«En la ficción de la obra, el año 2015 se produjo en el pequeño municipio vallisoletano de Castroponce un fascinante simposio sobre teatro político donde se expusieron sencillas y clarividentes ideas en torno a la creación y su implicación política. Asistiremos a la reconstrucción de aquel evento que, con clara vocación divulgativa, deleitó a la audiencia»
Por Luis Muñoz Díez
Castroponce, que su autor Pablo Rosal, sobre titula como «Teoría y praxis para una vanguardia del Siglo XXI» propone un juego que tiene tanto de disparate como realidad, sin definir bien lindero entre una cosa y otra, como que, Lourdes Chaparro Bracamonte, alcaldesa de Becerril de Campos (aunque natural de Castroponce), inhabilitada para ejercer cargos públicos, por convocar y proponer a los cargos elegidos de la comarca, y después de 15 años como alcaldesa invicta, que los candidatos deberían presentarse a las elecciones con el partido cuya ideología fuera lo más contraria a la suya.
Chaparro Bracamonte después de que no se valorara su singular propuesta, y su inhabilitación se exiló voluntariamente a Palencia, fundó una compañía de teatro donde volcó la vehemencia que antes ponía en la política. Sin volver a pisar Castroponce, hasta este momento, para moderar el simposio, que ella misma organiza.
Pablo Rosal, nos introduce en la función como si fuera una muñeca rusa, a la que le cuesta mostrar su verdadera cara. Lo hará por dos veces. Una como la cronista que tomo nota del simposio, que en la función se intenta reproducir, y como la mismísima Lourdes Chaparro.
El actor vestido con un pantalón rojo, una camisa bien planchada blanca, y un chalequito de tela de brillo, con fondo naranja, estampado con unos motivos del gusto del pop y la psicodelia, que es un primor.
Rosal compondrá a todos los personajes que conforman la mesa del simposio: Una maestra, el dueño del bar, un agricultor, y un hombre que ha trabajado toda su vida de mayordomo.
Les los otorga un lenguaje erudito y grandilocuente. Afirmativo sin fisura, como el que podrían hablar unos intelectuales que vivieran en su torre de marfil, empeñados en epatar al contrario, y empeñados en construir un castillo de naipes, con palabras, para algo tan efímero, y sustentado en el aire, como es el teatro.
Pablo Rosal, sujeta los 70 minutos que dura la función solo, aunque se embosque en la periodista, la organizadora, la maestra, el panadero, el sencillo dueño del bar, o el mayordomo, que no acaba jamás de llegar al atril, o en un espontáneo que se llama mantequilla.
A ellos se suman dos elementos importantes para la narración: Uno los solos de piano, que solo Rosal oirá, y las filmaciones inexistentes de las representaciones de la compañía, que tanto le complacen ver y mostrar, a ojos de Lourdes Chaparro Bracamonte, todo lo que hace es sublime.
Los discursos de todos los llamados a sentarse a la mesa son profundamente líricos en forma, pero en fondo hablan de los peces que van por el mar, y los pájaros que vuelan por el cielo. Son un monumento al arte de la elocuencia, en clara contradicción, con lo que el teatro o la misma política ¿cómo nombrar lo que es empeño?, en teatro cuando se representa o se está en ello, y en la política en que lo más importante es el afán e intentarlo.
La función al margen de hacernos disfrutar con los costumbrismos, o lugares comunes que, a todos nos son comunes, suscita inquietudes y temblores, hay algo delicioso en ella.
Sin duda la función, mestiza entre el clown, irreverente con lo establecido, que no lo discute pero tampoco lo acata, y la performase, por la alta implicación del artista.
El carácter del espectáculo, la ficha lo define. Es Pablo Rosal en estado puro, firma el texto, dirección, interpretación, ayudante de dirección, escenografía, diseño de iluminación, vestuario, productor, espacio sonoro, coreografía, maquillaje, asistente personal, audiovisuales, asesoría en esgrima y la dicción de esgrima.
Al final cuando ya, nadie la esperaba se oyó la música, y vimos tocando a la pianista, y quizá el mensaje más importante de la pieza es, cuando comprendemos que todo es, un mero ensayo.
Vuelve Pablo Rosal con Castroponce En cartel en Teatro del Barrio
Texto, dirección, interpretación, ayudante de dirección, escenografía, diseño de iluminación, vestuario, productor, espacio sonoro, coreografía, maquillaje, asistente personal, audiovisuales, asesoría en esgrima y dicción de Pablo Rosal
Fotografías y diseño de la imaginería de Laura Ortega
Agradecimientos a Federica Voi
Y todo gracias a la fastuosa complicidad del Teatro del Barrio