En la imagen Jorge Muriel, Olga Díaz, Borja Maestre y Consuelo Trujillo en «Canción del primer deseo», del autor australiano Andrew Bovell, en versión de Jorge Muriel ©Javier Naval
«La pieza Canción del primer deseo nace del trabajo colaborativo de la compañía junto a Andrew Bovell a lo largo de cinco años, que se ancla en tres momentos de la historia de España: 1943, 1968 y el presente»
Por Luis Muñoz Díez
Se ha estrenado Canción del primer deseo, del autor australiano Andrew Bovell, en versión de Jorge Muriel, y la dirección de Julián Fuentes Reta. Con ocasión del estreno de la obra Cuando deje de llover, del mismo autor, escribí, para Tarántula Cultura:
«…es una sucesión de calamidades sin tregua “…una historia en la que se suman tantos eslabones -a cuán más dramático- que asfixia el texto, lo que roma los picos, y con ello no consiente que se dé el tempo necesario para crear la emoción”
En este caso el drama del australiano no habla de remotos lugares, lo sitúa en la España del 36, 68 y en la actualidad. Urdiendo una trama tan alambicada, que sería suficiente para cubrir la parrilla de varias temporadas de cualquier culebrón. No falta de nada, rivalidad, violencia, torturas, humillación, pederastia, homosexualidad, demencia, y niños robados.
El resultado final no hubiera tenido mayor resultado de ser un «folletín», de mayor o menor calidad, pero el señor Bovell ha tocado el tema de la guerra civil. Se ha apropiado del dolor ajeno para mayor lucimiento de su dramaturgia -similar en conflictos con la obra anteriormente citada-, sin aportar novedad alguna, ni tan siquiera un humanitario consuelo, de unas páginas de nuestra historia empapadas en sangre.
Consuelo Trujillo es una actriz, que recitaría con hondura la misma guía de teléfonos, y hace maravillas con su voz bien timbrada, para recitar el atropello de la guerra, cuando es Margarita, y representar la vulnerabilidad de la vejez, cuando ya no la asiste ni la razón, cuando es Camelia.
No tengo ningún interés de destripar la historia por si tienen intención de acudir a la sala a verla, pero si les diré que no han dejado un cabo suelto, sin importar si el redondeo de la tragedia familiar perjudica al drama.
Al inicio de la función la anciana Camelia, a medio vestir está en un jardín con la mirada perdida y a medio vestir, en medio de algo que llaman jardín, pero que no podemos identificar como tal en su decadencia, con sus hojas muertas, y sus hierbajos crecidos. El aspecto es más inhóspito, como el de un patio de atrás de una vivienda con suelo de hormigón, descuidado con plásticos y latas por el suelo, lo que hace que la fragilidad de la anciana, sea más inclemente.
La primera en romper el silencio es su hija Julia, que con su actitud de burla y sus palabras aumenta la situación de incomodidad, no tarda en aparecer Carlos, el hermano gemelo de Julia, que recibe el mismo trato de burla que su madre, ante la manifestación de que viene del médico y le han diagnosticado cáncer de colon, ante la noticia la mujer demuestra una empatía nula, y le sirve para hacer mofa de la condición sexual de su hermano.
A los mellizos Julia y Carlos les interpretan la actriz Olga Díaz, y el actor Jorge Muriel, que a su vez se harán cargo del matrimonio Torres. Formado por Carmen, una mujer llena de miedos, que permite que se luzca la actriz, más que con el cometido de hermana. El señor Torres, Luis, es un funcionario de la policía política, que se ocupó en el 36, y se ocupa en el 68, de la represión, de los enemigos del régimen.
En un momento los Torres, acuden a una boda en el 68. Una camarera –Consuelo Trujillo– llama la atención de Carmen, y después de intercambiar unas palabras, que no escucha Carmen, con su marido, sufre un desmayo.
Carmen hará una extraña visita a Margarita, que así se llama la camarera, para interesarse por su salud. Esta, le responde amable pero seca, que está perfectamente, y le pide que abandone la casa porque tiene que poner la comida a su hijo. Así conoceremos a Alejandro que, ante la pregunta de quien es la mujer que los ha visitado, recibirá un sonoro bofetón de su madre, seco y rotundo, como respuesta a todas la preguntas, que incomodan a su madre.
Igual que los personajes de Julia y Carmen despiertan uno animadversión y el otro, cierta comprensión, en el dibujo de los personajes de Luis y Carlos, uno verdugo, y otro víctima, sucede algo curioso. Es natural que no sintamos simpatía por el siniestro verdugo, pero tampoco lo hacemos cuando confiesa cómo víctimas, que le han pegado muchos hombres, en los bares, en la calle, en los servicios, por su condición de homosexual.
El hipotético soplo de aire fresco de la función significa la entrada de Alejandro, un colombiano que busca trabajo, y que Carlos ha conocido en el centro médico.
Alejandro, limpiará el patio y dará una dignidad a Camelia, y será objeto del deseo de los dos hermanos, que se insinuaran sin ningún disimulo, sabiendo que lo hacen con un empleado, que traga, o se va a la calle.
El actor Borja Maestre, aun salvando la obligada postura de fingir un acento, se hace cargo con correcta discreción del sufridor personaje, pero al final aclarada la oculta verdad. Se encara con el público, y con una voz afectada pretende emocionar, sin saber representar el dolor ajeno, y ostentando un dolor que no es suyo, porque vemos simplemente al actor, y aludiendo a la muerte del poeta, nombrado, en mi opinión en vano.
No acabo de comprender la necesidad del montaje, no ya, como obra política, para ello, hay que comprometerse con algo perseguido y que precisa denuncia, y no subirse al carro a toro pasado, cuando para la inmensa mayoría de los españoles, aquella carnicería, son unos hechos condenables sin paliativo, y que jamás debieron de suceder.
Canción del primer deseo, estará del 27 de abril al 14 de mayo en la Sala José Luis Alonso, del Teatro de La Abadía -Madrid-, más información AQUÍ.
Autor: Andrew Bovell / Adaptador: Jorge Muriel / Dirección: Julián Fuentes Reta/ Intérpretes: Consuelo Trujillo Camelia y su madre Margarita, Pilar Gómez / Olga Díaz -Carmen mujer de Luis- y Julia hija de Luis, y hermana de Carlos-, Borja Maestre Alejandro hermano y sobrino de Camelia y Jorge Muriel -Luis Torres y su hijo Carlos-.
Diseño de Iluminación: Ciru Cerdeiriña Espacio sonoro: Iñaki rubio Espacio escénico: Julián Fuentes Reta/Ciru Cerdeiriña Ayudante de escenografía: Carlos Brayda Asistencia de dirección: Angelina Mrakic Vestuario: Berta Grasset Fotografías Javier Naval
Trailer y contenido audiovisual David González/2 VISUAL Jefa de Producción Beatrice Binotti Dirección de producción Nadia Corral Agradecimientos Yolanda Mozota y Pau Arán Gimeno