En la imagen los actores María Morales y Carlos Troya en un momento de la representación de Cama, de Pilar G. Almansa. Foto de Jacobo Medrano
Por Luis Muñoz Díez
No es fácil escribir sobre una obra como Cama, de Pilar G. Almansa. Por un lado está la dificultad de poner sobre el papel la hermosa forma de cómo se representa, y por otro, transmitir el punto exacto que la autora ha dado al fondo. Un fondo que ahonda en la justa reubicación de la mujer en la vida en general, tanto en el lugar que ocupa en la sociedad, que atendiendo a lo politicamente correcto se actúa de manera más diplomática, como en el jardín privado de la pareja. Lugar donde nos ampara la impunidad de no ser vistos, y el árbol del amor que no nos permite ver el bosque de nuestra situacion real.
Nada de lo que se nombra en la función nos es ajeno. Afortunadamente se ha dado un firme paso adelante para lograr una presencia más justa de la mujer. Si hablo de un “firme paso adelante” es porque el camino es largo, y aún hay que poner mucha luz y escuchar todos los gritos del silencio del tenebroso imaginario colectivo que durante siglos ha estigmatizado a la mujer, amoradazando y censrando cualquier manifestación de sensibilidad del hombre.

No hay mayor situación de vulnerabilidad y entrega, que desnudo en una cama con la persona que amas o crees amar. En la imagen los actores Carlos Troya y María Morales en Cama de Pilar G. Almansa. Foto de Jacobo Medrano
Este paso ha situado a la mujer en un lindero en que no puede cejar su reivindicación en lo cotidiano, que al varón lo ha dejado desconcertado. Unos y otras cuando se adentran en una relación sentimental, donde las posturas se difuminan como en una acuarela en que no está claro donde acaba el lugar de cada uno.
En este juego de resignificar todo se establece una alerta permanente que va calando gota a gota, hasta que empapa. Puede que a uno le canse y a otra le brote un desaliento de no ser coherente entre la teoría y la práctica, y el temor de estar varada en un dique seco.
Pilar G. Almansa nos narra una historia de amor, que es casi lo mismo que decir una historia de desamor, con un lenguaje bellísimo, sacando a bailar a las palabras que hila de una forma que nos hace sentir el amor con mayúsculas, como lo nombraban en verso los clásicos.
La obra de G. Almansa es un afán realmente innovador. Nos habla de lucha, colocando a sus personajes en la vulnerabilidad de la cama. En una cama se nace, en la cama estamos indefensos cuando nos dejamos vencer por el sueño, en la cama desnudos gozamos, y normalmente en la cama morimos. Si no se sucede así es que algo ha ido muy mal.
Si acierta como dramaturga, iguala el listón como directora, poniendo sobre el escenario su lírico texto, con una coreografía que marca y subraya los tiempos de amor y desamor de los amantes. En el avatar de lo cotidiano donde se da rienda suelta a la contradicción de nuestro pensamiento, que a veces, en segundos realiza el trayecto de una montaña rusa.
La autora es valiente y no nos ahorra el temblor de los personajes, y el encaje, a veces injusto de las posturas del otro, pero en ningún momento es inclemente con el personaje masculino, aunque está claro que la historia la cuenta una mujer, que sabe muy bien lo que quiere transmitir, por lo que nos presenta un final agridulce, porque si bien logra su cuota de libertad, se pone de manifiesto la dificultad añadida y la preceptiva renuncia.

En la imagen los actores Carlos Troya y María Morales, que realizan un trabajo extraordinario en Cama de Pilar G. Almansa. En la imagen dos sólidos actores: María Morales y Carlos Troya Foto de Jacobo Medrano
En cuanto a los actores María Morales y Carlos Troya se puede usar el verbo ser y estar. Son dos actores sólidos y están realmente esplendidos en la función. Dicen el texto de una manera maravillosa, mientras ejecutan la barroca coreografía de Amaya Galeote, con una aparente sencillez que desarma.
Poco puedo añadir más. Únicamente quiero decirles que si asisten a una función de Cama saldrán cautivados, como salía el publico de la función a la que yo asistí.
Cama es una valiosa singularidad en la cartelera, por lo hermoso de su forma y la vigencia de su fondo.
Pilar G. Almansa es ya una dramaturga fundamental. La autora tiene otra función en Teatros Luchana «El buen hijo», y se espera con espectación el reestreno en Nave73 -Madrid- el 6 de octubre de “Mauthausen. la voz de mi abuelo”. Una obra que le valió el reconocimiento del público, la crítica y la nominación en los XXII premios Max como mejor espectáculo y a la autoría revelación.

En la imagen Carlos Troya, Pilar G. Almansa María Morales. Un actor, una dramaturga y una actriz, tres ases para la función Cama En la imagen dos sólidos actores: María Morales y Carlos Troya Foto de Jacobo Medrano
Título Cama Dirección y dramaturgia: Pilar G. Almansa Reparto: María Morales y Carlos Troya Espacio sonoro: Luis Miguel Lucas-Torres Iluminación: Jesús Antón Díez Vestuario: Vanesa Actif Coreografía: Amaya Galeote Fotografía: Jacobo Medrano Producción: Pablo Jauralde y La Pitbull.
En cartel en Teatros Luchana de Madrid más información de fechas horarios y compra de entradas aquí.