CELS de Wajdi Mouawad

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“Si hemos conseguido unir poesía y matemáticas… ¿por qué no podrían juntarse poesía y terrorismo?” afirma el criptógrafo protagonista de Cels, última obra de la tetralogía La sangre de las promesas con la que el dramaturgo canadiense de origen libanés Wadji Mouawad pone fin a su repaso de algunas de las catástrofes humanitarias del siglo XX centrándose en la (paranoica, oculta) amenaza terrorista actual.

En Cels, Mouawad desarrolla la teoría de que los grandes conflictos armados que se han desarrollado en la Tierra desde 1945 son hijos directos de las dos guerras mundiales. Todos ellos se han cebado en una juventud a la que hoy en día sólo le queda ya el conocimiento del arte que había antes de su nacimiento y el aprendizaje de que éste les sobrevivirá tras su propia maduración y muerte. Los colores y las palabras que hay en las grandes obras maestras de la pintura y la poesía universales son, a la postre, el único legado posible que un siglo de masacres puede dejar a las nuevas generaciones.

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“CELS” de Wajdi Mouawad

Pero… ¿qué ocurriría si esos jóvenes a los que hay que explicar que el mundo no empezó con ellos deciden que sí acabará con ellos y usan la poesía como arma terrorista para aniquilar el legado cultural depositado en los principales museos de las naciones que participaron en las dos grandes guerras generadoras de décadas de sufrimiento? Sobre esta idea se construyen la trama y el subtexto de Cels. La primera presenta a cinco personajes pertenecientes a una organización internacional de contraterrorismo cuya misión en determinar las claves informáticas que permitan abortar un atentado masivo contra la civilización occidental. El criptógrafo que parecía haber dado con la pista que les llevaría a la desarticulación de la célula terrorista se ha suicidado dejando toda la información dentro de su ordenador protegida por una clave que sólo un antiguo amigo y colaborador puede desentrañar. A partir de aquí habrá dos caminos de entender la violencia. La fría y técnica (idéntica a la desarrollada por series como Homeland  -2011- de Howard Gordon y Alex Gansa) que pone nombre y apellidos árabes a las caras del mal y otra humanista y poética vehiculada por una serie de versos emitidos en todo el mundo durante un periodo de tiempo sospechosamente breve y que señalan a un grupo anarquista donde palabras como “padre”, “hijo”, “sangre”, “miedo”, “esperanza” o “amistad” son las únicas susceptibles de ser rastreadas.

El subtexto, por su parte, versa sobre hijos que matan a sus padres y padres que matan a sus hijos entendiendo toda la historia de la humanidad como una sucesión interminable de parricidios e infanticidios.

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“CELS” de Wajdi Mouawad

Aunar todos estos conceptos y hacerlo graduando emocionalmente texto y subtexto, conflicto y  poesía es (nada menos) lo que intenta Mouawad en la obra que nos ocupa. Y lo logra de forma absolutamente magistral, dejando en su dramaturgia los huecos necesarios para que el espectador se integre en su discurso, esquivando tanto la obviedad como lo críptico. Es una obra muy, muy difícil de poner en escena (me atrevería a decir que casi más que Incendios) que requiere a un director que entienda perfectamente todas y cada una de las palabras en él vertidas por su autor para luego transmitírselas y explicárselas a sus actores. Oriol Broggi (que ya conectó al público barcelonés con el universo de Mouawad en su exitoso montaje de Incendios) consigue primero hacer creíble la actividad profesional de esta suerte de espías al tiempo que (en los breves interludios en los que los aísla dentro de sus habitaciones privadas) los hace humanos y cercanos. A la vez, integra sin caer en el exhibicionismo las proyecciones y videoconferencias (diseñadas por Cisco Isern) que ayudan a comprender el proceso lingüístico de desciframiento de una contraseña que ocupa buena parte de la representación. Y consigue que sus actores entiendan en todo momento lo que están diciendo y porqué graduando el sentimiento de amistad desde la frialdad inicial hasta el penúltimo final de la obra.

Eduard Farelo (de quien ya alabamos sobradamente su trabajo en La Onada) carga sobre sus hombros el peso de la representación interpretando a Clèment Szymanowsky, eslabón que une a Valery, el gran personaje ausente del drama, con los demás personajes. Tiene, además, Farelo un monólogo de casi veinte minutos donde él solo ha de explicar el proceso poético de desencriptación de la amenaza terrorista y lo hace aplicándolo al momento de su relación con los otros personajes. Emocionante y admirable su trabajo.

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“CELS” de Wajdi Mouawad

A su lado, destaca Màrcia Cisteró, única mujer del elenco que interpreta a la traductora incorporando el nombre de su personaje, Dolorosa, al conjunto de su interpretación. Sale airosa incluso del, un tanto forzado, monólogo en el que explica lo que hizo con sus hijos. Muy bien Xavier Ricart, especialmente en los difíciles diálogos con su retoño a través de skype, y aplomo de sobra en el cometido de Ernest Villegas. Me convenció menos (sin que ello signifique que no esté al nivel de sus compañeros, lo está) Xavier Boada que parece quedarse a ratos en lo que de estereotipo tiene su personaje.

Aplauso aparte merece el complicadísimo trabajo de traducción al catalán de Cristina Genebat a quien el  propio Mouawad le dedicó un “te acompaño en el sentimiento” cuando se enteró de su misión (casi) imposible.

Dos horas y medias de Gran Teatro que se suman a las ya disfrutadas con Seuls e Incendios y hacen desear la pronta reposición de Litorales y el estreno de Bosques.

O cualquier otra cosa firmada por Mouawad.

 

Titulo: CELS / Autor: Wajdi Mouawad / Director: Oriol Broggi /Intérpretes: Xavier Boada, Màrcia Cisteró, Eduard Farelo, Xavier Ricart y  Ernest Villegas

Biblioteca de Cataluña Calle Hospital 56.

Del 18 de Junio al 27 de Julio de 2014, de martes a sábado a las 20:30. Domingos a las 18:30.

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Nacho Cabana

NACHO CABANA (Madrid, 1968) es guionista de cine y televisión y escritor. Desde “Colegio Mayor” (1993) a “Matadero” (2018) pasando por “Policías en el corazón de la calle”, “Médico de familia”, “Compañeros”, “U.C.O” numerosas series de TV llevan su sello . Así mismo es el coguionista de dos largometrajes de ficción, “No debes estar aquí” (2002) y “Proyecto Dos” (2008) y los documentales “Arizmendiarreta, el hombre cooperativo” (2019) y “Aute retrato” (2020) que fue nominado al Goya. También es el responsable de “Tres caídas” (2006), documental sobre lucha libre mexicana presentado en el Sitges Film Festival y otros certámenes internacionales. Como escritor ganó en L´H Confidencial 2014 con “La chica que llevaba una pistola en el tanga” (Roca editorial), el “Ciudad de Irún” de novela en 2004 con “Momentos robados” y el de cuento en el mismo certamen con “Los que comen sopa” (1993). “Verano de Kalashnikovs” (Harper Collins, México) es su última novela. Actualmente es tutor del módulo de ficción televisiva del Máster de Guion de The MediaPro Studios con la ESCAC y escribe críticas de cine, teatro y música en la revista cultural on line “Tarántula”. Viaja todo lo que puede y escribe aunque no pueda.

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