Casanova y la Mujer sin Rostro, Olivier Barde-Cabuçon

Casanova y la Mujer sin Rostro, Olivier Barde-Cabuçon

El corte y el tejido realzaban la redondez de sus pechos, ceñidos por el corsé. Un delicioso perfume de rosas, alternativamente suave, especiado o afrutado sobre un fondo de ámbar y almizcle, la envolvía. Aparentaba menos de veinte años y, en su rostro de facciones puras, una capa de brillante carmín escarchado en plata realzaba el negro resplandor de sus ojos almendrados. Su cabellera, más oscura que la noche más negra, sujeta con innumerables horquillas, parecía salpicada de estrellas. Su cuello era como luminoso, y su talle, menudo y elegante. Al bajar sus ojos, descubrió unos pies finos y ligeros que aceleraron los latidos de su corazón»

unademagiaporfavor-libro-novela-negra-historica-febrero-2014-siruela-Casanova-y-la-mujer-sin-rostro-Olivier-Barde-Cabucon-portadaHoy quiero confesar que me excité con este párrafo y me sentí cero culpable. Mola esta manera de decir que Chiara d´ Ancilla está como un queso de Normandía. Mola y me sube la bilirrubina y sé perfectamente que si yo le hablara así a mi chica me pondría un altar con velas blancas y pétalos de rosa y yo sería una especie de reencarnación de la diosa Shiva. La traducción tabernaria sería: esta novela me pone cachondo, que le den al porno.

Le ha salido muy bien esta novela a Olivier Barde-Cabuçon, que es un señor que tiene cara de soldado polaco y una composición muy elegante en la identidad de su nombre. De esta manera, como estamos en París en 1759 la gente habla muy bien, muy de afectación y de no perder un gramo del arquetipo intelectual del siglo XVIII. Es decir, la peña iba en este plan. Pero coño, porque podían. Hoy no habla así ni un ministro de cultura.

– Veo que os gustan los libros -dijo-. A mí también me encantan. ¡ Encierran toda la ciencia de la humanidad ! – Se volvió hacia él para añadir con una voz encantadora – : Y sus esperanzas. 


– Este libro me ha permitido comprender como se puede afirmar que una persona ha sido estrangulada y no ahorcada. Según se trate de uno u otro caso, las marcas en el cuello son diferentes…


– Como mi nombre indica, soy italiana. Mi padre, el marqués de Ancilla, es viudo y tiene intereses importantes en vuestro país, donde vivimos todo el año excepto en invierno, que pasamos a la Toscana. Al igual que vos, leo mucho, pero, mientras vos sois un apasionado de la filosofía, yo lo soy de las ciencias naturales, la astronomía, las matemáticas…


El objetivo es ser erudito, y teórico, y filosófico, y especulativo de fliparlo, que no hay ninguna verdad absoluta para esta gente tan lista.

Entre medias está Casanova. Ya saben.

– Crecí rodeados de mujeres desde la infancia. Sin duda eso influyó en mí, pues siempre he amado el sexo opuesto y me he hecho amar por él cuanto he podido.


Casanova y la Mujer sin Rostro es una novela policíaca ambientada en el siglo XVIII , posiblemente la más frontal de las antítesis frente a una ficción policíaca del siglo XXI en el que se han fabricado retrasados mentales como José Luis Torrente y cutre-ayudantes como Paquirrín. Por eso esta novela huele bien, no tiene orujo de garrafa , ni callos revenidos, ni pus salpicado, ni nos hacemos unas pajillas. Se llama charme y te hace mirar a la calle con cierto desdén de consumidor de alta literatura. Esta novela o adelgaza, o te pone barriguita de señorito, o te regala unas arruguitas de marqués con biblioteca, o te acompaña un Moet Chandon de puta madre.

De guay. Claro, es París, y la época es Luis XV Le Bien-Aimé y Madame de Pompadour, que era una marquesa que le buscaba las muchachitas rosadas al rey y tenía mucho empeño en que Francia fuera el centro aristocrático y estético de Europa. Nati Abascal, pero a lo bestia. Lo que siempre ha sido, en fin; París, me refiero.

Entonces Volnay, el antagonismo de Santiago Segura, un hombre joven, alto, con un rostro bastante agradable, pero de mirada sombría y actitud severa… le salva la vida a Luis XV en el atentado perpetrado por Damiens. Y éste le dice: tronco me has salvao la vida y te voy a hacer comisario de muertes extrañas. Así pero en cool-guay-mainstream del siglo XVIII.

 De esta manera se van desencadenando acontecimientos:

– Muerta -dijo-. Todavía no sé por qué ni cómo, pero le han arrancado toda la piel de la cara. ¡Nadie podrá reconocerla en ese estado!

Tenemos el cadáver de una mujer sin rostro. Y aparece Casanova por el palacete de Volnay.

– Y vos, caballero -prosiguió ella-, ¿qué ibais a buscar en la casa de un comisario de policía? ¿Acaso os han denunciado los padres de alguna jovencita?


No hay secreto mejor guardado, que aquel que todos conocen, que decía un tal Bernard Shaw.

De pronto aparecieron antes sus ojos los jardines de Versalles, las alternancias de terrazas cubiertas de flores y balaustradas de bronce dorado y los juegos de agua de los estanques elevándose por los aires antes de caer de nuevo en forma de espuma lechosa. Los parterres salpicados de flores retuvieron un momento su atención antes de que fuera atraída por los chorros de agua hábilmente dispuestos. Tritones y ninfas se entretenían lanzando haces de espuma blanca hacia el cielo. Dioses y mortales entregados a amores ilícitos jugueteaban en los estanques. Dejó vagar la mirada por los setos de boj y luego por esas alamedas de arena mejor peinada que los cabellos de una mujer. Un mundo de orden y de belleza. Todo le pareció de repente, demasiado perfecto. Nada de aquello era verdad. Todo era ilusión alimentada. La dolorosa experiencia de la vida le había demostrado que la naturaleza era curva y sinuosa, el ángulo recto era la mano del hombre. Volnay volvió la espalda a las ninfas desnudas sin pesar»


Creo que con este párrafo esclarecedor, estarán conmigo en que esta novela huele a Vichyssoise, a bechamel, a Vol au vent con gravlax de salmón, a Veuve Clicquot.

La pista de un crimen que puede implicar a Pompadour y Luis XV, las intrigas de la corte de Versalles , la atmósfera del Parque de los Ciervos, la legendaria presencia de Casanova y su propio enigma de caballero de Seingalt, la bella Chiara.

Opinión tabernaria: me ha flipado Olivier Barde-Cabuçon o cómo demonios se diga toda esta grandilocuencia;  el tipo escribe de puta madre y no se le va la cabeza en ensoñaciones. Es belleza frontal, no te agobia con divagaciones, te crea un mundo heterogéneo pero no parece que le interesen mucho los cutres. Aquí la gente mola aunque sea desde la hijoputez. Tienes a Volnay, que es severo, atormentado, listo y cultureta ; tienes a Casanova que cae por su propio peso su condición de afilador de lenguas y hechicero de mujeres, tienes a Chiara que te pone como una moto, y a un monje que le coopera a Volnay y mola todo y más,  y habla así el colega cuando le da la vena estupenda: modus praeparandi rerum medicinalium.

Tres perlas de nácar muy jugosas del gran Casanova. Ya me contagio yo de ponerme estupendo:

– He amado a las mujeres con locura, pero siempre ha antepuesto a ellas mi libertad.


– La víspera de mi nacimiento, mi madre tuvo un fuerte antojo de cangrejos de río. 


– Una mujer solo puede ser bella de una forma, pero está guapa de cien mil.

Y para terminar ; esta novela no entiende de la picaresca que surgía entre el Renacimiento y el Barroco, que básicamente se componía de un hijoputa, un pobre y una ideología sátira-moralizante. Aquí hay folla-damas, eruditos, nobleza, alquimistas y ninfas con corsé y tirabuzones. Francesita, que huele a mantequilla y tal, como ya les anuncié. Sí, para el charme y tal .

Casanova y la Mujer sin Rostro, Olivier Barde-Cabuçon, Siruela, 2014

Autor

Javier Divisa. Mercader a tiempo parcial y escritor a intervalos fragmentarios. Autor de la novela Tres Hombres para Tres Ciudades, su segunda obra vio luz bajo el título Valientes Idiotas. Desarrolla su cáustica y rigor literario en reseñas literarias para Eñe y Revista Cultural Tarántula. Ejerce como articulista y cronista en CTXT y compagina la literatura con el business de la moda. Ha ganado algunos premios narrativos, todos sin la pertinente dotación económica, aunque eso es algo que podría lograr un mono con lobectomía cerebral. También ha sido incluido en diversas antologías de jóvenes autores de libros que están enterrados hace años en el cementerio de Père-Lachaise y no leyó nadie. Actualmente muere en Madrid, escribe varias veces todos los días a lapsos de quince minutos y nunca aparenta estar feliz en Facebook. Su tercera novela se llama Magdalena.

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