigos en Nochevieja”, se celebro el 26 de diciembre de 2025 en el Teatro del Barrio de Madrid

Carrasco (Pedro Miguel Martínez) llega a la mesa con la tranquilidad del que suma puestos como quien colecciona cromos. Su superioridad es aritmética: más locales, más dinero, más desprecio. No necesita argumentos; le basta la caja registradora. María Rosa, su mujer, es la versión con alcohol en vena de ese mismo cálculo: conforme bebe en la cena, el estatus sube de graduación y la crueldad se afila. Señala, interrumpe, ejecuta. No discute: administra daño. La francesa parlanchina es uno de sus blancos predilectos, pero no el único. También Amparo (Pilar Manso), la mujer del charcutero, es despiezada sin anestesia, entre alusiones a cuernos y embarazos ajenos lanzadas con la naturalidad de quien pasa el embutido.

Pepino, el italiano de mano suelta, es el macho de manual que grita, amenaza y luego media “entre hombres”, porque la igualdad se le acaba justo antes de llegar a su mujer. Mariano, el charcutero, pone cara de no oír nada: ser cornudo público duele menos si uno se hace el sordo. En esta fauna del mercado nadie es víctima profesional; todos colaboran activamente en el banquete.

Y luego está Julián, el librero, santo patrón de la superioridad ilustrada. Lee, piensa y desprecia con fundamento. Culturalmente es un señor; socialmente, un vecino más con la persiana medio bajada. Vender libros en un mercado le parece una tragedia griega y, ya puestos, los tenderos que lo rodean le sirven de coro de ignorantes. Su problema no es la cultura —bendita sea—, sino usarla como garrote. Podría servirle para comprender la diversidad social que tiene delante; prefiere emplearla para marcar distancia y proclamarse moralmente inmaculado desde su trinchera de polvo y papel.

María, su mujer, intenta algo tan subversivo como llevarse bien con la gente. Quiere integrarse, compartir mesa y conversación, aunque huela a mercado y no a salón literario. Es el personaje más sensato y, por tanto, el más fuera de lugar. En un entorno donde todos compiten por ver quién es más, ella se conforma con estar.

Cena de amigos en Nochevieja no reparte lecciones: reparte bofetadas. En la mirada que marca Alex Tormo Ballestero, se ríe de ricos y pobres, de cultos y brutos, con la misma falta de piedad. Y ahí está su acierto: en demostrar que, sentados a la misma mesa, todos llevamos cubiertos afilados y una excusa estupenda para usarlos. Al final, la cena no revela quién es mejor, sino quién se atreve a morder primero.

 -Ricardo Rigamonti (Pepino, el italiano) Chupi Llorente (Matilde la francesa) Marcos Toro (Julián, el librero) Carmen Mayordomo (Maria)  Pedro Miguel Martínez (Carrasco) María Pastor (María Rosa) Juan Luis Urgel (Mariano)
Chupi Llorente (Matilde la francesa) Juan Luis Urgel (Mariano) Pilar Manso (Amparo) –Riccardo Rigamonti  (Pepino, el italiano Marcos Toro (Julián, el librero) Carmen Mayordomo (María) María Pastor Maria Rosa y Pedro Miguel Martínez (Carrasco)

La “Cena de amigos en nochevieja“, se ha vuelto a celebrar el 26 de diciembre de 2025, el Teatro del Barrio de Madrid. Texto de Manuel Benito, este año se ha hecho cargo de dirigir la lectura dramatizada de la caótica cena el director Alex Tormo Ballestero. El elenco que ha dado vida a los entrañables tenderos del mercado o comerciantes ha sido Riccardo Rigamonti (Pepino, el italiano) Chupi Llorente (Matilde la francesa) Pilar Manso ( Amparo) Marcos Toro (Julián, el librero) Carmen Mayordomo (Maria)  Pedro Miguel Martínez (Carrasco) María Pastor (María Rosa) Juan Luis Urgel (Mariano)

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Luis Muñoz Díez

Desde que me puse delante de una cámara por primera vez, a los dieciséis años, he ido fechando mi vida por las películas y las obras de teatro. Casi al mismo tiempo empecé a escribir de cine en una revista entrañable, Cine Asesor. He visto kilómetros de celuloide en casi todos los idiomas, he pasado buena parte de mi vida en el teatro —sobre el escenario o sentado en una butaca— y he tenido la suerte de tratar, trabajar y entrevistar a muchos de los que antes me emocionaron como espectador. Creo firmemente que algunas premoniciones se cumplen cuando quien las pronuncia tiene el ascendiente suficiente; y a mí, la persona con más autoridad en mi vida me dijo: “Vas a ser alumno de todo y maestro de nada”. Y así ha sido. He estudiado cine y teatro, he leído todo lo que ha caído en mis manos, he trabajado como actor y como ayudante de dirección, he escrito novelas y guiones, he retratado a toda persona interesante que se me ha puesto a tiro… y la verdad, ni tan mal. Hay quien nace sabiendo; yo prefiero morir aprendiendo. Y aquí estoy ahora, en la Cultural Tarántula, con la intención de animaros a leer, ver cine o acudir al teatro, donde siempre nos espera una emoción irrepetible que, por un instante, nos hace creer que en la vida lo mejor está siempre por venir.

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