CANÍCULA, de Lola Blasco, dirigida por Vicente Colomar

CANÍCULA, de Lola Blasco, dirigida por Vicente Colomar

Con una gran farsa, como si una pieza de La Zaranda se tratase, así abre Canícula su espectáculo: tres hermanos en una sala de espera discutiendo sobre aparentes cuestiones anodinas, siempre bajo el mantra de “Hace un sol de justicia” que les guía de un tema a otro, mitad castizos mitad reflejo de la película Trainspotting; dos gemelas unidas únicamente por sus auriculares, enfrentadas en su posición ante la vida (una aparentemente débil, una aparentemente agria), con el guiño evidente a El resplandor; un hermano, “enfermo”, que se recupera en el hospital de una “ligera indisposición”, sorprendiendo al espectador, más adelante, al vestir micrófono y tacones, cuernos y chaqueta de borregillo: “una cabra”, le dicen, símbolo del ángel caído. Este es el planteamiento, así comienza la hilarante e incisiva Canícula que descarga en el espectador una falsa liviandad durante casi hora y media, que se diluye, más tarde, en una densa reflexión. Todo se consigue gracias al elemento farsesco que la domina, que en un primer momento se mantiene al servicio de la sonrisa, engrandeciéndose al destapar, cada vez con más fuerza, la absurda estampa de los monigotes y sus parlamentos.

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Eva Trancón, Nerea Moreno, en «Canícula» de Lola Blasco, dirigida por Vicente Colomar

El planteamiento, decíamos, parece un simple acto de evasión, cuando el tiempo muestra su carácter plenamente sustancial: el calor, los perros, el cuarto hermano… sólo son el preámbulo de lo que más tarde se desarrollará en escena. Tres espacios (hermanos, gemelas y enfermo) que simbolizan tres niveles de incomunicación: la indiferencia, la reflexión y la enunciación de un conflicto, el de la época de la Transición unido a nuestros días, que aquí tienen fuertes puntos en común. Una familia de seis, por tanto, que representa el bloqueo de siete mil millones, porque como bien se dice en la obra “No hay nadie para detener las cosas, y si lo hay, prefiere el sacrificio”.

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Antonio Gómez, Eva Trancón, Joshean Mauleon, Nerea Moreno y Juan Antonio Lumbreras, en «Canícula» de Lola Blasco, dirigida por Vicente Colomar

Los cambios de mobiliario en cada uno de los actos nos muestran la evolución de sus personajes y la acción, donde también adquieren gran valor las transiciones diestramente realizadas, utilizando en algunos momentos playback que consiguen amenizar aún más la historia. Un texto preciso los domina, en permanente comunión con una acertada dirección y una interpretación no menos correcta, si bien, quizá, los momentos de gloria fueron para los tres hermanos, mientras la emoción llegaba principalmente de mano de las gemelas y el hermano “enfermo”. Acierto, en definitiva, para una extraña comedia apta para todos los públicos, en una sala pequeña (aunque reconocida) en la que un encomiable plantel ofrece a cualquier espectador una ácida crítica de nuestra sociedad, sin que por ello se pierdan los alegres momentos que esta obra ofrece. Aprender a llorar con una sonrisa, que dijo Sampedro.

 

Título: Canícula / Texto: Lola Blasco / Dirección:  Vicente Colomar / Intérpretes: Eva Trancón, Nerea Moreno, Rulo Pardo, Antonio Gómez, Juan Antonio Lumbreras y Joshean Mauleon / Produce: La Radical y Cuarta Pared.

La Cuarta Pared, Madrid  del 3 al 19 de septiembre de 2015, de  jueves a sábados a las 21:00 horas

Autor

Néstor Villazón (Gijón, 1982) es poeta y dramaturgo. Ha resultado ganador del Premio Internacional de Textos Teatrales “Lázaro Carreter” (Democracia, Asociación de Directores de Escena, 2009) y finalista del IV Certamen de Teatro “La jarra azul” (Your dementia, ediciones Dédalo, 2013), del I Certamen LVR de Poesía (Melville en la aduana, LVR ediciones, 2011) y el Certamen Internacional de Poesía Jovellanos (“Lo terrible”, Ediciones Nobel, 2014). También ha publicado Algunas consideraciones previas para colocarse un sombrero mientras se observa la mayor obra de arte de todos los tiempos (Incluida en la antología Núa de teatro contemporáneo español Dramaturgias desde la frontera, 2013) y el poemario Otra maldita tarde de domingo (Vitrubio ediciones, 2012). Es incluido entre los jóvenes dramaturgos más influyentes del siglo XXI en los artículos de Eduardo Pérez- Rasilla, Jerónimo López Mozo, Diana I. Luque y Rubén Chimeno Fernández sobre nueva dramaturgia, y sus textos pueden verse en diversas antologías y revistas. Colabora con distintos medios con reseñas y crítica teatral y poética.

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