El cine alemán, a diferencia del español reciente, no tiene complejos a la hora de abordar su pasado fascista. La II Guerra Mundial y el régimen nazi siguen siendo asuntos recurrentes en los largometrajes germanos. El capitán, la película de Robert Schwentke, demuestra una vez más que no hay temas agotados si se buscan nuevas perspectivas para tratarlos.
Basado en hechos reales, el largometraje sigue las peripecias de un soldado alemán que logrará cambiar su desdichada existencia cuando encuentre el uniforme de capitán. Haciéndose pasar por un alto mando comandará un grupo de desertores que se comportará de la manera más brutal posible.
La película logra trascender más allá de su mero argumento para hablarnos de la maldad humana en su versión más cruel. El realizador germano, que ejerce aquí también las labores de guionista, aborda la responsabilidad que conlleva el poder y la importancia de que recaiga en las manos adecuadas. Además, nos recuerda que los regímenes totalitarios suelen ser la coartada perfecta para que se cometan los peores crímenes con casi total impunidad. No obstante, la cinta nunca subraya verbalmente su discurso y deja al espectador que saque sus propias conclusiones a través del deplorable comportamiento de el falso capitán y sus soldados.
Sorprende la sequedad con la que está servida la violencia. No resulta casual que esté rodada en un bello blanco y negro. La falta de color impide que las barrabasadas de los protagonistas tomen un cariz exhibicionista y gore. Hay una sobriedad que no se entreveía en los filmes previos de Schwentke, responsable de títulos como Red, R.I.P.D. Departamento de Policía Mortal, Más allá del tiempo y dos entregasas de la serie Divergente, todos ellos impersonales trabajos de mercenario a las órdenes de los grandes estudios de Hollywood. Por otra parte, su visión oscura del nazismo y los militares se emparenta con La cruz de hierro, una de las películas más controvertidas de Sam Peckinpah.
El cineasta alemán se descubre también como un espléndido director de un magnífico grupo de actores. Digno de mención es el trabajo del jovencísimo Max Hubacher, que refleja perfectamente su evolución de hambriento soldado a prepotente farsante que se hace pasar por capitán