Por NACHO CABANA
Pepe Rivero es un pianista cubano (al que el año pasado pudimos escuchar en este mismo Festival de Jazz de Barcelona acompañando a Paquito D´Rivera) al que el proyecto Carta Blanca ha dado ídem para proponer y ejecutar el concierto que crea conveniente acompañado por los alumnos del Conservatori del Liceu que considere adecuados. Ha elegido para ello reinterpretar Las Cuatro Estaciones de Vivaldi a ritmo de jazz latino conjuntamente con la sección de cuerda de la Orquesta de cámara del conservatorio y su banda (él al piano; Iván Ruiz Machado al contrabajo; Georvis Pico, batería; Yuvisney Aguilar, percusión y Eduardo Coma, violín). Todos ellos dirigidos por Manel Valdivieso. Cada estación se ejecutará en la clave musical de un país americano.
La idea no puede ser a la vez más brillante, sencilla y vendible para sucesiones ocasiones. Acorde con la tarde tempestad que vivimos en Barcelona el miércoles pasado, Rivero comenzó su revisión del clásico, no por la Primavera como suele ser habitual, sino por el Otoño, estación que identificó con Argentina incluyendo fragmentos de tangos en su primer movimiento, dedicando a Piazzola el segundo y convirtiendo el tercero en una Chacarera blues que destacó sobre los anteriores.
A los orígenes neoyorquinos del latin jazz le dedicó el Invierno homenajeando en el primer movimiento la Manteca de Chano Pozo y Dizzy Gillespie, tema de 1947 que se considera la primera fusión entre el jazz y lo sonidos afrocubanos. El segundo movimiento fue una balada en la que el peso de su ejecución recayó en el propio Rivero para luego ceder protagonismo a la percusión de Aguilar en el tercero.
Llegar a la Primavera fue llegar a la Cuba natal del artista en general y a la Rumba en particular convirtiendo su primer movimiento en un solo de piano, el segundo en una Guajira/Bolero donde las secciones de cuerda fueron invitadas a sumarse a la fiesta y cerrando con una Primavera en la playa que no hizo más que anunciar la llegada del Verano brasileño donde Rivero (con el apoyo siempre de Eduardo Coma) insertó Insensatez de Antonio Carlos Jobim y Bésame mucho de la mexicana Consuelo Velázquez en un fin de fiesta donde se puso de relieve lo ecléctico de la propuesta acabando en los bises versionando Fly me to the moon de Ben Howard primero y El Vuelo del Moscardón de Nikolái Rimski-Kórsakov después.
Fue un concierto muy divertido en el que el revisionismo jazzístico de las piezas originales fue perdiendo protagonismo a favor de la inclusión de fragmentos de temas muy conocidos. No hubo, es cierto, excesivo diálogo entre la orquesta de cuerdas y el cuarteto cubano pero unos y otros supieron hacer lo que Rivero y el público esperaba de ellos.
El mismo proyecto Carta Blanca continúa en el Festival de Jazz de Barcelona el próximo miércoles con Iván «Melón» Lewis dirigiendo a la Liceu Big Band versionando clásicos de los Beatles en clave Big Band.